Caja De Sorpresas

1000 Words
GIOVANNI Había pasado dos meses desde la última vez que la vi a Emma. El negocio iba bien, la guerra con el chaval había sedado, ya que no queríamos levantar sospechas. Estamos mi padre y yo en su oficina cuando entra mi hermano con dos sobres color beige. —Tomen caballeros, Sara expondrá su primera exposición de arte y me pidió que les entregué personalmente, estás invitaciones— Dijo Luca entregándonos a cada uno las tarjetas mi padre y yo compartimos miradas antes de asentir con la cabeza, mi hermano salió de la oficina y se fue a verse con su amada —Creo que tú hermano ya cayó en los encantos de la joven Lester ¿no crees¿—dijo mi padre mirando me fijamente por arriba de sus lentes —Veamos hasta donde llega con su amorío sabes perfectamente que Luca nunca fue de una sola mujer, esperemos que está joven pueda mandarlo un poco —dije estrechando mi mirada hacia mi padre Él sonrió muy pícaramente y dejó los papeles sobre la mesa y sus lentes por encima. Entrelazó sus manos mientras se recostaba sobre el respaldo de su silla, me observó fijamente por unos segundos. —Y tú, cuando crees que sería prudente que tú te cases—preguntó muy interesado. —Aún no ha nacido mujer en esta tierra que pueda dominarme y mucho menos llevarme al altar, así que deja esos sueños de lado u enfócate en Luca y a mí déjame en paz —firme el papel y lo dejé en la mesa. Me abotoné mi saco y salí, de ahí subí a mi auto y aceleré pasándome varios semáforos en rojo. Llegué a uno de mis restaurantes y dentro me dirigí a la mesa de siempre. El lugar estaba ambientado con luces tenues para dar la sensación de misterio. Tomé asiento y pedí lo de siempre. Cuando la camarera me trajo mi plato abrió una botella de vino y comenzó a servirlo en eso una hermosa melodía de piano comenzó a sonar llamando mi atención dirigí mi vista a la zona del escenario y ahí estaba una hermosa mujer con un vestido rojo de mangas largas bien ajustado a su silueta que dejaba ver si espalda si cabello castaño y ondulado caía suelto tirado hacia un lado cubriendo su rostro —¿Quién es la joven?— le pregunté a la camarera —Es una pianista nueva, el señor DiDi echó al pianista anterior porque le robó dinero y llegó ella hace una semana buscando empleo y le dieron el piano tres piezas por día —explico la camarera. Le agradecí con la cabeza, ella se retiró dejándome solo, comencé a disfrutar de mi cena y su piano era tan llamativo que no podía dejar de escucharlo, me tenía completamente interesado al terminar la pieza la joven se levantó y una horda de aplausos inundaron la habitación la chica reverencio y bajo del escenario No espere ni un segundo y me levanté dirigiéndome hacia el pasillo que lleva al camerino de atrás del escenario al llegar ahí vi a la joven atrapada, un joven golpeaba sin cesar su puño junto a su cara golpeando la dura pared luego rodeo su cuello y le señaló con su dedo ella asintió y él la soltó se acomodó su traje y ella le acomodó la corbata y le sacudió en saco con sus manos el beso una de ellas y salió por la puerta. La joven aún apoyada sobre la fría pared dio un gran suspiro y entró al vestuario la seguí y me pare en la entrada observándola con mis manos dentro de mis pantalones ella tomó asiento frente al gran espejo y prendió las filas de luces alumbrando su hermoso rostro, comenzó a quitarse los aros y si mirada se posó sobre mi dejo sus manos sobre la mesa y me miro fijamente —Eres una caja de sorpresa, señorita Lester, ¿quién diría que tocará tan bien el piano?—comenté mientras me acercaba unos pocos pasos; ella solo me miró sin pronunciar palabra. —Señor Romano, ¿qué lo trae por acá? —Su voz sonaba débil y muy quebradiza, pero pude oírla en el silencio de la habitación. —Este es mi restaurante— dije sin rodeos. Ella bajó su rostro y siguió juntando sus cosas, guardando su maquillaje en una pequeña bolsita. —Cariño, ¿ya estás lista? El auto está estacionado atrás ...—El hombre había vuelto a buscarla. —Querido, déjame presentarte. Él es el señor Giovanni Romano, es el cuñado de mi hermana Sara y dueño de este restaurante. Señor Romano, él es Víctor Paulino, mi esposo— Emma nos presentó y el joven estrecho mi mano con fuerza. —Es un placer, señor Romano, una pregunta: ¿Qué auto conduce?—preguntó el joven rodeando a Emma por la cintura, atrayendo la hacia él. —Un Bugatti n***o, ¿por qué la pregunta?—su curiosidad me parecía extraña. Él solo sonrió como si se hubiera ganado la lotería. Miró a Emma, la cual tenía sus ojos abiertos como platos. —Simple curiosidad, nada más, toma tus cosas y vamos a casa — le ordenó a Emma, la cual no tardó mucho en juntar todo y salir con él. Algo en su actitud no me gustaba, pero lo que más me daba curiosidad, era el saber: ¿por qué no había mencionado que estaba casada? Salí del camarín, pagué mi cuenta y volví a mi casa. Ya en mi despacho la curiosidad me invadió, llamé a mi rata, el siempre me consigue información. —Necesito que averigües todo lo que puedas sobre Víctor Paulino, quiero saber todo y lo quiero para ayer— le exigí. —Sí, señor, de inmediato, en un par de horas le tendré todo sobre él. Colgué la llamada y me recosté sobre mi silla, mirando el techo, dando movimiento de un lado al otro, pensando en esa mujer.
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