Ethan
Yo sabía que ella no lo sentía, estaba seguro de que lo había hecho a propósito pues mi hija ahora tenía cara de picardía y enojo, mucho enojo, no le había gustado lo que vio, no le parecía agradable que se acercaran a mí y estaba seguro que no sería la primera vez que haría algo así, no, ella había sido clara, nada de novias.
Yo no tenía ganas de una, de hecho, estaba a punto de pedirle que mantuviera las distancias, de una forma caballerosa, más tranquilo, sin ningún tipo de malos tratos, bueno, yo era un adulto ella una niña, era chica y todavía no diferenciaba todas las cosas, aunque esto lo había hecho con todo su conocimiento.
- Tranquila - Pia respondió apretando los dientes - Estoy segura que lo fue.
- Claro - se acercó a mí - Quiere otro - me mostró el vaso - Con más crema, porfi - pestaño con una sonrisa.
- Yo te lo hago - la castaña nos interrumpió - No me molesta - Deni la miro de arriba abajo.
- Estás ensuciando - señaló el suelo y se volvió a mirarme.
- Puedo cambiarme y te lo hago - la vuelve a mirar.
- No, gracias - volvió a mí - Papi - tome aire.
- Yo te preparo otro - Lourdes habla desde la puerta.
- Gracias Lulu - mi hija me volvió a abrazar.
- Será mejor que te laves Pia - la miro - Y con respecto a lo otro, gracias, pero no - movió la cabeza despacio y salió por la puerta directo a cambiarse.
Camine tomando aire y pensando en mis propias palabras, necesitábamos hablar sobre lo que acababa de pasar, repasar sus acciones para que entienda que lo que hizo está mal, cada parte de lo que hizo lo está, porque simplemente tiene que hablar conmigo y luego las cosas vuelven a la normalidad.
Cerré la puerta y volteé con mis brazos cruzados para mirarla, ella se acomodó en la silla y me observó tranquila, sus ojos estaban en los míos, sus piernas se movían de atrás hacia delante y ahora llevaba dos trenzas bien hechas.
- Vaya, quedo bien - señaló su cabello.
- Lulu tiene una hija, sabe peinar, es mamá - muevo mi rostro.
- Por eso quieres a Lulu ¿Por qué es mamá y está casada? - miro sus manos - Denisse… - tomó aire y lo soltó.
- Sí, ella no te mira raro - la observo confuso - Muchas mujeres te miran, tú no, pero ellas sí - me senté en la silla que está a su lado.
- Pero yo no, no me interesa mirarlas hija - tome sus manos - Tienes que estar tranquila con eso, no quiero una novia y tú no puedes tirarle refrescos a cada mujer que se me acerque - hace una mueca.
- Ella estaba haciendo lo mismo que en las teles, no me gusta, le pareces lindo - comencé a reir.
- Bueno, pero a mí no me gusta - sus ojos se abrieron grandes - Así que, tranquila. - hizo un mohín.
- ¿Y si alguna te gusta? - pensé un momento.
- No creo que eso pasé - respondí sinceramente, conocía a la mitad del pueblo y ninguna llamaba mi atención.
- Pero, ¿Sí te gusta? - tome aire.
- Veremos qué pasa cuando eso sea así.
Sus ojos se entrecierran un poco, no dijo nada, solo me observo, se bajó de la silla y salió de la oficina a sentarse en la barra, para tomar su licuado. Aproveche ese momento para imprimir unos carteles de “se busca niñera”, algo que hizo a mi hija protestar porque no quería ninguna mujer en casa, pero yo no estaba dispuesto a poner un chico a su cargo, ningún se quedaría solo con mi hija en los horarios que yo no estaba en casa.
Creo que eso sólo aumentó sus travesuras, el domingo me quedé en casa con ella, aprovechamos para hacer sus tareas y teníamos al menos unas siete reuniones con diferentes mujeres del barrio, esa sencillos un par de preguntas de mi parte y ver cómo se llevaban con Denisse un rato a sola, sobre todo por la manipulación de mi pequeña traviesa.
La primera mujer no logró pasar la puerta de casa, mi hija no tuvo mejor idea que prender los aspersores en el momento justo en que sus pies pisaron el camino de piedra a la entrada, la razón o su justificación a eso fue.
- ¿La viste vestida? - parpadeo - Se le veía las bubis, es niñera, porque muestra sus bubis - la rete, pero no podía contradecir aquello.
La mujer había venido con un vestido corto, sandalias y un escote pronunciado que dejaban entrever gran parte de su busto, no creo que la vista fuera para mi hija, más bien parecía que venía por mí.
La segunda chica era una adolescente, estaba en una onda punk o no sé, tenía la piel muy blanca, mucho delineado n***o, la mitad de su cara estaba tapada por su cabello, tenía piercings en la nariz, labio, ceja y mascaba chicle.
- Me gustan los niños - hablo tranquila - Tengo seis sobrinos, los cuido siempre - hizo un globo.
- ¿Eso es un tatuaje? - Deni se levantó asombrada.
- Sí, ¿Te gusta? - sacó su brazo para mostrar una calavera con una gran flor en uno de sus ojos, era lindo, llamativo.
- Ooh, quiero uno - abrí mis ojos - ¿Puedo hacerme uno? - me miró y negué.
- Tengo unos temporales, te los traeré y los pondremos donde quieras - me levante como un resorte del sillón.
- Gracias, te llamaremos si has quedado - la acompaño hasta la puerta con mi hija siguiéndola completamente divertida.
- Gracias, nos vemos amiga - chocaron los cinco.
- Chau Ximena - movió la mano y cerré la puerta - Me gusta, contratemos. - aplaudió.
- No - su rostro se contrajo enojado.
- Malo - volvió al sillón.
La tercera mujer vino bien vestida, pero pasó más tiempo coqueteando que prestando atención a mi hija, entonces mi pequeño demonio no tuvo mejor idea que traer su colección de gusanos para mostrárselo, ella hacía abono para las plantas, una flores que cuidaba en el patio, lo aprendió de Tita, una mujer del restaurante que arregló la plaza principal, tenía un vivero en el centro, a unas cuadras del restaurante, ahora no lo atendía siempre, solo iba a veces y dejaba a su ayudante.
En fin, mi hija dejo caer “accidentalmente” las lombrices encima de ella, lo que provoco gritos, descontrol y risas de parte de mi pequeña mientras ella corría en círculos, tuve que sacar algunas lombrices de su cabeza y luego salió enojada.
- ¡Es un demonio! - piso con fuerza mientras se sacudía.
- ¡Chau! - la saludo aun sonriente.
- Estas castigada - entre en la casa.
- ¿Por qué? - me siguió.
- Deni, necesitamos una niñera, te has encargado de echar a todas las personas que conocemos, no puedes, simplemente no puedes hacer esto, tengo que ir a trabajar - cruza sus brazos.
- Ellas no quieren cuidarme, quieren estar contigo - parece enojada.
- Voy a contratar a la que me parezca a mí, ahora a tu habitación - me observo más molesta.
- No - tome aire.
- ¡A tu habitación! - pegó un salto en el lugar y parpadeo.
- Te odio - fue lo único que dijo antes de salir disparada por las escaleras.
Camine a la cocina para servirme un trago, no tenía idea de cómo haría esto, mucho menos como me aseguraría que Deni no les hiciera la vida imposible, todo se estaba complicando mucho, cada decisión que tomaba o acción que hacía nos llevaba a un punto muerto, uno que la dejo a ella, sin mirarme por todo un día, por más que me disculpe.
A mediados del miércoles, todavía no tenía niñera, las bromas de mi hija se corrieron igual de rápido que lo hizo mi divorcio, nadie quería venir, no querían saber nada con el pequeño “demonio” que ahora no solo se comportaba mal, sino que tenía problemas en la escuela, una escuela en la que estaba entrando en este momento.
- Señor Davis, gracias por venir - saludó a la directora.
- Buenos días, ¿Qué pasó? - la observó nervioso.
- Se lo que pasó con su mujer, entendemos la situación, vimos que se han puesto al día con las tareas, pero la actitud de Deni no es la mejor, se duerme en clase, está enojada, contesta mal y dice que pasa muchas horas en su trabajo - suspiro.
- No consigo niñera - suspiro - Estoy intentando ponerme al corriente en todo, conseguí los turnos para los médicos, estoy poniéndome al día en todo lo que me han pedido, no puedo dejarla sola en la casa - su rostro cambia a pena
- Lo entiendo, juro que sí, pero estamos en la obligación de avisar a servicios sociales cuando las cosas no funcionan bien en las casa y claramente usted no puede con esto, existen otras opciones - me levanté.
- ¿Qué? - tomo aire ¿Me la quieren sacar? Es mi hija, mía, me tiene a mí, la cuido, me encargo de sus tareas, que se bañe, coma, trae todo lo que piden, pasamos horas haciendo cada cosa que se les ocurre y me la quiere quitar - niego.
- Ella no descansa como debe, no puede estar trabajando hasta las horas que tiene usted, debe tener horarios, descansar como es debido, estudiar, comer, usted solo hace dos de esas cosas - niego - Está es la última advertencia, o modifica las cosas o llamaremos a servicios sociales - apreté mis dientes y afirmé.
- Claro, gracias - giré y salí de ahí.
Mis pies se movieron por el pasillo lo más rápido que podía, una especie de nudo se me atravesó en mi garganta, el aire no pasaba, no había forma de que pasara, no podía con todo esto era mucho, mucho para mí, no podía respirar, me faltaba el aire.
Me subí a mi camioneta y me quedé ahí, quieto mirando el volante, mis manos lo golpearon repetidas veces, grite molesto antes de volver a centrarme, tome aire, una larga bocanada antes de prender la camioneta e ir al restaurante.
Entre sin ánimos, pensando en que iba a hacer, mis manos estaban hechas un puño, cada parte de mi cuerpo estaba tensa, mis hombros duros, la mirada en cualquier otro lugar, yo estaba en otro lugar, tanto que no me di cuenta que choqué a Tita.
- Lo siento - suspire y me observo.
- Te ves perturbado querido ¿Quieres un té? - eleve una ceja.
- Yo debería atenderte, es mi restaurante - movió la mano.
- Las costumbres, vamos, tomemos asiento - afirmé y la seguí.
- Lourdes, traes un té para Tita y un café para mí - ella afirmo y me acomode - ¿Cómo estás Tita?
- Mejor que tú seguro - hice una mueca - ¿Qué pasa Ethan? - la observé un momento.
- Me separe. - hable por fin
- Gracias a Dios - elevo mis cejas - Perdón, pero era una perra, aunque ya sabía - sonríe de lado.
- Todo el pueblo lo sabe - afirma.
- La gente es muy cotilla - susurra - Dime, ¿Estás mal por eso? - niego.
- No, la escuela quiere quitarme a Deni, no consigo niñera, sus horarios no son los adecuados, le falta atención - su mano toma la mía.
- Todo tiene solución - nos dejan nuestras tazas - Sabes no iba a venir hoy, estaba en casa, algo aburrida y dije, saldré un rato, podemos llamarlo destino - sonríe - Extraño a mi nieta, mucho, también a mi hija, pero todas ellos están en la gran ciudad, ya sabes, viviendo - mueve la mano - Aunque mi nieta no parece muy feliz con aquello - piensa - En fin, los chicos de hoy - me río.
- ¿Es muy joven? - niega.
- Treinta y seis años - responde tranquila.
- Igual que yo - afirma.
- A mis ochenta y tres, ustedes parecen muy jóvenes - bebe su té - Yo te cuidare a Denisse, puedo ir unos días a tu casa y otros me la dejas, la buscare por la escuela y haremos la tareas, trata de organizarte, calma las aguas con el colegio, es momentáneo, los cambios suelen traer muchos problemas, sobre todo los precipitados, cada acción tiene su reacción - parpadeo.
- ¿La cuidarás? - afirma.
- Te dije, extraño mucho a mis niñas y adoro a la tuya, creo que ella me quiere, podremos hacer algo juntas - me levante sonriendo.
- Gracias Tita, gracias - bese su mejilla. - Te prepare tu comida favorita - se ríe.
- Solo hazme de esos alfajores de colores.
- Macarons - afirma - Claro, te los haré.
La luz entre tanta tormenta, papá siempre lo decía y no se equivocaba.