Capítulo 2

2905 Words
A pesar de que los píes de Aaron lo estuvieran matando en ese momento de puro cansancio, el omega de igual forma se movió en su cabaña, abriendo su escondite especial, el cual consistía en remover una tabla del suelo junto en un escalón de la escalera, para guardar en el interior todos los alimentos no perecibles que le habían regalado. Viendo que este se encontraba lleno con los que había escondido antes de ser interceptado por el alfa de la manada Safford, el lobo omega se dio la vuelta colocándose detrás de las escaleras y removió la tabla bajo el segundo peldaño, esta vez guardando todas las cosas en el interior. Tal vez exageraba un poco con ello, pero considerando que había encontrado la cabaña mientras vagaba sin rumbo, perfectamente le podría pasar lo mismo a otra persona, y al creer que no había nadie habitando en ella, consumiría todos sus alimentos. No estaba en contra de compartir comida, pero tampoco estaría muy feliz si toda ella desapareciera con todo lo que había trabajado para conseguirla. Con eso listo, Aaron se levantó y sacó de la mochila las otras cosas que le habían regalado, dejando en el interior los cambios de ropa nuevos y guardando unos viejos junto a los inhibidores de aroma, plantas que podría necesitar y un poco de comida para su viaje de vuelta a casa. Tomando asiento un momento, se fijó que nadie estuviera fuera de la cabaña a través de su puerta abierta, y bajó su mano hacia sus pies, donde una destellante luz verde y cálida salió desde la palma. Retirándola rápidamente tras escuchar sonido, Aaron se enderezó y se levantó de la cama, sintiendo como algo del dolor punzante en sus pies había desaparecido. Su lobo gimoteó en respuesta, queriendo que volviera a utilizar su poder para eliminar completamente la molestia de sus pies, pero Aaron lo descartó tomando su mochila. Aunque lo intentaran, no serviría de nada, ya que, por alguna extraña razón, sus poderes no parecían funcionar muy bien en sí mismo a diferencia de otras personas. Sí, al utilizarlos aliviaba el dolor un poco, pero este nunca desaparecía completamente solo con su poder, siempre había tenido que hacer algo más o beber algo más como cualquier otro cambiaformas. —¿Estás listo? —cuestionó Esteban desde el marco de la puerta, observándolo ansiosamente. —Sí, ya podemos irnos —asintió, saliendo de la cabaña. Dándose vuelta para cerrar bien la puerta, Aaron aprovechó la oportunidad para olfatearse suavemente así mismo, asegurándose de que el efecto del inhibidor de aroma no había desaparecido y entonces siguió al otro hombre. —¿Qué tan lejos estamos de tu manada? —cuestionó mientras se disponía a caminar a su lado. —Todo depende —respondió, guiándolo a través del bosque. —¿De los descansos que nos tomemos? —pensó. —No, se cómo estará la corriente del agua y el viento —corrigió sin mirarlo, su mirada fija en el frente mientras avanzaba con un paso algo apresurado y firme. —¿Agua y viento? —repitió con curiosidad—. ¿Eso significa que estaremos viajando en un barco? —cuestionó. —Pero primero, estaremos viajando en un auto —anunció, señalando la carretera frente a ellos. —Vaya, parece que sí recorriste un camino en mi búsqueda —expresó con sorpresa. —No me interesa cuantos kilómetros debo de recorrer si con ello puedo llevarte a casa para que trates a mi hijo —expresó con firmeza. —¿Sabe el alfa líder de tu manada de que estás llevando a un completo extraño a su territorio para tratar a tu hijo? —indagó—. Porque por mucho que quiera ayudar, tampoco quiero tener problemas. —No debes de preocuparte por nada más que ver a mi hijo —prometió el omega, saliendo a la carretera y observando a ambos lados antes de poder avanzar hacia un auto rojo estacionado no muy lejos de ellos—. Todo está arreglado, tu única preocupación será tratarlo —juró. Asintiendo satisfecho con la respuesta, Aaron se subió en el asiento trasero del automóvil y saludó al conductor. —Vaya, realmente lograste encontrar a alguien —comentó la mujer alfa cuando Esteban se subió en el asiento de copiloto. —Te dije que lo haría —respondió, y le hizo un gesto para que pusiera el auto en marcha. —¿Cuánto tiempo llevas esperándome en mi cabaña? —preguntó Aaron, observando al omega mayor con curiosidad. —Solo desde esta mañana —respondió Esteban—. Tenía la esperanza y toda la fe de encontrarte este mismo día. —¿Qué pasaba si no volvía a casa? —indagó. —Habría vuelto a hacer llamadas para ver si alguien me daba información al respecto —respondió como si nada. Lo cual despertaba la curiosidad de Aaron al respecto, ya que no era muy común que un omega tuviera tantas conexiones ni el poder suficiente como para ser escuchado realmente. En su antigua manada de origen, Omar Terbell veía a los omegas meramente como objetos, seres inferiores que solo tenían el papel en su manada de lucir bonitos, estar callados y obedecer a los demás, especialmente a él. Sabía que no en todas las manadas veían a los omegas como seres inferiores debido a su lado sumiso, lobo pequeño y necesidad de servir a los demás como lo hicieron en su antigua manada, pero hasta ahora, en la mayoría de las manadas en las que había estado, o los veían como seres inferiores, otros los respetaban hasta cierto punto y estaban aquellos que los trataban por iguales. Pero a pesar de ello, nunca observó que realmente a un omega tuviera influencia en otros. Lo que le hacía pensar de la posición de Esteban en su manada o en esta misma. —Una pregunta, ¿por qué no podemos simplemente hacer todo el viaje en auto? —preguntó, observando entre ambas personas sentadas frente a él. —Porque debido al desastre de hace dos años, cuando el suelo se sacudió, hubo un derrumbe de tierra que destrozó cada camino que nos podía llevar hacia nuestra manada, lo que nos cortó totalmente la conexión con el exterior —respondió el omega mayor—. Como en nuestra manada los canales se cruzan tanto como las calles por todo el pueblo y estos llegan al exterior, Liam utilizó su cabeza de genio y comenzó a darles un verdadero uso, lo que abrió nuevas puertas y se estableció un firme comercio —explicó. —¿Cómo es que se abrió un comercio gracias a utilizar canales? —preguntó curioso por la innovadora idea. —Debido a que la manada Barness tal vez fue la que más afectada se vio con la sacudida de la tierra, pero no la única —anunció la mujer—. Las manadas por los alrededores también nos vimos afectados, y como tenemos algunos ríos que conectan con los de la manada de Esteban, nos volvimos a conectar, siendo la manada Barness el principal punto de encuentro, ya que todos los caminos terminaban ahí —explicó. —Vaya, eso es utilizar la cabeza —murmuró Aaron—. Me sorprende que el alfa líder hubiera aceptado tal cosa, no todos son muy felices que otros lobos invadan su tierra, aun si es por el beneficio de esta —expresó. —Es precisamente por eso que he decidido ayudar a Esteban a encontrarte —anunció la mujer alfa—. A nadie nos conviene que los ríos se cierren. —¿El alfa líder cerrará el comercio a menos que el hijo de Esteban se mejore? —preguntó Aaron. —No, Liam nunca cerraría estas nuevas rutas cuando le ha hecho tanto bien a la manada, pero no puedo decir lo mismo de quienes nos rodean —expresó Esteban con seriedad. —¿Tu hijo es el alfa líder de la manada Barness? —preguntó directamente. —Lo es —asintió—. Por eso necesito de tu ayuda. Y eso le explicaba a Aaron como era posible que el omega parecía tener conexiones e influencias, había sido la pareja del líder en su momento, lo que le daba cierto poder y rango dentro de la manada, respeto. —Recuerdas que te dije que no te doy la seguridad de que lo sanaré, ¿cierto? —indicó solo para estar seguro. —Creo que podrás averiguar por qué las heridas de Liam no parecen mejorar, tienes conocimientos con las hierbas medicinales —expresó, observándole rápida, pero significativamente a través del espejo retrovisor. Comprendiendo rápidamente de que el omega mayor no parecía particularmente interesado en discutir el estado de su hijo frente a otras personas, Aaron guardó silencio mientras se dedicaba a observar el paisaje a través de la ventana, con el anochecer cayendo lentamente a su paso. Cuando el automóvil finalmente se detuvo cerca de un muelle, el lobo omega tomó su mochila y se bajó del auto junto a su nuevo posible cliente. —¿Podremos viajar aun si la luna ya está en lo alto del cielo? —preguntó Aaron una vez Esteban terminó de despedirse de la persona que les había traído. —No hay problema, las corrientes de los canales con tranquilas a diferencia del mar abierto —aseguró el omega mayor, dirigiéndose al muelle donde, por arte de magia, alguien apareció de la nada con un bote. —Realmente debería de preocuparme que parezca que tengas todo calculado —expresó, observándolo bajar la pequeña escalera para subirse al bote con la ayuda de otro hombre. —No tengo que tiempo que perder —expresó alzando sus brazos—. Lanza tu mochila —ordenó. Soltando un suspiro, Aaron se quitó su mochila y se la entregó al otro omega. Siempre había confiado en los instintos de su lobo que lo alertaba del peligro, y si este no le estaba diciendo nada particularmente del otro tipo, lo seguiría de momento. Después de todo, con una sola mirada podía decir que la preocupación por su hijo era realmente sincera. Bajando la pequeña escalera, Aaron pegó un pequeño salto y cayó en el bote, logrando que este se tambaleara un poco ante el repentino movimiento. —Tomen asiento, la corriente está demasiado tranquila esta noche y no hay viento, así que usaremos el motor —anunció el beta que conducía. Tomando asiento al lado de Esteban, Aaron se sorprendió un poco cuando este colocó su mano sobre la suya tan pronto como la lancha se puso en movimiento. —Muchas gracias por esto —expresó sobre el sonido del motor, sin alzar la voz realmente. —Aún no he hecho nada —le recordó. —No, pero el que me hubieras escuchado y seguido, el que nos dieras realmente una oportunidad es lo que dice todo —pronunció con una pequeña sonrisa—. Ni siquiera seguiste insistiendo o me corregiste en el auto cuando aminoré el estado de Liam a pesar de lo que te dije en tu cabaña —expresó. —Me llamó un poco la atención aquello, pero era obvio que no deseabas hablar de ello frente a esa mujer —recordó. —No es por esa mujer en específico ni nada —indicó—. Liam es el líder de nuestra manada, no será bien visto que esté tan mal siendo un alfa, si ya estamos sufriendo por los desafíos de una insistente manada, los otros se sumarán al enterarse y será un verdadero desastre —expresó—. En las condiciones en la cual se encuentra mi hijo, ni siquiera es capaz de levantarse de la cama, está inconsciente —dijo con la preocupación abordando su rostro nuevamente. —Entonces, ¿la razón por la cual no despierta tu hijo es debido a las heridas? —indagó. —No lo sé —negó—. Él terminó su duelo con una victoria, tuvo sus heridas, pero ninguna se veía realmente fatal —contó—. Entonces con el pasar de los días contemplé como iba decayendo y luego un día simplemente no se podía levantar de la cama, por más que el médico lo revisó y le dio medicamentos, nada ocurrió —explicó. —Está la posibilidad de que alguna de sus heridas se pudo haber infectado —pronunció pensativo. —Eso es lo peor, Bruce asegura de que las heridas no muestran signo de haberse infectado, aun así, ninguna ha mostrado mejora y luego Liam simplemente cae en picada —exclamó y pasó las manos por su rostro—. No sé qué es lo que ocurre y me está matando el no poder hacer nada más qué observar cómo mi hijo se está alejando cada vez más de mí —expresó. Observando como el hombre se inclinaba hacia adelante, casi derrumbándose ahí mismo frente a él. Aaron sintió como su lobo se incomodaba con ello y le pedía que hiciera algo para ayudarlo. Pero, ¿qué se suponía que iba a hacer? Su poder solo servía para sanar heridas y enfermedades, no algo que provocaban las mismas emociones de una persona. —No te diré ni prometeré de que todo estará bien —pronunció, alzando una mano para colocarla en el hombro de Esteban en forma de silencioso apoyo—. Pero juro que intentaré y haré todo lo posible para ayudar a tu hijo. Y si su malestar está dentro de mis habilidades, no me detendré hasta que despierte y esté bien otra vez. —Eso es todo lo que necesito que hagas, que lo intentes —expresó, alzando su mano para colocarla sobre la del omega más joven—. Ya estamos entrando a nuestra manada —anunció, enderezándose tras reconocer el camino. Alzando su mirada, Aaron intentó observar a su alrededor, pero realmente no había mucho que pudiera visualizar estando ya todo oscuro gracias a la noche sobre sus cabezas. —Es más hermoso de día, las calles rebosan de personas y alegría —comentó Esteban. —Me imagino que es así —asintió, e imitó al otro omega cuando este se levantó tan pronto como el bote se detuvo tras pasar un puente. En silencio, ambos se bajaron y subieron una escalera hasta llegar en la parte de arriba del puente. —Hay que caminar un poco más, este es el centro del pueblo —explicó Esteban. —¿Es seguro caminar de noche solos? —indagó. —Completamente seguro, a diferencia de otras manadas, nosotros respetamos a todos por igual y tenemos libertad de expresión, aun si eres un omega —explicó—. Lo único que no toleraba mi esposo era cuando alguien intentaba abusar de otro gracias a su tamaño o estado como alfa, y eso es algo que Liam siguió. Las injusticias no son bien vistas y el abuso de cualquier forma no está permitido. —He estado en muchas manadas, pero creo que sería la primera en la que he escuchado que traten a sus miembros con igualdad pura —comentó contemplando como cruzaban otro puente—. Otros dijeron lo mismo, pero contemplé en primera persona como los mismos miembros no seguían realmente estas normas y el líder o bien no estaba enterado o le restaba importancia concentrándose en otros asuntos más importantes —contó. —Aquí no, Marcos siempre se aseguró de tener un ojo tanto en los asuntos de la manada como en los mismos miembros y mi hijo es igual, ambos dicen que no tiene sentido proteger y ayudar personas que no quieren hacer lo mismo —contó con cierto orgullo. Guardando silencio, Aaron asintió sin decir ni una palabra más, después de todo, tendría que quedarse más tiempo para comprobar las palabras de Esteban y para ello primero tenía que verificar el estado de Liam. —Es aquí —anunció, abriendo una reja a media altura rodeada con un arco de arbusto por lo alto. Contemplando la gran casa de tres pisos, Aaron siguió al hombre mayor por el corto camino del jardín delantero y subieron al pequeño porche. Abriendo la puerta, Esteban ni siquiera le dio la oportunidad a Aaron de observar bien el interior de la casa al tomar su mano y llevarlo directamente hacia las escaleras, ignorando a las personas que estaban en la sala de estar hablando. —Esta es la habitación de Liam —anunció, abriendo la puerta y tirando de él al interior. Ignorando el comportamiento ansioso y un poco descortés del contrario, Aaron se lo dejó pasar y se dirigió a la cama en el centro de la gran habitación, quedándose algo sorprendido por la hermosura de hombre atractivo que se encontraba postrado. ¿Cómo era posible que alguien que estaba enfermo aun así lograra verse bien? Aaron no lo sabía, pero j***r si no le había sorprendido aquello. Prácticamente, podía ver y sentir la enfermedad emanando del cuerpo del alfa. —¿Qué sucede? —cuestionó Esteban ansiosamente cuando no le vio a hacer nada. —No es nada —respondió, agitando suavemente su cabeza antes de terminar de acortar la distancia entre ellos. Tan pronto como colocó su mano en el alfa, sintió que algo iba horriblemente mal en su cuerpo y su lobo inmediatamente intentó empujar contra él para querer ayudarlo. Si no hacían algo pronto, no creía que Liam pudiera lograrlo esa noche.
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