Capítulo 4

2665 Words
Cuando Aaron despertó, decir que no estaba sorprendido al descubrir que todo cansancio y dolor que había sentido durante la noche ya había desaparecido completamente, estaría mintiendo. Porque sí, a pesar de que tras terminar su primera sesión con Liam solo se había alejado con un cansancio extremo de este, luego de haberse bañado y llenado su estómago con comida, se había recostado solamente para sentir una fiebre repentina cubriendo todo su cuerpo y pequeños pinchazos de agujas, como pequeñas hormiguitas caminaran sobre su piel, dejando un ardor a su paso con sus pequeñas patitas puntiagudas. Al menos agradecía que el dolor que lo atormentó parte de su noche no había sido mucho considerando que había atendido al alfa estando casi al borde de la muerte. Estaba seguro de que aquello significaba que Liam había estado sufriendo mucho, razón por la cual se encontraba inconsciente, por lo que ese leve destello de dolor fue bien recibido aun si era extraño no haber tomado exactamente la misma cantidad por la cual el alfa estaba pasando, como con sus anteriores pacientes. E incluso, se sentía bien descansado a pesar de la noche que había tenido, pero bueno, no siempre podía dormir en una gran cama con colchón extra cómodo, en una habitación el triple de grande que su cabaña y con su estómago lleno de deliciosa comida, incluso había tenido la oportunidad de bañarse sus buenos minutos con agua tibia y no helada como hielo, lo que realmente ayudó a caer como un tronco en la cama junto a todo lo demás acontecimientos. Sentándose en la cama, Aaron estiró sus brazos sobre su cabeza y soltó un gran bostezo antes tirar las mantas hacia atrás y levantarse. Mientras se dirigía a la puerta de vidrio que había descubierto que le llevaba a un pequeño balconcito, Aaron estiró su camiseta y la olfateó arrugando inmediatamente su respingona nariz de botón al encontrar que su aroma dulzón había comenzado a salir a flote. Corriendo la puerta de extraño vidrio esmerilado que volvía borrosa la imagen del exterior, el lobo omega contempló el sol en el cielo anunciando haber salido hacia menos de una hora. Bueno, tal parecía que algunas costumbres nunca se perdían, y luego de haber pasado tantos años despertándose temprano para ser de utilidad en la casa de su ex líder Terbell, obviamente no iba a poder quitar ese hábito en unos días o meses. Cerrando la puerta, Aaron se dirigió a su mochila abandonada en los sofás de la habitación y luego fue a la otra puerta que lo dirigiría al clóset. Observando los cajones y colgadores que ocupaban el cuarto, incluso los espacios para guardar los zapatos, la mirada del cambiaformas omega fue hacia su única mochila y negó. —Ni en sueños podría llenar cada uno de los cajones con ropa —murmuró, dirigiéndose hacia una de las cómodas para desempacar su escasa ropa. Observando los dos cajones apenas ocupados con su ropa, Aaron inmediatamente buscó el escondite para sus inhibidores de aroma. Acercándose a un espejo de cuerpo completo dentro del cuarto del closet, Aaron observó su reflejo en este y arregló su cabello para que cubriera nuevamente sus ojos azul violeta. Saliendo del cuarto del clóset, Aaron observó la bandeja de anoche que seguía sobre la pequeña mesa de centro. Tomándola, el lobo omega salió de su habitación y su mirada fue inmediatamente hacia la que estaba frente a la suya, donde aquel alfa pelirrojo descansaba. Inmediatamente su lobo empujó en su mente, pidiéndole que entrara para comprobar y ayudar al alfa. Observando el vacío pasillo, Aaron abrió la puerta de la habitación de Liam y su mirada inmediatamente reparó en el hombre recostado, contemplando como su pecho se movía suavemente en parsimonia. Ver que seguía respirando le dio la suficiente tranquilidad a Aaron como para volver a salir. Aunque deseaba quedarse y seguir ayudando al hombre apuesto, en realidad sería bueno tener más información detallada respecto a la situación del lobo alfa. Aunque sus poderes siempre hacían la mayoría del trabajo, siempre era bueno tener toda la información. Encontrando las escaleras, Aaron las bajó y observó a su alrededor sin saber a dónde ir. —Disculpa —pronunció, deteniendo a una joven omega—. ¿Sabes dónde está Esteban? ¿El hombre que me trajo aquí ayer? —preguntó. —Claro, el señor Esteban se encuentra en este momento en el despacho —respondió y observó la bandeja en las manos de Aaron—. Déjame eso, yo lo llevo a la cocina. —Muchas gracias —le sonrió. —No hay problema —respondió y le observó curiosa—. Mi nombre es Cindy —anunció. —Soy Aaron. —Ahora que sabemos nuestros nombres, puedo preguntar si realmente me puedes ver con tu cabello así —indagó curiosa la joven omega, lo que le sacó una risita al contrario. —Sí, aunque no lo creas puedo verte con mi pelo así —aseguró. —¿Y por qué no te descubres los ojos? —parpadeó. —¿Soy algo tímido? —respondió, consiguiendo que la omega resoplara divertida. —Apuesto que eres muy guapo sin eso —comentó, batiendo sus pestañas dulcemente. Y aunque Cindy era algo bonita, no sólo parecía ser mucho más joven que él, sino que ambos eran omegas y lo más importante es que le gustaban más los hombres. —Será mejor que no estés coqueteando con el invitado del señor Esteban, Cindy —advirtió otro joven exactamente igual a la omega, con su figura pequeña y delgada, rostro bonito, ojos color caramelo. Si lo único que los diferenciaba, era que mientras Cindy tenía su cabello n***o hasta su cintura, el otro joven lo tenía corto, además de tener una parte en su cuerpo que indudablemente lo tomarían como hombre. —No estoy coqueteando con él, Dy —gruñó y se dio media vuelta simplemente dejándolos. —Si te molesta su coqueteo, dímelo y hablaré con ella, terminó con un alfa recientemente y se le ha metido en la cabeza que sería buena idea buscar un beta como pareja —explicó. —Está bien, no hay problema, fue algo divertido —aseguró—. ¿Eres el hermano mayor? —Menor por un mísero minuto —resopló—. Puedes llamarme Dy, generalmente siempre estamos por aquí luego de la escuela para ayudar a nuestra madre en sus tareas —explicó. —Soy Aaron, y me gustaría hablar más contigo, pero realmente me deseo encontrarme en este momento con Esteban —expresó. —Por ese pasillo, dobla a la izquierda y es la segunda puerta —indicó—. Cuando quieras me dices y te dibujo un mapa, esta casa es tan grande que hasta yo me pierdo a veces —expresó alejándose alegremente. Siguiendo la indicación de tan singular par de hermanos, Aaron se dirigió al despacho de Esteban y alzó su mano para llamar la atención, pero se detuvo a último minuto cuando escuchó una fuerte discusión desde el interior. Y a pesar de que sabía que no era exactamente de buena educación escuchar conversaciones ajenas, mucho menos a escondidas, Aaron no pudo evitarlo cuando mencionaron el nombre de su paciente y luego el suyo, anunciando que la discusión se trataba sobre él. Observando fijamente la puerta, el lobo omega cerró sus ojos e intentó concentrarse. —¿Estás escuchando seriamente lo que has dicho, Esteban? ¡Es una completa estupidez! —exclamó una voz femenina. —¿Por qué es una estupidez buscar otras opciones para que ayuden a mi hijo? —expresó Esteban tranquilamente—. Si las personas aquí no me están dando una respuesta, entonces tengo que buscar en otros lados. —Escucha lo que estás diciendo, Esteban. Hasta donde sabemos, ese tipo puede ser solo un estafador buscando donde pasar la noche y llenar sus bolsillos de dinero —argumentó—. Y aun así, te has tomado la libertad para decidir por tu propia cuenta traer a ese beta sin la autorización del alfa líder y como si eso no fuera suficiente, has tenido el descaro también de permitirle quedarse en la casa de los Barness, nuestra casa —respondió con tono irritado la mujer. —Primero, ese tipo tiene un nombre, que es Aaron, y sería bueno que lo comiences a llamar así porque como tú has dicho, se estará quedando en la casa de los Barness, mi casa también —le recordó con dureza—. En segundo, Aaron no es ningún estafador ni ladrón, tengo pruebas que respaldan sus palabras sobre sanar personas. Tercero, desde que Liam, el actual alfa líder de la manada se encuentra incapacitado para tomar decisiones, yo tengo el poder para hacerlo en su nombre —expresó. —No estás pensando correctamente —gruñó. —Perdí a mi marido y estoy a punto de perder a mi hijo, perdón si a diferencia de ti quiero utilizar todos los medios posibles y hacer las cosas impensables con tal de salvarlo —respondió irritado—. Tú deberías de entenderme mejor que nadie, Isabela. Sintiendo como la tensión comenzaba a subir hasta el punto en que podía verla reflejada claramente a pesar de la puerta que los separaba, Aaron alzó su mano y golpeó firmemente tres veces. —¿Esteban? —llamó, no obteniendo nada más que un silencio sepulcral del otro lado, casi peor que la tensión que había estado sintiendo antes. Entonces, la puerta repentinamente se abrió, mostrando al omega pelinegro. —Aaron —exclamó, su voz reflejando sorpresa mientras que en su mirada había miedo. Temor seguramente de que pudiera haber escuchado algo de su conversación no muy agradable. —¿Interrumpo? —preguntó dudoso, sintiendo la pesada mirada intensa de la mujer con la cual había estado hablando Esteban. Alta, delgada, con cabello rojizo y ojos verdes, Isabela dio un paso adelante, logrando que Aaron pudiera contemplarla mucho mejor a través de su delgado cabello. "Una belleza fría" pensó el lobo omega al encontrarse con un hermoso rostro que realmente no reflejaba emoción alguna. —No, nosotros ya habíamos terminado —anunció el omega mayor y observó a la mujer alfa—. Ayer debido a lo tarde que era no se pudo hacer las presentaciones correctas —expresó—. Aaron, ella es Isabela Barness, mi cuñada. Isabela, él es Aaron —presentó. —¿Aaron sin apellido? —cuestionó la alfa. —Aaron Cooper —respondió alzando su mano, la cual fue mirada con frialdad y luego descartada como si no fuera nada más que una molestia. —Espero que sepas lo que estás haciendo, Esteban —pronunció Isabela antes de retirarse de la habitación con su mentón en alto. —No te preocupes mucho por ella, podemos vivir todos en la misma casa, pero como ya te habrás dado cuenta, esta es lo suficientemente grande como para no vernos e Isabela y Nicholas viven en el último piso, en la sección sur, mientras que yo en el segundo con Liam —explicó—. ¿Sucedió algo con Liam? —cuestionó observándole preocupado. Observando ese pálido rostro con aspecto cansado y unas notorias ojeras bajo sus ojos, Aaron se fijó también en la delgadez que cubría al omega mayor. —Lo pasé a revisar antes de bajar y se veía estable —respondió—. De hecho, me gustaría hablar de algo más respecto a él, pero ¿has desayunado? Porque yo aún no —expresó. Esteban parpadeó y luego colocó una mano en su estómago y lo observó como si pensara en algo antes de asentir distraídamente. —Supongo que me vendría bien comer algo —aceptó, saliendo del despacho—. Sígueme —indicó comenzando a caminar por el pasillo. Deteniendo a una empleada, Esteban le ordenó que llevaran dos desayunos a su jardín y luego prosiguió con su camino. Abriendo una puerta, Aaron se sorprendió cuando salieron directamente a un camino con gravilla que los llevó a otra entrada, donde la puerta era una reja hasta la cintura con un arco de fierro siendo rodeada con un hermoso rosal. —Este es mi jardín, pero si quieres puedes venir cuando quieras —expresó el omega mayor, permitiéndole entrar primero. Observando las paredes con ladrillos que rodeaba el hermoso jardín invadido con enredaderas de flores, Aaron se fijó en los distintos juegos de flores, creando un sorprendente mar de colores. —Aquí —anunció Esteban, dirigiéndose a una mesa para cuatro rodeada de lavanda. —Tu jardín es hermoso —expresó sin poder dejar de observar a su alrededor, cada vez que observaba se encontraba con algo nuevo. —Gracias, fue un regalo de mi alfa —respondió con una pequeña sonrisa triste y nostálgica—. Entonces, sobre Liam... —le recordó. —Cierto —asintió, concentrándose en él—. En realidad, quería hablar contigo para saber si puedo tener el archivo médico de Liam y todo lo que tengan desde su última pelea en la cual no comenzó a mostrar mejora —explicó. —Eso tiene sentido —asintió e inmediatamente sacó un teléfono de su bolsillo—. Un segundo —pidió, levantándose al mismo momento en que Dy se acercaba junto a otro empleado que no conocía para servir su desayuno. Cuando el joven omega le guiñó un ojo, Aaron sonrió negando suave. —Listo, Bruce vendrá enseguida con lo que has pedido —anunció volviendo a tomar asiento frente a él—. Gracias por el desayuno, se pueden retirar —indicó, logrando que ambos empleados se retiraran. —Gracias por llamarlo, será bueno tener eso conmigo para comenzar el tratamiento correcto con Liam —expresó. —No hay problema, si necesitas otra cosa, solo dímelo y trataré de conseguírtela aun si parece imposible —prometió. —Lo tendré en mente —respondió—. Ahora, tengo una regla para tratar a mis pacientes que espero que no te moleste —anunció con tono serio. —¿Una regla? —preguntó. —Así es —asintió—. Cuando esté ateniendo a Liam, no quiero a nadie en la habitación —anunció—. No quiero empleados, su primo o a ti junto a él —indicó—. Es la única regla que tengo. —¿Puedo preguntar por qué? —Los familiares o parejas tienden a reaccionar cuando estoy atendiendo a mis clientes, con o sin intención, y tengo mis sentidos bastante sensibles por lo que cualquier cosa me distrae y eso no es bueno cuando estoy tratando a mi paciente —explicó—. Ahora, solo para aclarar, esta no es una regla que he tomado únicamente ahora que he llegado a tu manada, puedes llamar a mis antiguos contratadores y preguntarle al respecto, todos te dirán lo mismo —aseguró tras contemplar algo de duda en el rostro del contrario. Seguramente pensando en las palabras de Isabela. —No, está bien —aseguró agitando suavemente su cabeza—. Confió en ti y en tus habilidades —expresó. —¿Basado únicamente en los comentarios y rumores de otras personas? —preguntó. —Eso, y porque con tan solo una noche que has pasado aquí, lograste que mi hijo tuviera un buen sueño tranquilo —respondió—. Durante la noche siempre se queja de dolor, pero anoche no escuché absolutamente nada, y cada vez que lo revisaba, lo encontraba con la misma expresión relajada —explicó—. Así que no sé qué fue lo que hiciste exactamente ayer mientras lo revisabas, pero sé que hiciste algo para que mi hijo tuviera una mejor noche sin dolor y te agradezco aquello —expresó observándolo fijamente. —Mis procedimientos son mis secretos, pero te prometo que cada cosa que haga solo es por el bien de Liam —anunció comenzando a comer. —Lo sé, y confiaré en ti, eres mi última esperanza —pronunció, con sus ojos llenos de lágrimas contenidas.
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