2 días después
A pesar de mi negativa y de mi insistencia de que tal vez era mejor que ella y el bebé se quedaran, aunque sea un día más en el hospital, aquí estamos entrando a la casa después de que la gente de seguridad revisara cada rincón por orden mía. Mi verdadera intención, era poder tener un poco más de tiempo para contratar más gente para que nos cuidaran, pero bueno, mi esposa es la reina a la hora de hacer las cosas a su manera, y aquí estamos —bienvenida a casa princesa— le dice a Gianna y vuelve a besar su frente —tú papá y yo te hemos preparado un cuarto precioso en color rosa y gris lleno de muñequitos para que sonrías todo el tiempo— le explica tal y como si nuestra hija pudiera entender lo que le está diciendo, mientras que nuestro hijo sale corriendo con su nuevo coche a control remoto para jugar con este en el salón.
—Hijo, ten cuidado con esa mesa de cristal— le advierto y es que siempre tengo miedo que se golpee con ella y se corte.
—Va bene…— me responde y es evidente que es una manera de decirme “no me molestes.”
—No quiero pensar cuando sea un adolescente— bromea mi esposa y niego con la cabeza.
—No me digas eso que no estoy preparado aun— rebato divertido y me acerco a ellas —¿vamos arriba? Tú también tienes que descansar— propongo y sonríe.
—Vamos, ¿subes las cosas de la niña? — me pide y la beso castamente.
—Claro, ve primero— le indico repitiendo lo que hacíamos cuando cargaba a Amadeo cuando era un bebé y puede que sea sobreprotector o incluso paranoico, pero siempre iba detrás de ella por si se resbalaba o algo, siempre hago lo que puedo para proteger a mi familia y esto seguirá siempre así.
Al llegar a la habitación de Gianna, vuelvo a mirar cada detalle como si pudiera haber alguien aquí y que nosotros no nos diéramos cuenta, y una vez que dejo las cosas de la niña en su lugar, me acerco a la ventana que da al jardín trasero de la casa para asegurarme de que los empleados de seguridad estén en sus puestos. Todo parece tranquilo, la piscina está cercada con la malla de seguridad como siempre, y donde comienza el muro que limita nuestra casa con la de los vecinos, están apostados tres de los hombres que le pedí que estuvieran allí —mi amor, ¿Qué tanto es lo que miras por la ventana? — me pregunta mi esposa regresándome a la realidad y al darme la vuelta, la veo intentando hacer dormir a nuestra pequeña.
—Nada, solo asegurándome que estuviera todo en orden— explico cerrando la cortina y me acerco a ella —nunca lograre no emocionarme viéndote así con nuestros hijos, es la imagen más hermosa que pueda existir en el universo, bueno… junto a la de verte desnuda en nuestra cama, pero ese es otro asunto— comento y ella lleva una de sus manos a mi boca para callarme.
—Oye… que está la niña— me regaña divertida y sonrió.
—Ella aún es muy pequeña, no nos entiende— me defiendo y se sonríe.
—Bueno, eso sí… pero por ahora Alessandro Mancini, te tocara aguantarte… te gusta hacer bebés, perfecto… pero no todo es color de rosa después del parto— advierte de manera sensual y rio bajito.
—Lo sé, ya pasamos por esto una vez, y hemos aprendido que hay muchas maneras de complacernos mutuamente además del sexo… pero no hablaremos de eso ahora, solo me limitare a decir que te amo y que no hay situación en este mundo que no esté dispuesto a atravesar si es contigo y con nuestros hijos— le informo y la manera que sus ojos se iluminan en estos momentos es sencillamente hermoso.
—Me encanta ser la princesa que has salvado de los malos— me dice imitando las palabras que le dije cuando era un niño y me acerco a su boca mientras que nuestra hija nos observa y sonrió.
—Princesa, tu no mires esto— le digo y cuidadosamente cubro sus ojos con mi mano sin apoyarla en su rostro y beso a su madre —y a mí me encanta que seas mi reina, porque ya con Gianna has subido de rango en el reino de la familia Mancini— bromeo.
—¿O sea que ahora soy tu reina? — cuestiona sensual.
—Oh si cariño…—
—Me gusta…—
—Me gusta que te guste, y te juro que me quedaría todo el día aquí contigo besándote mientras nuestra princesa nos mira, pero no quiero que el príncipe Amadeo se lastime, ya sabes que ese pequeño necesita supervisión constante— bromeo haciéndola reír.
—Por favor, ve y evita que termine lastimado— me pide divertida y me despido de ambas con un beso en la frente para después ir con Amadeo y jugar con él para que no sienta que la llega de su hermanita le ha robado la atención.
Al regresar al salón, allí veo a Amadeo completamente entretenido con su juguete, pero al percatarse de mi presencia, él se levanta rápidamente del suelo y corre hacia mí —juega conmigo papi— me pide jalándome de la mano y a pesar de que debería hablar con Marco para que me dé un informe acerca del plan de seguridad, decido darle prioridad a mi hijo y sentarme con él en el suelo mientras me muestra lo rápido que va el auto cuando pulsa a fondo el botón del control remoto. Desde el día que él llego a nuestras vidas, todas nuestras prioridades han cambiado haciendo que a cada momento entienda un poco más todo lo que hizo Salvatore con Valentina, es verdad eso que dicen que los hijos hacen cambiar las prioridades de las personas y solo cuando nació Amadeo lo entendí.
Valentina y yo hemos aprendido a tomarnos nuestros tiempos como familia para poder disfrutar de esas cosas que no van a volver de la niñez de nuestro hijo y sé que ahora lo repetiremos con Gianna, pero la verdad es que tengo miedo que esos terceros que vuelven a amenazar empañan absolutamente todo. Escucho unos pasos provenientes del pasillo y al levantar mi mirada, ahí veo a Mauricio —señor Mancini, el señor Santiago Miller ha llegado y tal y como usted lo pidió, lo espera en el anexo— me explica y asiento.
—Cuídalo y si mi esposa pregunta por mí no le digas que estoy reunido con él, solo dile que estoy encargándome de unas cosas en el jardín— le pido mientras me levanto del suelo y le doy un beso en la frente a mi hijo —ya regreso campeón— le digo y rápidamente salgo a mi encuentro con la única persona que me puedo ayudar con todo esto.