Caminé directo a clases con todos mis pensamientos y emociones revoloteando a mi alrededor. Eliot era un bastardo que no dejaba de recordarme la razón que tenía David al hablar todas esas pestes de mí.
¿Qué derecho tenía el para hablarme así?
La mayoría de las personas en la universidad me miraron apenas entre por los pasillos. Ya estaba acostumbrada. Siempre tenían algo que decir respecto a mi, si no era mi color de cabello, era el guardarropa que usaba o lo atractiva que era, tenía que admitir que me gustaba que envidiaran mi vida.
Hasta que todo se tornó crudo.
Yo era una persona con instintos sexuales peligrosos, me gustaban los hombres, mucho a decir verdad y no me daba miedo que todos supieran lo sexualmente activa que era, incluso muchos hablaban de la lista de los afortunados que tuvieron la dicha de tenerme. Pero esta vez era distinto, ya que la rompe corazones como todos me apodaban se había enamorado...
Apreté mis puños apenas lo recordé.
David Lane
Algunos decían que era lo que me merecía por ser tan promiscua y otros más me defendían y odiaban a David por hacerme sufrir. Yo prefería no comentar al respecto, no quería que vieran lo mucho que me afectaba su engaño. Solo habíamos andado por cuatro meses y pensé que había encontrado al hombre ideal.
Que ingenuidad.
Mi popularidad no era algo que hubiera buscado, solo había llego a si, sin más y al parecer se había quedado para jamás irse. Lo peor de todo era que no podía ni siquiera comer a gusto sin que todos mirara expectantes a mi mesa y no soltaran algún comentario despectivo. Era la comidilla de todos por las razones incorrectas.
Alex y Deyna me miraron preocupados, en los últimos días no había respondido ninguno de sus mensajes e incluso pensaron que estaría muerta para ese entonces.
—En cualquier momento va a explotar —susurró Alex comiendo con ansiedad una papa frita.
—No la culpo... mira. —me señala—. Incluso se cambió su color de cabello, el rubio le queda hermoso, pero esas ojeras no se ven tan bien.
Estaban hablando de mí como si yo no estuviera presente, esto era increíble. Reí irónica y Deyna desvío la mirada hacia Alex.
—¿Aún sigue viendo hacia aquí? —Pregunto Deyna y Alex se estiro lo suficiente para mirar sobre su hombro.
—No... ¡Si! —se agachó rápidamente—. Diablos. Vio cuando lo vi —dijo alterado.
—Si saben que escucho todo lo que dicen ¿no? —dije mientras trataba de permanecer con la atención en mi comida la cual estaba intacta hasta ese momento.
—Realmente no, como ignoras todo lo que decimos pues... —Alex soltó un puchero y se encogió de hombros con disgusto.
Entorne los ojos, eran insoportables cuando se preocupaban por mí. Trate de ignorar a todos, incluso a mis mejores amigos, pero la risotada escandalosa de todos en la mesa a cinco metros de nosotros llamó incluso la atención de todos en el lugar. No tenía que levantar la mirada para saber de quién se trataba aun así lo hice. Eliot estaba sentado sobre la mesa, miraba su celular mientras los trogloditas de sus amigos reían escandalosamente y como si sintiera mi vista sobre él, levantó su rostro hacia mí y sin querer nuestras miradas se conectaron hasta que un segundo después desvío la mirada y yo hice lo mismo. La risotada de David llamo mi atención, hasta ese momento me di cuenta qué era verdad que miraba hacia mi dirección. Entorne los ojos fastidiada. El sonrió cuando me vio y se lamió los labios de forma descarada. Odiaba que hiciera eso, no sabía como me había enamorado de él en primer lugar. Era sumamente celoso, nada cariñoso y cuando lo hacíamos... bueno era mejor que lo olvidara ya. Pero al parecer el no lo había olvidado aún. Le susurró algo a Kevin, mientras no alejaban su atención de mí, después volvieron a reír mientras me miraban burlescos.
Algo dentro de mí se encendió como pólvora, su jueguito me estaba colmando la paciencia, sin poder contenerme me levante con osadía y camine directo hacia él.
¿Quería jugar?
Pues íbamos a jugar.
Ignore todo por completo, los llamados de los chicos y las miradas expectantes de todos en la cafetería, me valió mierda lo que los demás pudieran pensar porque no solo de mí iban a hablar ahora. Me paré frente a él, me escudriño con la mirada y sonrió burlón.
—¿Bienes por más lindura?
¿A ti quién te llamó idiota?, mire a Bruce con desagrado, era otro de sus amigos.
—Te gusta que te hagan gritar como una zorra en celo ¿No es verdad?, o te encantan tanto los p***s que has venido por más de uno.
Todos rieron a acepción de Eliot quien se mantuvo al margen mirando la escena
—Yo me apunto gustoso. —Kevin se mordió el labio viéndome descaradamente.
Apreté mis puños y rechiné mis dientes. Pero con la mejor actitud pude sonreí al final.
—Tienes razón —dije calmada mirando como todos se quedaban callados ante mi aceptación—. Me encantan los p***s, aun que no cualquier pene.
Sonreí mirando a David.
—Lo siento por todos los que piensan que tienen una oportunidad conmigo... —los señalé—. Porque tuve la idiotez de probar la carne de buey. —Alce la ceja sugerente—. Les aviso, los animales castrados no son de mi agrado. —Sonó un gran abucheo en la cafetería.
Aún que nadie sabía a lo que me refería con tan solo ver la mirada aterrada del pálido me conforme. David me miro amenazante entonces mi sonrisa se hizo más amplia al saber que esta vez era yo quien lo tenía en mis manos. Lo tenía sujeto de las bolas. Levante mi meñique sobre su cara y él abrió los ojos como plato.
—¡¿Aun que saben que?! —Alce la voz para que todos escucharan—. ¡¿Saben a quién más le encantan los p***s?!... —lo mire con una sonrisa ladina.
Jamás pensé que verle el rostro lleno de pánico y terror fuera tan satisfactorio.
Reí por dentro.
—No te atrevas. —David me tomó del brazo con fuerza susurrándome las palabras.
Con demasiada alegría me alejé de él y seguí hablando, por más que quisiera no iba a volver a callarme.
—¡David! —Todos lo miraron—. Ahora que nos estamos sincerando sobre lo nuestro porque no también les dices que quien gritaba más de los dos eres tú, bebé.
Silencio.
Si, para todos era una sorpresa que el gran macho David Lane le gustara recibir también. Cuando lo encontré en la cama con otro hombre lo que menos pensé era verlo morder la almohada mientras lo penetraban por detrás. Tan hombrecito que decía ser. Lane me miro tan furioso que ni siquiera preví que fuera a lanzarme un golpe. Si, el muy cobarde le iba a pegar a una mujer. Tape mi cara y solo espere a que el golpe llegara lo cual nunca sucedió. Tayler se había interpuesto entre nosotros y fue él, quien recibió el golpe en la mejilla. Todo paso tan rápido que de un segundo a otro David y Tayler hacían en el suelo peleando. Todo se salió de control y más porque los amigos de David salieron a su defensa. Yo me arrojé sobre la espalda de Lane queriendo quitárselo de encima, Eliot me tomó por la cintura tratando de alejarme de la lucha, así que empecé a golpearlo a él también.
Un jodido desastre.
Al final todo termino como se suponía, arrastrados a la dirección. Esperamos afuera de la oficina del rector para hablar cada uno sobre la pelea, por suerte el primero en entrar fue David, así no le tendria que ver la cara.
—Gracias. —Toque su rostro preocupado, mañana se vera peor—. No debiste interferir.
—No iba a permitir que... ¡auch!- soltó una mueca de dolor y lo miré avergonzada—. Que ese idiota te tocaría un pelo si yo estaba ahí. —sonreí.
Tayler era un verdadero Ángel.
Ni siquiera había visto que estuviera en la cafetería. Cuidadosamente me fui acercando a su mejilla y agradecida lo besé tiernamente.
—Gracias... —Volví a decir.
Acuno mi rostro, me tensé ante su tacto y me miro cauteloso ante el movimiento que estaba por realizar. Poco a poco se fue acercando a mí casi rozando mis labios, pero al final giré mi rostro y su beso pego en mi mejilla. Tayler era un buen amigo, pero no podía ilusionarlo, sabía que él tenía sentimientos más fuertes por mí.
Siempre lo supe.
Era por eso que jamás me involucraría con él, por más caliente y guapo que fuera, porque lo que yo vería como una sola vez él lo tomaría como esperanza y no quería perderlo de esa forma. Tayler entró a la oficina después de que David saliera y se largara solo dedicándome una fría mirada.
Ya estamos a mano.
Me quede solo.
O casi solo.
Eliot me miraba de soslayo con ojos filosos. Me crucé de brazos y quise ignorarlo, pero como siempre fue imposible.
—Jodido show que hiciste. —Boquee ofendida.
—¿Yo?... tu amiguito fue quien empezó primero
—Si no lo hubieras buscado ni hubieras dicho todas esa sarta de mentiras sobre él nada de esto estaría pasando. —bufé.
Esto era el colmo.
—En primera, todo lo que dije es verdad —. Le recalqué—. Y segunda, no iba a seguir permitiendo que él dijera todo eso sobre mí.
—Como sea, ahora hay que pensar que le diremos a tu padre cuando pregunte por qué nos suspendieron de la escuela.
Lo miré mal, pero tenía razón, mi padre no podía saber de esto.
O me mataría.
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—¡¿Qué?! —alce la voz—. ¿Limpiar los vestidores durante un mes? —dije atónita.
Tenía muchas cosas que hacer por la tarde, como salir con mis amigos, hacer tareas, ver Netflix y ahora pasaría todas mis tardes limpiando los horribles vestidores llenos de sudor por un mes y lo peor de todo era que lo haría junto a Eliot.
—Eso o suspensión por una semana más las disculpas obligatorias de las dos partes.
—Eso nunca. —Enseguida dije.
El rector me miro despectivo ante mi falta de cooperación. Entorne los ojos y bufé por lo bajo.
—Está bien —asentí derrotada.
No me quedaba de otra.
Nunca le pediría una disculpa al idiota de David Lan así tuviera que limpiar los vestidores por un mes y soportar al insoportable de mi hermanastro.