Antón.
.— estas es más que una cena, estás consciente de eso verdad.— me acerco a ella y la tomo por la cintura y mi rostro va a curva de su cuello.
.— Antón.— no querrás estar conmigo. No soy lo que busca un hombre como tú.
Parpadeo confundido. Mi mente busca algo, por lo cual no quisiera estar con ella, pero nada.
.— tú estás acostumbrado a mujeres experimentadas, yo no soy como ellas. — claro que no lo es y pondría mis bolas al fuego si me equivocó.
La tomo por la cintura, pero intenta zafarse de mi agarre. Una vez se suelta. Da la vuelta. Pero la detengo nuevamente.
.-¿para dónde vas?— la abrazo nuevamente, no te dejaré ahora que te tengo solo para mí, princesa.
.— entiende no… — no la dejo terminar, ya que me estoy impacientando.
.— entiende tú.— hablo en voz alta.— te deseo, como un hambriento, yo estoy dispuesto a …
.— soy virgen.— y mis palabras mueren en mi boca.— no soy lo qué quieres. Dice con un cierto toque de vergüenza.
.— será mejor que me vaya, disculpa por el tiempo perdido. Y ella sale como alma que lleva el diablo.
Cuando me doy cuenta ella va por la mitad del camino para ingresar a la propiedad, corro tras ella, le tomo la muñeca.
.— por favor espera.
La llevo nuevamente al invernadero, en donde está lista la cena, la cual pasa con una tensión que no me imagine jamás vivirla en la vida.
Primera vez en mi vida que no sé qué hacer ni como reaccionar a esto.
Ambos comemos en silencio, mis pensamientos vagan por mi mente como si fueran un océano.
Postre.— rompo el silencio para cortar la tensión.
abby levanta la cabeza y sus ojos chocan con los míos. Pero eso solo duran segundos, ya que los aparta y sé que está incómoda.
.— gracias por la cena, pero ya debo irme, es tarde y será complicado volver después. Se levanta, deja la servilleta en la mesa.
Sin que se dé cuenta ya estoy de pie a su lado, sin querer ella choca contra mi pecho y su naricita sale lastimada.
auch, me acerco y beso su nariz.— le pregunto si le duele—, pero ella arranca de mi tacto. —pero nuevamente habla.
.-me voy gracias por tu hospitalidad.
.-¿por qué te quieres ir?
.— por qué es tarde. Responde con la cabeza agacha aún.
¿CREES QUE SOY ESTÚPIDO?
¿Es una afirmación o una pregunta? Me mira y me muestra una sonrisa de superioridad.
.— dejemos de jugar. Le digo y mis manos se posan en su cintura y con mis pulgares la acaricio.
.— Antón, suéltame por favor debo irme.
Uno nuestros cuerpos y al oído le informo qué…
.— Al único lugar que iras será a mi cama.
Pov Abby
esta fue la cena más incómoda de toda mi vida, sabía que ser virgen me traería problemas y él lo dejó más que claro, por su silencio y su mirada perdida.
Cuando intento escapar, él me hace una declaración con voz dulce.
.— si guarde silencio es porque aún estoy pensando que fue lo tan bueno que hice para merecerte virgen, y llego a la conclusión que algo realmente bueno.
Une nuestros labios y el beso es feroz y con mucha pasión. Sus manos bajan a mi trasero, los aprieta y amasa a su voluntad. Los toma y me aprieta a su pelvis en donde siento su erección.
Con lo que siento que hay entre sus piernas mañana me tendré que ir en silla de ruedas, porque estoy segura de que esa cosa me partirá.
Me toma en sus brazos estilo princesa y yo enrollo mis manos en su cuello, lo miro confundida y con algo de temor.
Él me besa, con suavidad y me dice iremos a la casa.
Tu primera vez no será en otro lugar que no sea mi cama, pero no te preocupes, en otra ocasión te follaré en toda nuestra casa. — me dice.
Nos adentramos y me lleva directo a su dormitorio, al parecer no le peso nada, una vez llegamos él aún me tiene en sus brazos. Le pido que me baje.
Me mira y puedo ver que en ellos solo hay lujuria, pasión y algo más, pero que no logro descifrar.
No he levantado mi mirada, ya que no quiero que vea mi vergüenza, cuando me armo de valor, él me dice…
Si no estás lista para estar conmigo lo entenderé, lo dice sentándose en su cama.
.— no puedes dormir vestida - me dice con una pequeña sonrisa.
Claro, seré virgen pero no idiota. Préstame una de tus camisas. Da la vuelta y se adentra en su guardarropa.
Cuando me entrega la camisa me escanea y puedo jurar que una sonrisa cursa su cara por imaginarse como me quedara esa prenda.
Lo miro esperando que se retire para poder sacarme el vestido, cuando lo estoy por hacer recuerdo que este vestido se usa sin ropa interior.
Me volteo y le digo que hay un problema, su mirada me hace saber que siga hablando.
No tengo ropa interior, este vestido no se puede por su diseño.
Él agranda su sonrisa y me dice que es un buen espectador.
Mis manos tiemblan por los nervios, sé que esta noche pasara algo más que solo dormir con mi jefe.
Estoy tan metida en mis pensamientos que no me doy cuenta de que él se encuentra detrás de mí, me ayuda con el broche, este une la tela.
Sus dedos pasean por mi espalda, no sabes cuanto te deseo abby, pero lo único que me impide hacerte el amor es tu virginidad.
Porque después de que yo me hunda en ti, nunca más otro podrá tocarte.
—¿Qué significa eso?— es una promesa lo que me dice.
Quiero hacerte mía, ¿me dejas ser el primero?
Tantas noches tocándome en su nombre y soñando en este momento.
—sí— le digo en un susurro, que él escucha por estar a mi lado.
Y con esa promesa …
Continuará