Al entrar al anexo, allí está Santiago esperándome, hace mucho tiempo que no nos veíamos, pero el sigue igual su corte de cabello, su manera de vestir, y hasta ese gesto cuando está preocupado continúan igual —hola, no puedo creer lo que me has contado— dice apenas me acerco a él y lo saludo estrechando su mano.
—Hola, yo no puedo creer que haya ocurrido, ¿te das cuenta? Mi familia está en peligro una vez más— sentencio con toda esta rabia e indignación que me consume por dentro.
Él asiente levemente —lo sé, entiendo perfectamente como debes sentirte, yo estaría igual que tú, pero necesito que dejemos todos esos sentimientos de lado y nos concentremos en lo importante— me pide y sé que tiene razón, que, si quiero que mi familia este bien, debo comportarme a la altura y ser un poco más frio en estas cuestiones.
—Hago mi mejor intento, pero ¿sabes lo que es recibir un anónimo amenazando a mi familia justo el día que nace mi hija? Además, llego al hospital, ¿Cómo sabían que estábamos allí? ¿nos están siguiendo o qué? — cuestiono en medio de mi arranque de furia que es difícil de controlar.
—No lo sé, ni siquiera sabemos quién o quienes están detrás de todo esto— responde y nuevamente nos encontramos como hace dos años atrás.
—Averígualo, necesito saber si esto proviene de alguien que ha terminado en la cárcel cuando desarmaron toda aquella red de mafiosos que estaban detrás de Esteban, o si se trata de un nuevo enemigo. No puedo permitir que mi familia esté en peligro, ya no se trata solo de Valentina y yo, aquí hay dos niños que no tienen culpa de nada y que voy a cuidar con mi vida de ser necesario. — le digo siendo lo más firme que puedo.
—Alex, te entiendo, créeme que yo haría lo mismo que tú, pero sabes perfectamente como es todo esto, tenemos que investigar, que dar con el o los responsables de todo esto, pero sabes que toma tiempo— me advierte.
Asiento —claro que lo sé, recuerda que todo esto ya no es nuevo para mí, que al parecer nunca habrá una manera de que mi esposa y yo podamos vivir tranquilos… lo único que te pido es que hagas tú trabajo, yo por mi parte ya aumenté la seguridad en la casa y los guardaespaldas, no voy a dejar que nadie se meta con mi familia— explico.
—¿Es el primer anónimo que recibes? — me pregunta mientras saca una libreta pequeña de su bolsillo.
—Sí, y justo el día que nace mi hija, ¿casualidad? — pregunto a la nada.
—Tal vez no… pondré a todo mi equipo a trabajar, hare que vigilen a cada uno de los que están presos para descartar la posibilidad de que puedan estar en contacto con alguien de afuera que esté trabajando para ellos, moveré cielo y tierra para que no les pase nada— me asegura.
—Por favor, si es necesario te pagare lo que sea— le aseguro.
—Es mi trabajo, no tienes que pagarme nada, te prometo que haré todo lo que este en mis manos— repite.
—Gracias… y Santiago, tengo un último favor que pedirte— le digo antes de que él se vaya.
—Dime—
—No le digas nada a Valentina, ella acaba de dar a luz y sabes perfectamente como el estrés, la preocupación y todo eso puede afectarle a una mujer en esta situación— le pido y no es que este subestimando a mi esposa, ni mucho menos que quiera ocultarle información, pero realmente quiero que ella y los niños estén bien, sobre todo Gianna que depende de su mamá al cien por cien.
—Tranquilo, no lo hare, pero si la situación se sale de las manos vamos a tener que decirle lo que está ocurriendo y tomar medidas más drásticas— me advierte y asiento inmediatamente.
—Eso ni lo dudes, si las cosas empeoran yo mismo hablare con ella y tomaremos las decisiones que sean necesarias— explico y sin más Santiago y yo nos despedimos acordando que cualquier noticia o cambio que ocurra, será informado inmediatamente.
[…]
Una vez que él se va, yo entro a la casa encontrándome con la tierna imagen de mi esposa sentada en el sillón de la sala con Gianna completamente dormida y Amadeo recostado a su lado apoyando su cabeza en un pequeño espacio que encontró en las piernas de su madre y hablándole a su manera de algo que me encantaría entender —están para la foto— irrumpo y mi esposa me mira sonriente.
—¿Dónde estabas? — pregunta y si hay una cosa que detesto, es mentirle.
—En el anexo, estaba buscando algo, pero no lo encontré, ¿Por qué bajaste? — indago.
—Es que no quería estar lejos de él— me dice y mira disimuladamente a nuestro hijo. Si hay algo que ella y yo nos hemos prometido antes de que naciera Gianna, es que nunca haríamos diferencias entre ellos dos y mucho menos haríamos que Amadeo se sintiera reemplazado por la llegada de su hermanita, es por eso que aún con todo lo que significa la llega de una bebé a la casa, estamos tan pendientes de él.
—Ya…— murmuro y me acerco a ellos —¿tienen hambre? — cuestiono y el primero en decir “si” es nuestro hijo.
—Yo también, muero de hambre— se queja mi esposa y sonrió.
—Bueno, entonces el chef Alessandro se encargará esta noche de la cena, ¿quieres ayudarme? — le pregunto a Amadeo y niega.
—Voglio stare con la mamma— me dice y lo miro serio.
—¿Y en español sería? — pregunto y resopla.
—Quiero quedarme con mamá— contesta finalmente y mi esposa sonríe triunfal.
—¡Ese es mi campeón! — lo felicita y le hace un poco de cosquillar.
—De acuerdo… entonces yo me iré solo a preparar la cena— bromeo y me doy la media vuelta para ir a la cocina mientras escucho la risa de mi esposa, y es exactamente esto lo que no quiero que perdamos, esta felicidad que en su momento nos costó tanto construir como para que ahora volvamos al principio.
Lo único que puedo esperar es que Santiago encuentre información que nos diga de donde pueden estar proviniendo estas nuevas amenazas, quiero saber si están ligadas al pasado o es que de alguna manera nos hemos creado nuevos enemigos. Quiero saber de quién necesitamos cuidarnos, es la única manera de tomar las medidas correctas. Tal vez estoy un poco paranoico, pero ¿Cómo no estarlo después de todo lo que vivimos?