Amor Impropium - El regreso -

Con el pasar del tiempo, pude darme cuenta que había sido todo un engaño; no podía contener el dolor que sentía por la perfidia de su amor... Que como una espada afilada, me atravesó el pecho, y cuando abrí mis ojos, dolió más cuando la sacó lentamente sin tener piedad, sin tener un poco de piedad... ¿Qué se supone que deba hacer? Quisiera desaparecer esto que siento, después de tantos recuerdos, ya no puedo ni dormir, pues mi mente como si supiera, solo te recuerda, así, para torturarme... Ya no aguanto más. No puedo soportar tu traición, tu engaño, que aunque sigo respirando, ya me ha matado. Y mi teléfono sonó repentinamente, sobresaltándome, rompiendo el silencio que reinaba en casa, donde sola, disfrutaba de uno de los libros que me había regalado el Diecisiete, cuyos libros había releído más de cinco veces, completos. Habían algunos fragmentos que había memorizado, solo para cuando en las noches o en las madrugadas en las que no podía ni pegar un ojo, mirando por mi ventana, los recitaba... Como si el viento llevara aquellas palabras a ese chico de ojos increíblemente grises, que se fue con mi amor, sin haber regresado aún. —¿Hola? —Dije habiendo contestado la llamada. —¡Emmy! Voy a la casa, estas pendiente. Bárbara, con su voz tan alegre y juguetona. Me daba ánimos que ella estuviese conmigo, siendo mi amiga, y ahora novia de Damian, mi par favorito, que siempre discutían, pero terminaban dándose muestras de amor, exageradamente cursis. Me levanté del sofá, estaba sola, mi padre llevaba toda una semana aproximadamente, en los aires bastante frescos y muy fríos para él, de Boston, Massachusetts. Dijo que no tardaría más de dos semanas en volver, puesto que no estaba seguro de lo que su contrato le exigiría... Yo por otro lado, había terminado mis clases desde casa, me había graduado sin necesidad de haberlo hecho con mis compañeros de clases, aunque Bárbara me insistió hasta el cansancio, sin embargo siempre mantuve mi decisión de no querer hacerlo de ese modo, y realmente no me arrepiento, en lo absoluto. Tomé una banana, y retirando la cascara di un mordisco, revisando una vez más, como cada vez, mi teléfono, con la esperanza de ver algún mensaje de él, pero mis últimos mensajes enviados nunca los respondió, y las llamadas que le había hecho parecían nunca haberles llegado, como si estuviese apagado o sin cobertura. > Sonó la bocina del auto de Damian, que con su nuevo empleo, recibiendo un buen p**o, había podido comprar su nuevo Honda Accord 2018, y andaba más alegre que un niñito al recibir su juguete anhelado. —¡Rayos! ¿cuando dejará de presumir? ha pasado un mes desde que lo compró... Abrí la puerta principal, y vi como ambos se acercaban tomados de la mano. —Ya dejen de presumir... Es molesto. —Dije abrazando a Bárbara. —Deja la envidia, pequeña asocial. Pronto tendrás ambas cosas... —¿Ambas cosas? —Repetí sin entender. —Un auto nuevo y —miró a Bárbara lanzándole un guiño— un amorcito. —Idiota, no te soporto... —Resople. —Que tierna, hermanita. —Burlonamente contestó. Bárbara se mordió el labio inferior para aguantar la risa. —Emma solo necesita un auto, porque yo ya soy su amorcito. —Creo que me pondré celoso... —Refunfuchó Damian sarcásticamente. —Tu fuiste quien interfirió en nuestra relación. —Lo apunté con mi teléfono. Bárbara muerta de la risa añadió. —No puedo refutar nada ante esa lógica. —¿Ah sí? Soy yo el culpable ahora... —Se victimiza, —grité en modo de burla— ¡el señor drama! El miró su teléfono, volteándome los ojos supe que se vengaría después. —Limpia tu alma, malvado. —Ya verás, querida, ya verás. Me dejé caer en el sofá, tomando otra vez el libro, empecé a leer la primera línea de la página que seguía, cuando Bárbara me interrumpió desde la cocina. —Emmy ¿Y que has decidido? —Rayos, hasta que te quedaste con el apodito... —Murmuré.— ¿Y decidir qué? Escuché como servía agua del refrigerador. —¿Qué carrera estudiaras, por fin? Se fue acercando con un vaso con agua en la mano, para finalmente sentarse de piernas cruzadas frente a mi, con su melena que brillaba mas de lo normal. —¿Te aplicaste algo? —Pregunté detallando su cabello sin prestarle atención a la pregunta que me había hecho anteriormente. Alzó una ceja, frunciendo el ceño. —Me hice una hidratación, —luego giró el cuello de lado a lado, batiendo sus cabellos, para mostrarmelos— quedó espléndido ¿no? —Ciertamente si... Y bueno, —retomé la conversación anterior— estoy pensando en estudiar... En realidad no tengo nada en mente, no sé qué estudiaré o haré con mi miserable vida. —Oh, eso no suena bien. —Estiró las piernas en el sofá, luciendo sus pantalones de cuero n***o, que iban ajustados perfectamente a su cuerpo.— Quiero que te decidas, para elegir la misma universidad, ir juntas y celebrar nuestro primer día juntas. —Que conmovedor —intervino Damian sentándose en las piernas de Bárbara —parecen siamés. —Envidioso. —Le lancé un almohadón pequeño que estaba a mi lado. —Hablando de estudios... Papá me dijo que te comunicaras lo más pronto posible con el señor Roger. Me quedé estática. —¿Y eso por qué o qué? —Tiene que reunirse contigo, —movía la muñeca de la mano con la palma abierta, tronándose los huesos— algo que debe informarte... —De acuerdo... —Asentí muy pensativa. El estomago comenzaba a rugirme fuertemente. Incluso la banana no había saciado el hambre. —¡Dios! Que hambre tengo. —Me quedje —¿Damian, que comeremos? —¿Y si vamos a comer al Tommy Mel's, el de siempre? Realmente me apetece. —Pasó una mano rascándose la nuca— ¿Que opinan? —Perfecto. Respondimos al mismo tiempo Bárbara y yo. Me puse rápidamente una chaqueta de mezclilla, encima de mi una camisa de tirantes roja. Y me dirigí al Honda Accord de Damian. Al tiempo que me iba a sentar en la parte de los asientos traseros, justo detrás del copiloto, mi teléfono sonó y me estremeció. No atendí la llamada inmediatamente, perdí algo de tiempo mientras me sentaba y sacaba el teléfono del bolsillo de la chaqueta de mezclilla. Todo un lío me volví. —Perfecto, ahora si. —Contesté la llamada que por suerte aún no habían colgado.— ¿Hola? Escuché unas carcajadas agudas. —¿Por qué te has olvidado de mi? Que mala... —¡Kenisha! —me alegró escuchar su voz, que no recordaba claramente— ¿Como estas? ¿Ya saliste? —Si, hace cinco días exactamente —pude distinguir como masticaba algo crujiente, imaginé que sería una galleta.— Estoy muy bien, ¡pronto retomaré mis vídeos! —¡Oh, eso es tan genial! Así podré verte más. —¿Tu cómo has estado? ¿Cuando vamos a salir a divertirnos? Te he echado de menos. Su voz era tan vivaz, que me relajaba oírla, me transmitía su emoción. —¡Estoy bien! Bueno, tu dime cuando podemos salir, justo ahora voy a comer a Tommy Mel's, —me puse entre los asientos de Damian y Bárbara y me incline entre ambos.— Con mi hermano y mi mejor cuñada. —¿El que esta cerca de la T20? —Si, ese... —¡Perfecto! —No me dejó terminar— ya voy para allá. Damian se estacionó, y nos sentamos en una esquina con un sofá curvo y una ventana que tenía un póster de Marilyn Monroe. Mientras veía la carta de comidas, una mano delgada me apretó el hombro y acto seguido una exclamación. —¡Emma! ¡Aaaah! Que emoción verte. Me besó la mejilla, y me rodeo el cuello con sus brazos suaves. Yo me levanté para corresponderle el abrazo. —¡Kenisha! Que bueno verte... —señalé a mi hermano y a Bárbara— Conoce a mi hermano Damian, y a mi mejor ami-cuñada Bárbara. Quienes extendieron su brazo para saludarla. Invitamos a Kenisha a sentarse con nosotros, y pedimos nuestra orden. Mi vista se desvió a un señor de gafas oscuras con pantalones sueltos; él me miraba detallandome, como si tratara de reconocerme. ¡Hasta que... Bingo! Los dos nos reconocimos al momento. —¡Emma, linda! —Se acercó con una servilleta en la mano, dejando en la mesa a dos hombres de traje casual. —¡Señor Roger! —Sonreí cortésmente. —Que casualidad encontrarte aquí, justo cuando quería reunirme contigo. Saludó a mi hermano y las chicas. Yo aún no podía imaginar el por qué de su interés en reunirse conmigo. Me parecía muy extraño, ya que solo lo vi una vez, y fue en su oficina cuando le llevé unos documentos. —Ya estoy viejo y perdiendo la visión, —sonrió haciendo un gesto con la mano— no estaba seguro si eras tu la hija de Thompson. —También tardé en reconocerlo, como solo lo he visto una vez... ¿Por qué querrá reunirse conmigo? Lo noté emocionado cuando me reconoció, me pareció muy extraño...