Las Consecuencias

1000 Words
Mis manos sujetaban el lavabo con fuerza mientras enjuagaba mi boca con agua volviendo a escupirla completamente roja, lo hice varias veces hasta que el agua no se volvió a teñir mire hacia arriba para ver mi reflejo me veía patética, mis ojos rojos de tanto llorar mi labio roto por el puñetazo y mi mejilla enrojecida por las múltiples bofetadas que Víctor me dio. Salí del baño y volví a mi asiento en el avión privado de Víctor, me senté frente a él y me coloque el cinturón, él tenía un vaso de whisky en una mano y con la otra leía el periódico, tome mi bolso y saque mi maquillaje y aplique una base para tapar las pequeñas marcas que habían quedado en mi rostro. —Será mejor que duermas un poco, toma una pastilla para el dolor y duerme — ordenó Víctor sin mirarme. Hice lo que él me ordenó tome una pastilla, ya que me había dado una paliza en la casa, tantos años golpeándome por hacer lo que no debía le dio la sabiduría para saber donde golpearme y que no se notará a simple vista, me recosté sobre el asiento del avión mi cuerpo dolía, pero ya me había acostumbrado al dolor, recosté mi cabeza de lado viendo por la ventana la enorme oscuridad fuera, mis ojos comenzaron a cerrarse dejándome completamente dormida. No sé cuanto tiempo abre dormido, pero sentí su mano sobre mi muñeca de la cual tiro con tanta fuerza que me levanto de un solo tirón aún un poco dormida me puse mi saco y coloque mi cartera en mi brazo, mire mi reloj y eran las cuatro de la madrugada la noche estaba muy fría, lentamente bajamos del avión y subimos a un auto que nos estaba esperando en la pista, nuestras maletas ya estaban en el maletero del auto. — Nos quedaremos en la casa de un amigo, no me hagas quedar mal—. La advertencia de Víctor fue leve, pero sabía a qué se refiere. —Tranquilo cariño, todo saldrá bien— dije mirándolo al rostro con una sonrisa Él acarició mi rostro en la zona donde él me había abofeteado fue una caricia leve, pero llena de afecto, quito su mano y mire a través de la ventana del coche las calles de México estaban iluminadas y repletas de música y color como siempre había sido, nuestro auto entro en una gran residencia llena de plantas y con una gran fuente en donde se encontraba la rotonda de entrada. — Vamos te presentaré a alguien— Víctor se veía muy feliz de haber vuelto a su país natal Bajamos del auto y él tomó mi mano entrelazando nuestros dedos. Me sentía como cuando éramos novios. Una emoción recorrió mi cuerpo al sentir su agarre. Caminamos juntos hacia la gran puerta de madera que se abrió, ni bien tocamos el timbre. —Víctor, hermano, has vuelto a casa al fin— dijo un hombre alto con bigote ondulado abrazando a Víctor con mucha alegría. —Sí, José, me alegro de haber vuelto. Te presento, ella es Emma, mi esposa; cariño él es José, mi hermano— nos presentó muy feliz. — Hola, es un placer conocerlo —dije con una gran sonrisa en mi rostro. —Qué va, ven aquí, somos familia querida, el placer es todo mío Emma, pero bueno pasen deben estar cansados —me dio un fuerte abrazo. Cuando me soltó vi un poco de disgusto en el rostro de Víctor eso me daba miedo, ya que no podía saber que es lo que estaba pensando, pero de seguro no le habrá gustado nada que él me abrazará, volvió a tomarme de la mano, pero está vez apretó más su agarre, puse mi otra mano sobre la suya tratando de calmarlo, pero no hubo caso apretó aún más mi mano. —Chacal, hermano, mi esposa y yo estamos cansados, iremos a dormir, mañana conversaremos sobre los negocios — le dijo Víctor a su hermano. —Bien, vayan a descansar, mañana hablamos, buenas noches— José solo nos despidió a los pies de la escalera. Subimos al segundo piso y caminamos por un largo pasillo a una habitación bastante alejada de la entrada. Creía saber el porqué, abrió la puerta y nuestras maletas ya estaban ahí. —Quítate la ropa— dijo aflojando su corbata para sacarla. Me desnudé frente a él mientras él me miraba muy atento, sentado al pie de la cama. —Ven aquí y arrodíllate— me ordenó. Gatee hacia él y quedé inmóvil entre sus piernas, tomo un pañuelo de tela y me lo metió en la boca para que mordiera con la corbata ato mis muñecas al frente, se puso de pie y camino detrás de mi tomo mi pelo y me obligo a recostarme sobre la cama dejando mis rodillas en el suelo, escuché como desataba su cinturón y lo deslizaba de su cintura, acaricio mis nalgas antes de azotarme con el cinturón. —Acaso no te divertiste lo suficiente llamando la atención del joven Romano, sino que eres tan zorra que también vas detrás de mi hermano, bueno ahora verás de lo que soy capaz — entre azote y azote si amenaza dolía. Lágrimas caían de mi rostro, mientras ahogaba mis gritos en ese pañuelo de tela en mi boca, dejo de azotarme cuando mis glúteos estaban sangrando, pero él aún no había acabado conmigo desabotono su pantalón y en un movimiento brusco lo introdujo en mi parte trasera haciendo que gritara de dolor, sus movimientos se tornaron más violentos a medida que mis gritos crecían y mis lágrimas caían, él disfrutaba mi dolor y eso lo excitaba aún más, cuando acabo salió de mí, pero estaba segura de que la lección no había terminado encendió un cigarrillo mientras se alejaba de mi yo aún seguía inmóvil por el dolor. —Tú te lo buscaste, ahora debes pagar las consecuencias— volvería a golpearme de nuevo.
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