Capítulo 3

2721 Words
Aprovechando de que su poder para sanar funcionaba directamente con el tacto, Aaron fingió hacer una extensa revisión del hombre, haciendo unos ruiditos desde el fondo de su garganta que en realidad no indicaban nada bueno o malo, pero aun así, habían transformado a Esteban en un completo desastre ansioso a su espalda. Prácticamente, el lobo omega más joven podía sentir su mirada quemando en su nuca con cada uno de sus movimientos. —¿Te importa si también reviso sus heridas? —preguntó observando sobre su hombro, sin querer alejar su mano del antebrazo del alfa mientras ocultaba la luz que emitía su mano con su propio cuerpo. Su lobo le decía, que si perdía directamente el contacto con Liam, la muerte le ganaría. —Por supuesto que puedes verla —exclamó el preocupado padre, inmediatamente saltando a su lado para ayudarle a tirar las mantas hacia atrás y exponer un trabajado cuerpo. Pero a diferencia de otros alfas que había conocido, especialmente los que eran líderes de sus manadas, Liam no parecía tener más músculos que cuerpo. Sí, el hombre tenía su cuerpo definido y marcado, pero no de forma excesiva, que casi llegaba a verse grotesca ante los ojos de Aaron. —Ves, no lucen como si estuvieran infectadas —comentó Esteban, señalando las heridas de diferentes longitudes a lo largo del abdomen y pecho del alfa, cada una de ellas cerradas con puntos. Y aunque ciertamente no lucían mal, su lobo se removió inquieto en su mente, diciéndole que algo no estaba bien ahí. —¿Puedes retroceder nuevamente, por favor? —pidió, ya que era imposible cubrir la luz emitida a través de sus manos debido a su poder si el hombre mayor se encontraba frente a él, observando con atención todo lo que hacía. —Claro, por supuesto —asintió y retrocedió un paso. Observándolo, Aaron soltó un suspiro y se quitó la mochila de su espalda antes de volver a concentrarse en Liam. —¿Sabes? Realmente no me puedo concentrar si te me quedas mirando de esa forma —comentó mientras se inclinaba ligeramente sobre el cuerpo del alfa y fingía revisar una de las heridas, sus dedos picando por seguir utilizando su poder. —Lo siento, no pensé en ello —expresó con una mueca—. ¿Crees que puedes ayudarlo? —preguntó, sin moverse. Soltando un suspiro, Aaron se enderezó y observó directamente a Esteban. —Te seré sincero y te diré que necesito un estudio más completo para decirte lo que está mal con tu hijo —anunció y su mirada viajó al rostro de Liam, apreciando esos mechones rubios cobrizos haciendo un contraste en la pálida piel enfermiza del rostro—. Creo que deberé de quedarme más tiempo con él —decidió. —¿Qué significa eso? —preguntó el omega contrario, conteniendo su respiración. —Que creo tener la posibilidad de salvar a tu hijo, y planeo salvarlo —anunció, y esta vez le observó fijamente—. Pero eso será un proceso largo —indicó. —Está bien, comprendo eso —asintió, removiendo sus manos juntas de forma ansiosa—. ¿Significa esto que te estarás quedando? —Considerando todo lo que tardamos en llegar, no me conviene ir y volver, sin contar que tu hijo necesita de mi atención las veinticuatro horas —respondió. —Gracias a Dios te quedarás —exclamó Esteban con un profundo suspiro—. Iré a prepararte una habitación inmediatamente. Y por supuesto que Aaron decidió tomar aquella oportunidad. —Seguiré tomándome mi tiempo para estudiar las heridas de tu hijo —expresó, a lo que por supuesto que el omega contrario aceptó fácilmente sin hacer preguntas al respecto. —Volveré enseguida —prometió Esteban antes de retirarse de la habitación apresuradamente. Una vez estuvo completamente a solas con su nuevo paciente, Aaron inmediatamente alzó sus manos y las colocó directamente contra el pecho descubierto del alfa. —No te irás esta noche, ni ninguna otra mientras yo esté aquí —gruñó antes de cerrar sus ojos y concentrarse con su lobo. En una lenta exhalación, Aaron reunió todo su poder y lo concentró en sus manos, logrando que aquella luz cálida y verde saliera del centro de estas y actuaran sanando cualquier cosa que estuviera arrastrando a Liam al bode de la muerte. El cambiaformas omega contó mentalmente hasta cinco, que era normalmente el límite de tiempo en el que podía utilizar su poder y esperó arrastrar de vuelta a su cuerpo el intenso dolor por el cual el alfa debía de estar sintiendo en ese momento. Pero, nada ocurrió luego de los cinco segundos, ni a los tres minutos, ni después de ello. Extrañado de que el dolor que Liam estaba sintiendo no apareciera en su propio cuerpo a medida que su poder actuaba sobre él, alejándolo de aquella sombra que apestaba a muerte, Aaron levantó sus parpados para contemplar al inconsciente alfa. Ante sus ojos azul violeta, Aaron contempló como aquella palidez enfermiza que había estado sobre el rostro del alfa retrocedía lentamente, dejando un tono mucho más natural. Y entonces, su lobo gimoteó con disgusto cuando una oleada de cansancio le invadió totalmente tras pasar su límite. Lo cual era un poco extraño, ya que esta era como el tercer paso, el llevarse el dolor de sus pacientes hacia su propio cuerpo era el segundo tras utilizar su poder, por lo que su sorpresa fue genuina cuando el mundo comenzó a dar unas pequeñas vueltas divertidas de la nada. Soltando un pequeño ruidito sorprendido, Aaron dejó de utilizar su poder por un momento y tomó una profunda respiración para calmar su malestar, extrañado del cansancio extremo que lo estaba abordando de la nada con un fuerte golpe. —Tu habitación ya ha sido preparada —anunció Esteban tan pronto como entró en la habitación—. Te he puesto en una que está cerca a esta para que puedas recurrir a Liam cuando te necesite, espero que no sea un problema —expresó. —No, está bien —aseguró y respiró profundo y corto antes de mover torpemente sus manos para volver a cubrir al alfa. —¿Estás bien? —preguntó el hombre mayor tan pronto como contempló que Aaron perdió el equilibrio tras alejarse de la cama y darse media vuelta. —Sí, lo siento, solo estoy algo cansado con los viajes y todo esto —expresó mintiendo solo en parte. Después de todo, no creía que su malestar fuera solamente debido por haber utilizado demasiado su poder, a cualquiera le cobraría factura el terminar un trabajo para entrar rápidamente a otro, sin contar del viaje entre ellos. —Por supuesto, entiendo —asintió Esteban, inmediatamente enganchando uno de sus brazos en el supuesto beta para ayudarle a caminar firme—. Lo siento, debí de haber pensado en ello cuando llegamos, no traerte directamente con mi hijo para que lo revisaras —expresó culpable. —Solo estabas preocupado —excusó apenas concentrándose en mover un paso delante de otro. —Aun así, te atrapé y saqué de tu casa el mismo instante en el que estabas volviendo —indicó, abriendo una puerta—. Ni siquiera hemos comido adecuadamente, ¿tienes hambre? —preguntó observándolo con horror. Si era sincero, Aaron sí tenía algo de hambre, pero difícilmente creía que en ese momento podría soportar lo que era bajar y subir esas escaleras para luego enfrentar a aquellas personas que apenas y si había logrado distinguir antes de ser llevado al segundo piso. —Lo siento, pero creo que en este momento necesito más descansar mi cuerpo que otra cosa —expresó, tomando asiento en la orilla de su cama. —Aun así, no es bueno que te quedes toda la noche sin cenar cuando ni siquiera creo que hayas almorzado apropiadamente, ¿cierto? —le observó—. Bajaré y le diré a alguien que suba tu comida, no te preocupes por ello —prometió antes de alejarse—. Ponte tan cómodo como quieras, piensa en esta habitación como la tuya propia —expresó retirándose. Quedando completamente a solas, Aaron se permitió simplemente caer descuidadamente sobre la cama con un pequeño sonido sordo y cansado. Pero tan pronto como su cabeza tocó el colchón, su lobo inmediatamente apareció en su mente, empujando suavemente mientras gimoteaba angustiadamente ante el alfa en la otra habitación. —Estará bien —pronunció el lobo omega, soplando suavemente para empujar los largos mechones rubio arena fuera de su rostro—. Me aseguré de sacarlo de las garras de la muerte antes de salir de esa habitación, ¿recuerdas? —expresó en tono bajo. Su respuesta no pareció dejar muy feliz a su lobo, pero tan cansado como este también se encontraba, se quedó callado de momento sin volver a insistir al respecto. Cerrando sus ojos, el cambiaformas omega quiso caer en la tentación de simplemente quedarse dormido en ese mismo instante, pero primero tenía cosas que hacer. Necesitaba tomar una ducha urgentemente, echarse inhibidor de aroma y buscar un lugar donde guardar una reserva especial de este. Ahora, si sus ojos no pesaran tanto como su cuerpo, Aaron probablemente hacía tiempo que se había movido y cumplido con ello. Arrojando un suspiro cansado, Aaron alzó su camiseta y la olfateo un poco para arrugar su nariz al sentir, entre el hedor a la transpiración, una suave fragancia dulce que él, como supuesto beta, no debería de emitir. Solo eso, fue suficiente motivo como para que Aaron impulsara su cansado cuerpo hasta volver a sentarse en la cama y luego se levantó de esta, teniendo que quedarse quieto unos segundos y tomar profundas respiraciones para calmar el movimiento bajo sus pies. En serio, él realmente no sabía por qué el dolor que había sanado de Liam y que supuestamente debía de viajar a su cuerpo no había aparecido aún, pero en ese momento en que se sentía más cansancio que persona, realmente lo agradecía. Aunque claro, si su cabeza le hubiera lanzado la alerta que siempre le advertía cuando estaba al límite de abusar de su poder, se habría detenido mucho antes de que aquella oleada de cansancio le golpeara con una fuerte abofeteada. Tal vez, su lobo había sentido realmente el peligro en que estaba ese hombre y por ello había ignorado abiertamente aquella advertencia de su cuerpo para detenerse, porque sabía, que si lo hacía, Liam probablemente no habría pasado de esa noche sin su presencia en la casa. Tomando su mochila del suelo, Aaron buscó en las tres puertas de la gran habitación, encontrando un closet para guardar su ropa, una que daba a un pequeño balcón que daba a la vista a un hermoso jardín trasero lleno de flores y finalmente el bendito baño. Y si así de grande era la simple habitación que le habían cedido para su estadía, no quería ni imaginarse como sería el resto de la casa, muy probablemente era el doble de grande que la de su antiguo alfa líder. Desvistiéndose, el lobo omega se metió a la ducha y un ruidito de puro gusto escapó de sus labios cuando el agua tibia golpeó directamente con su casado cuerpo, dándole un leve consuelo. Tardándose lo suficiente y tal vez un poco más, tan pronto como Aaron salió de la ducha, cogió su mochila y sacó un inhibidor de aroma en spray y lo roció en todo su cuerpo. Había también unas pastillas que podían anular el dulzón aroma del omega por doce horas, que era más tiempo de lo que cubría el formato en spray, pero esas significaban mucho más dinero con el cual Aaron podía contar, por lo que obviamente lo descartó. Secando su cuerpo, sintiendo como la pesadez se iba, pero en cambio dejaba una sensación de somnolencia del puro cansancio, el lobo omega se vistió y salió del baño secando su cabello justo en el momento en que su puerta era golpeada. Alzando su camiseta limpia, Aaron se aseguró de que no hubiera ninguna clase de aroma en esta y luego se acercó a la puerta para recibir a Esteban, solo... Que no era él quien se encontraba del otro lado. —Le dije a Esteban que se quedara a comer abajo y le prometí que te traería tu comida —anunció el alfa contrario—. Soy Nicholas, el primo de Liam, el alfa a quien supuestamente has venido a ayudar —expresó. —Aaron —pronunció y retrocedió, permitiendo que el hombre visiblemente más grande entrara en su habitación temporal. —Aaron, bonito nombre —expresó con una sonrisa de labios antes de trasladarse hacia la zona donde estaba ubicado un juego de sofás—. ¿Dónde te ha encontrado el tío Esteban? —indagó mientras colocaba cada plato sobre la pequeña mesa de centro. —En mi cabaña, estaba volviendo de un viaje —respondió, acercándose y tomando asiento en un sofá individual. —¿Un viaje de...? —Negocios. —¿Engañando a personas? —Por si engañar te refieres a sanarlas, sí, eso es lo que hago —respondió tranquilamente, observando casi con agua en su boca la deliciosa comida servida ante él. —Seré honesto contigo, el tío Esteban está buscando en todos lados alguien que le diga lo contrario de lo que ya todos sabemos y asumimos, por lo que te pido que no seas malo y no juegues con él y sus sentimientos prometiéndole y dándole falsas esperanzas sobre Liam —expresó con un tono preocupado, lo que le hizo sonar más bien como una advertencia. —¿Qué te hace creer que estoy jugando con él? —preguntó—. Y por más preocupado que esté por su hijo, estoy bastante seguro de que se habría dado cuenta en el primer instante si fuera un estafador —indicó. —Es un omega preocupado por su único hijo, creo que en este momento realmente es una persona que puedes manejar fácilmente dándole algo de esperanza que el doctor Bruce le ha ido arrebatando de a poco para no golpearle con todo —argumentó observándolo con algo de dureza—. Él no está solo aquí, ni en esto. —Eso es bueno de ver, porque creo que necesitará el apoyo de otros —asintió—. Y por mucho que me gustaría seguir hablando contigo al respecto, sé que sin importar lo que te diga, tú seguirás dudando de mi palabra hasta que veas con tus propios ojos los resultados —comentó. —El médico de la familia le ha dado a Liam solo hasta esta noche, no se lo he dicho aún al tío Esteban porque estaba de viaje buscando a su supuesto salvador y tampoco creo que se lo diré ahora porque se sentirá culpable de haber pasado todo el día afuera cuando perfectamente podría haberlo estado pasando con su hijo —expresó—. Pero, si mi primo realmente logra pasar esta noche, supongo que te daré el valor de la duda considerando que me lo pidieron personalmente y me aseguraron de que al menos te tomaste la molestia de realmente revisarlo tan pronto como llegaste. —Estoy perfectamente bien con eso —pronunció Aaron observando al alfa contrario de ojos verde y cabello castaño oscuro. —¿No deberías de estar molesto? —preguntó alzando una ceja—. Prácticamente te he insultado con esto —indicó. —Tal vez debería de estar algo molesto, pero en este momento realmente estoy cansado y hambriento como para pensar realmente en ello y ofenderme como debería de hacerlo —expresó tranquilamente—. Ahora, si no te molesta, planeo comer un poco antes de caer en la cama y no despertar hasta mañana —explicó. Nicholas le observó fijamente sus largos segundos con el ceño fruncido antes de finalmente dejar escapar un suspiro y sacudir la cabeza como si no pudiera comprender algo antes de retirarse de la habitación para el alivio del cambiaformas omegas. Y si así había sido un aparente integrante de la familia con solo unos segundos de conocerlo, Aaron presentía que no tendría exactamente una mejor versión de los demás, aunque al menos sintió algo de preocupación siendo expresada en el rostro del alfa con sus palabras.
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