7.

1332 Words
Llegar a la casa resulta ser la mejor parte del día, con solo entrar, Amadeo se echa a correr hacia mi como si hiciera siglos que no me viera y tan solo me queda agacharme un poco y tomarlo entre mis brazos — ¡Campeón! — le digo y lo abrazo con fuerza —¿cómo te has portado? — le pregunto separándolo un poco de mi para poder verlo a la cara y sonríe. —bene— (bien) me responde pícaramente. —¿Y has cuidado a tu mami y a tu hermanita? — indago y asiente. —Claro que si— me asegura y a cada vez que lo miro, no puedo creer lo afortunado que soy en ser su padre. —¿Y dónde están? — pregunto. —Arriba— —¿Vamos con ellas? — propongo y de inmediato él asiente haciéndome sonreír. Al entrar a nuestra habitación, allí veo a mi hermosísima esposa acostada boca abajo con Gianna cerca de ella y al escucharme, voltea a verme. —¡Mi amor! ¡Llegaste! — me dice con entusiasmo y se levanta de la cama para acercarse a mi y darme uno de esos besos de bienvenida que saben a gloria. —Amo llegar a casa— digo divertido y bajo a Amadeo quien rápidamente se sube a nuestra cama para ir con su hermanita y mientras que los vigilamos desde aquí, ella enreda sus dedos en mi cabello tal y como le encanta hacerlo y me mira a los ojos. —¿Qué tal todo en la empresa? —me pregunta y obviamente no le dire lo de la foto… —Todo muy bien, después te comentare con más detalles como va todo, pero primero déjame ir a saludar a la muñequita de la casa, ¿sí? — le pido y me sonríe mientras me suelta para que me suba a la cama y observe más de cerca a esta pequeña que podría pedirme el cielo si quisiera y vería la forma de dárselo —¿Cómo se ha portado la muñequita de papá? — le pregunto tomando su diminuta manito y sonríe —eres hermosa, ¿a que no? — le digo y verla sonreírme me roba el aire. —Será la consentida de papá, pero yo tengo a mi príncipe, ¿no? — escucho que dice acercándose a la cama y se sienta en el borde para extender sus brazos y que Amadeo vaya con ella —¿o no que tu eres mi consentido? — le dice a nuestro hijo y él tan solo asiente mientras que se abraza a su mamá y es la imagen más adorable del mundo. Sé perfectamente que la perfección no existe y la felicidad absoluta mucho menos, pero si yo me olvido de todo lo que ocurre afuera, esta es mi felicidad absoluta, mi familia… […] Después de haber disfrutado de una cena en familia mientras que ponía al tanto a mi esposa de los detalles del desfile y del desfile al que nos han invitado a ir en Mónaco, finalmente los niños se han ido a dormir, o al menos por algunas horas en el caso de Gianna. Ya duchado y con mi pantalón de pijama puesto, espero a mi esposa entre las sabanas y al verla salir del baño con ese camisón corto de seda que le queda increíblemente bien, una enorme sonrisa se dibuja en mi rostro —nunca entenderé como incluso después de dar a luz te mantienes con ese cuerpazo— digo completamente fascinado por toda ella. —Ejercicio y buena alimentación durante el embarazo— me responde coqueta mientras se sube a la cama y se acerca a mi peligrosamente. —Amore mio… que no podemos…— le advierto y ella en vez de alejarse, se acerca un poco más con la ayuda de sus rodillas a cada lado de mi cuerpo. —Fuiste tú quien comento acerca de las maneras que hemos aprendido a complacernos…— se defiende y solo ella es capaz de sacarme de este mundo y hacerme olvidar todo —¿cerraste la puerta con llave? — me pregunta sensual y asiento. —Si— respondo nervioso por la manera que se acerca a mi boca y sin poder resistirlo más, coloco mis manos en el espacio entre su cuello y su cabeza para terminar de atraerla hacia mi y besarla con fuerza. Ella acomoda su cuerpo sobre el mío de tal manera que la forma en que me roza me provoca y sonrió sobre sus labios —eres malvada— le digo sobre sus labios y sonríe triunfal. —Sabes que me encanta provocarte— me dice con picardía y antes de que pueda reaccionar, una de sus manos comienza a acariciarme como solo ella puede hacerlo y mi respiración se altera —no quiero descuidarte y que te busques a otra— bromea y reímos juntos. —Jamás ocurrirá eso— digo mientras mis manos ahora están en sus muslos y suben la tela de su camisón para llevar mis manos a sus glúteos —me encanta tener hijos contigo, pero esta parte es la difícil— bromeo y rio sobre sus labios. —No te preocupes, que me encargare de ti esta noche… eres el esposo más increíble del mundo— susurra sobre mi boca y muerde mis labios mientras que su cuerpo roza en el punto preciso del mío alterándome completamente —jamás me acostumbrare a sentirte así por mí, aun me parece un sueño que seas el hombre de mi vida y él padre de mis hijos— comenta sensual. —Reina, tú siempre me pondrás así porque todo lo que soy es solo tuyo…— —¿Solo mío? — me pregunta y asiento —¿entonces puedo hacerte lo que quiera? — cuestiona a modo de juego y vuelvo a asentir. —Lo que quieras— respondo finalmente y dicha estás palabras, mi esposa comienza su travesía por mi cuerpo, una que sé a que va y que me encanta porque siempre encontramos la manera de mantener este fuego en llamas sin importa que momento de nuestra relación estemos atravesando. Tal vez es por esto que la rutina del matrimonio no nos afecta, porque la destrozamos en medio de nuestros juegos, y en el caso de ella, sabe como y que hacerme para que mis manos se aferren a estas sabanas tal y como si mi vida dependiera de ellas. Amo como se hace con mi cuerpo, como me mira cuando sabe que no lo podre resistir más, y como después de conseguir su objetivo, vuelve a mi boca para besarme de la manera que lo hace que es entre pervertida y dulce, así como lo es ella cuando me tiene a su merced. —Te amo— me dice sobre mis labios. —Y yo a ti amor de mi vida…— respondo y rio nervioso sobre sus labios. —¿Qué pasa? — cuestiona. —Pasa que tú eres fuera de serie… deberías estar exhausta por la bebé, por acostumbrarte nuevamente a los cambios en tu cuerpo, y en cambio, estas aquí complaciéndome de esta manera… ufff— es lo único que puedo decir. —Los últimos dos meses del embarazo han sido muy difíciles y te tuve un poco abandonado, ya te lo dije, quiero cuidarte— murmura y la abrazo haciendo que caiga sobre mi cuerpo completamente. —Puedo resistir un poco sin sexo… no me iré de tu lado por eso— bromeo.   —Por si acaso… además, yo también te extrañaba, aunque sea de esta manera— confiesa y sin poder contenerme, la vuelvo a besar. —Nunca dejaras de ser aquella Valentina que lleve a navegar y que a partir de lo que ocurrió en aquel camarote se transformó en mi único vicio— —Cuando Gianna este más grande tenemos que volver… extraño navegar contigo— murmura. —Pronto… ahora y solo por ahora, iré un momento al baño y luego regresare a abrazarte y aprovechar estas horas de sueño, ¿te parece? — —Te acompaño— me dice guiñándome un ojo y reímos de manera cómplice. —Vamos entonces…— propongo y sin que ella deba moverse, la tomo en mis brazos para llevarla conmigo. Alguna vez en alguna entrevista de las pocas que hicimos, nos preguntaron cuales eras las claves de nuestra relación, y obviamente no podíamos mencionar que para nosotros el sexo es algo mucho más que solo algo físico, es nuestra manera de hablarnos y decirnos “te amo” sin pronunciar palabra, pero claro, eso no lo podíamos decir públicamente.
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