Capítulo 4

4959 Words
—Que te vaya bien, mamá. Ambos despidieron a su madre cuando ésta se fue a trabajar, hoy era el único día a la semana donde doblaba turno y cuando se quedaron solos, Catriel le sonrió pícaro y entraron a la casa. —¿Vemos series de terror? —¿Por qué demonios te gustan esas cosas? —Derenik sintió un escalofrío y lo empujó—, hoy leí algo interesante. —¿Qué cosa? —Algo sobre ustedes y necesito comprobarlo. —Eso me suena a excusa. El mayor sonrió, pero se dejó caer sobre Catriel, comenzó a besarlo mientras descendía lentamente sobre su piel con su mano, el pequeño Omega hizo un pequeño acto que le llamó la atención y siguió tocándolo. Era como si estuviera invitándolo a invadir cada rincón de su cuerpo y no rechazó tal oferta. —No sabía que... podías lubricarte así —jadeó, Catriel sonrió malicioso y lamió los labios de Derenik. —Todavía hay mucho que no conoces sobre mi cuerpo. —Puedes enseñarme, estoy dispuesto a aprender. —No —el Omega mordió su lóbulo y besó su mejilla—, eso lo deberías descubrir tú solo. —¿Tu cuerpo siempre está listo? —No siempre, depende si estoy excitado o no, por lo general, cuando estoy en celo, mi cuerpo se adapta a todo y está listo siempre, pero cuando estoy fuera de él... todo depende de mi acompañante —susurró—, qué tan sexy sea, qué tan bien me trate y qué tan bien me haga sentir. —¿Soy sexy? —Nop, para nada. —Mentiroso.... soy muy sexy —Catriel comenzó a reír y le siguió besando, los dos estaban tan concentrados en sí mismos que no se habían tomado la molestia de ir hacia su cuarto. —Muy, muy sexy —el menor ronroneó. Derenik se sentía medianamente perdido, sabía qué hacer pero por alguna razón hoy se sentía perdido, podía sentir la intensa mirada de Catriel sobre él, sus gemidos le aceleraban el corazón, lo disfrutaba pero no estaba acostumbrado a tener a un Catriel tan consciente, además... era demasiado erótico para su alma puberta de dieciséis años. —¡Woah, te corriste! —Maldito seas —Derenik se lanzó sobre Catriel y el Omega comenzó a reír, su risa le daba mil años de vida y cayeron al suelo donde siguió besándole y mordiendo su cuello, aprovechó para quitar sus pantalones y el pequeño Omega se acercó, podía ver ese líquido transparente y pegajoso, anteriormente lo había probado por curiosidad y no sabía relativamente a nada, tampoco olía mal o bien. Era como una fina capa de gel sin aroma ni sabor, pero, vaya que hacía su trabajo y les facilitaba la vida—, lo pondré dentro —Derenik besó la frente de Catriel y el menor asintió. —Allí —Catriel jadeó sobre sus labios y cerró sus ojos—, me gusta cuando me tocas así. —¿Se siente bien? —Sí, ah... se siente tan bien —jadeaba, sabía que no estaba bien aprovecharse de Catriel. Pero iban a pasar toda su vida juntos y si ambos querían. ¿Qué podría salir mal? Quizá su madre les aventaría alguna que otra chancla voladora que los acabaría noqueando pero no pasaba a mayores. —Quién diría que eres así de golozo. —¿Gó-golozo? ¿Yo? —Catriel sonrió, llevó sus manos a su rostro y le mordió su mejilla, sabía que su pequeño hermano menor era fan de las mordidas desde el inicio de sus vidas, recordaba todas esas veces que terminaba llorando por culpa de Catriel y sus mordidas salvajes que llegaban a sus pequeños brazitos sin motivo alguno—, tú me haces sentir así. —Ah, eres fantástico. Se puso de pie para continuar en el sofá, donde se dispuso a ver cómo Catriel le montaba y se penetraba, le gustaba verlo, le gustaba. Lo quería. Ambos terminaron al mismo tiempo, Derenik se dio ese pequeño placer de c******e dentro de Catriel después de enterarse que eso le hacía sentir bien y le miró. —¿Qué sientes cuando me corro dentro de ti? —preguntó, tenía demasiada curiosidad sobre el cuerpo y mente de un Omega, tenía curiosidad de Catriel y no sabía si eso estaba mal. —¿Ah? Pues... supongo que me siento lleno, ¿algo así como sentirme completo? No lo sé, no entiendo mucho de mi cuerpo —jadeó, se dejó caer en el sofá y se recostó a su lado—, es como si... tú y yo fuéramos uno solo. —¿Uno solo? —Como si tú te impregnaras en mí, como si me llenaras y me hicieras sentir completo. —¿Eso qué significa? —No lo sé, pero, sólo tú me puedes hacer sentir así. —¿Y cómo lo sabes? —Hay algo aquí —se llevó una mano a su corazón y le miró directo a los ojos—, que me dice que así es. Sonrió de medio lado, Derenik besó la frente del pequeño Omega y se dispuso a dormir, sabía que su madre no llegaría hasta después del medio día, podían dormir sin problemas y se quedó un rato mirando la ventana, veía la noche cobrar vida y cerró sus ojos, a veces le confundían los comentarios de Catriel, no los entendía y tampoco creía llegar a hacerlo. Nadie nunca podría comprender a un Omega, sólo un Alfa y él no era uno. (…) Unos pequeños golpes en alguna parte lo molestaba, Catriel abrió sus ojos y buscó por todas partes la fuente de su incomodidad y no supo realmente cómo reaccionar cuando vio a aquél gran felino mirándoles. No quitaba su vista de ambos y desvió la mirada hacia su hermano quien se giró y le abrazó, el felino abrió un poco su hocico y le mostró esos colmillos que le hicieron palidecer y Catriel despertó a Derenik a base de golpes, no podía hablar. —¿Qué? ¿Qué te pasa ahora? —preguntó molesto—, ¿Catriel...? —Hay un gato... —¿Gato? —Un gato enorme... Derenik prefirió mirar que intentar entenderle, no obstante, se petrificó ante la mirada gélida del gran Leopardo y giró lentamente la mirada hacia su hermano menor. —¡¿Qué demonios haces tú aquí?! —gritó, a Derenik no le interesó que le viera desnudo, cubrió por completo a Catriel y lo hizo subir al cuarto, donde bajaron los dos cuando se cambiaron y miraron al felino. —Primero que nada, buenos días —el felino bostezó y siguió golpeando la ventana con una pequeña piedra que traía enrollada en su cola, el felino era pequeño y daba ternura, pero eso que estaba allí no era un simple Leopardo de las nieves, era un Gamma, uno que podía destruir todo por su gran descuido—, ¿me dejarán pasar? —¡Lárgate! —gritó Derenik—, maldita sea... ¿y ahora...? —¿Me voy? ¡Claro, puedo hacerlo y contarle a mis padres que hay un Omega aquí arriba! ¡Se van a volver locos! —los miró, como el cazador nato mira a la presa segundos antes de cazarla—, los medios, el país entero, mi familia, todos, querrán poner sus manos en tu pequeño Omega, si yo me voy. —Ren —Catriel sujetó su brazo y le hizo mirarle—, déjale pasar y vemos qué quiere. —¿Qué no es obvio? Te va a querer... a ti. —Eso no lo sabemos, le llamaré a mamá. —De-De acuerdo. Derenik se acercó hacia la puerta y el felino entró tras invitarle a pasar, se veía en verdad pequeño y adorable, muy adorable y apachurrable, seguro en invierno dormir con Ayase sería muy cómodo. —¿Qué no piensas volver a tu forma humana? —Aún no —respondió, cuando Catriel apareció frente a ellos, se le lanzó encima y ambos pegaron un grito cual niñas en apuros—, lo sabía. —¿Qué sabes? —Catriel preguntó, estaba pálido pero eso no le impidió tocar las orejas del felino quien sacudió su cabecita y se quiso morir de ternura—, oh, qué bonitas. —¿Puedes dejar mis orejas? O-oye... ¡no toques mi cola! —¡Perdón es que eres muy adorable! —Creo que me dieron ganas de comerme un Omega como plato estrella, y luego sigo con el postre —le miró de reojo. —Ayase... —No necesitan estar tan asustados —dejó de ser un felino, Derenik suspiró aliviado cuando vio a Ayase y éste se alejó de su hermano menor—, ¿por qué me mentiste? Odio las mentiras y eso me hace sentir más curiosidad y me lleva a averiguar la verdad, por eso estamos aquí —les sonrió. —¿Qué...? —Por dos semanas te estuve llenando de preguntas y me evitabas, así que ayer vine a tu casa y noté una segunda presencia. No sé cómo explicarlo. —Sólo sabes que alguien igual a ti, está allí —Catriel susurró—, yo también pude sentirlo. —Esto sólo pasa con Alfas, pero su presencia es más fuerte, por eso vine, aunque no te voy a negar que me comí la cabeza pensando en si era verdad lo que veía y sentía. —¿Y? Ayase sonrió, la puerta se abrió y su madre entró por ella, la mujer corrió de inmediato a sus dos pequeños y miró aterrada al Gamma. —¿Y...? —¿Qué es lo que quieres? —preguntó. —Ya te lo dije; te quiero a ti. —Estás loco —masculló Derenik, Ayase en cambio sonrió todavía más y miró esa bonita foto familiar. —¿O prefieres que desee a tu...- —guardó silencio y les miró, ambos tragaron saliva—, ¿amante? Anoche tuvieron sexo, ¿no? Supongo que sí —se rió. —Es mi hermano —corrigió, por alguna razón, confirmar su relación sanguínea era muy incómodo y doloroso, Catriel bajó la mirada y su madre les miró, un tanto confusa pero no se le veía molesta. —¿De qué está hablando este muchacho, Derenik? —Mamá, ¿podemos hablar de eso más tarde? No es momento. Su madre asintió, lo sabía y a decir verdad era algo que en algún punto de su vida se esperó, es sólo que le causaba cierto malestar y preocupación. —Hermanos... vaya, ¿por qué tenías sexo con tu hermano? —Ayase preguntó. A estas alturas ya se había sentado y servido agua, Derenik recordaba haberlo visto tomando la jarra que estaba en la mesa y uno de los vasos que la acompañaban pero no lograba ubicar cuándo es que lo había hecho—, sabes, creo que he cambiado de parecer. —¿Eh...? —Los quiero a ambos —sonrió. —¡ESTÁS LOCO! —gritó su madre, Catriel tuvo que sostenerla para que no se le lanzara encima a Ayase, el Gamma comenzó a reír—, ¿Cómo te atreves a decir eso? ¡¿Quién te crees que eres para venir a amenazar a mis hijos así?! —Ayase Sloan, el segundo Gamma más fuerte de la Familia Sloan... el idiota de Julen no cuenta —puso los ojos en blanco. —¿Por qué te refieres así a tu Líder? —preguntó Catriel. —Julen está perdido, no sé qué pasó pero desde hace años que no sale de su cuarto, está pendiente del su teléfono todo el tiempo —Ayase parecía relajado, Derenik no sabía si confiar en él o no, pero no estaban en posición de objetar—, y gracias a eso mi mamá tomó la empresa y mi papá maneja a toda la Familia, pero, me gustaría que dejaran de estar taaaaaaan tensos. —¿Y cómo quieres que estemos si te quieres llevar a mis hijos y hacerles sabrá Dios qué cosas? —Señora, quizá soy un monstruo, pero no soy fan de romper familias o causar daño a otros —le sonrió—, estoy aquí por mera curiosidad. Y la curiosidad mató al gato —se rió—, entiendo por qué mantienen al pequeño oculto, tal vez lo entiendo mejor que ustedes... —¿A qué te refieres...? —preguntó Derenik. —Hay muchas cosas que no conoces, y preferible que no lo hagas —sonrió—, no quiero hacerles daño, perdón si me comporté mal, como dije, sólo tenía curiosidad. —¿Y cómo sé que saliendo de aquí no vas a decirle a alguien? —preguntó Derenik. —Si sales conmigo tomado de la mano, te darás cuenta que no diré nada. —Creí que estabas interesado en Catriel... —Es cierto que huele bien, y si entra en celo quizá me vuelva loco, pero no te equivoques, Ren, quien me interesa eres tú. —Pero si has dicho que nos querías a los dos —Catriel susurró, parecía molesto y asustado. —¡Waoh! Mira, ¿esos son celos? —se le acercó y Catriel se mantuvo retador—, tú estás con él, ¿no? Y para tenerlo a él también debo tenerte a ti, descuida, verás que dos son mejor que uno. —No entendí. —¡No hace falta! —chilló Derenik y Ayase comenzó a reír. —¿Puedo hablar contigo? —su madre preguntó, Ayase asintió de inmediato y la acompañó a la cocina donde la veía cocinar algo. No sabía qué era pero comenzaba a oler bien—, ¿de verdad no vas a decir nada...? —No gano nada, creo que esa clase de actos las cometería alguien que no tiene siquiera dónde caerse muerto. Pero yo lo tengo todo —miró la palma de su mano y suspiró—. Dinero y poder; el suficiente dinero como para comprar un país entero y el poder necesario para dominarlo. —Pero... es un Omega. —Señora, soy un Gamma, no voy a negar que el pequeño Omega me tienta, quizá más de lo esperado y tampoco soy tan idiota como para dejar pasar esta oportunidad, aunque, no se equivoque, no voy a forzarlo ni nada —la miró—, como dije, soy un monstruo pero hasta nosotros sabemos a quiénes atormentar y al contrario —se rió, se sentía raro—, verlos... me hace querer protegerlos. —¿Por qué...? —Usted, señora, ¿no se ha dado cuenta que dio a luz a dos Ángeles? —Sí —ella sonrió, parecía orgullosa de sus hijos y le dolió el corazón, su madre nunca le había visto así, tampoco se preocupaba de la misma forma, más bien, no recordaba nada grato de ella—, mis niños jamás han lastimado a nadie, disculpa pero, no juzgues la relación que mantienen. —¿Relación? —Si eres alguien de fiar, te darás cuenta muy pronto. —Considéreme su guardián —Ayase se cruzó de brazos—, y disculpe si como pago me termino cenando a sus hijos. —Lo que una madre desea para sus hijos; es que estos jamás sufran, que sean felices y logren encontrar a alguien que les ame lo que ellos no pueden amarse —posó su mano sobre la suya y sonrió de medio lado—, de alguna u otra forma, siempre se los demostramos. —Mi mamá debería aprender de usted —susurró—, ella sólo sabe decir "¿qué quieres? Cualquier cosa que quieras te la daré, pero no me hagas perder mi tiempo", qué curiosa es la vida. —¿A qué te refieres? —Estoy al lado de una Delta preocupada por sus hijos, uno de ellos Sigma y el otro Omega... y ahora tiene que lidiar con un Gamma, ¿estará bien? —Si me dejan respirar de vez en cuando... —¡Descuide, considéreme el gato de la casa! Durante el día, su madre se había estado cabeceando y no había sido hasta que Catriel se la había llevado que decidió hibernar como era costumbre, Derenik se quedó a solas con Ayase mientras Catriel bajaba y cuando lo hizo se dispuso a comer. —¿Son gemelos? —preguntó Ayase, Catriel asintió sin decir nada—, madre, pero si ni se parecen. —Creemos que es por nuestras Castas. —Un Omega delicado y sumiso, me doy cuenta que los libros no te mienten, bueno, no del todo... ¿y desde cuándo llevan haciendo eso? —¿A qué te refieres? —Catriel alzó la mirada de su comida y Ayase sonrió—, ¿siempre sonríes? —Estar juntos, ¿lo han hecho siempre? Y sonrío porque sí. —Desde que llegó mi celo —respondió el pequeño, Derenik sentía una clase de celos por la atención que recibía Catriel, quería alejarlo de Ayase tanto como pudiera, un par de países, quizá. —¿Y siempre lo hacen aunque no estés en celo? ¿O lo estás? —Su celo ya pasó —respondió Derenik—, deja de molestar a mi hermanito. —Tengo curiosidad. —¿No dijiste que la curiosidad mató al gato? —Sí, pero, al menos murió sabiendo la verdad. —Vamos, Ayase, seguro tienes cosas más interesantes que hacer. —La verdad, no. Este pueblo aunque es grande no tiene tantas cosas y todos me evitan por ser un Gamma. —¿Le tienen miedo a los Gamma? —preguntó Catriel. —Al parecer somos aterradores —Ayase puso los ojos en blanco—, escuchan muchas cosas de nosotros y nuestras Familias, así que intentan no toparse con uno. —Sólo traen problemas —Derenik suspiró—, por eso se alejan de ustedes. —¡Qué cruel eres! —¿Y por eso no tienes amigos? —Catriel seguía invadiéndolo de preguntas. —Este idiota desde el primer día se encargó de que todos lo odiaran —Derenik se rió—, llegó cual Rey al colegio diciendo que era un Gamma y todos los demás éramos insectos, así que ahora lo odian. —¿Qué culpa tengo yo de que lo sean? —Mucha, eres un idiota. —Vamos, que tú estás igual que yo, alejando a todos de tu lado. —Eso es personal. —Lo mío también es personal. —Tú no tienes a un Omega oculto en tu casa. —Me oculto a mí mismo. —¿Quién demonios hace eso? —Yo. —Vamos, como si fueras a salir lastimado por eso. —Pues fíjate que ya lo hice —Ayase abrió ligeramente sus ojos y sonrió entre nervioso y ansioso, Catriel llevó sin querer su mano a su brazo y ambos pegaron un brinco—, ¿qué fue eso? —¿Electricidad? —¿Eres un Omega eléctrico? —No —Catriel se rió—, sólo fue una pequeña corriente entre los dos. —Qué agradable —susurró, Catriel bajó la mirada, Derenik lo conocía pero prefería no preguntar nada, no era buen momento. —¿Puedo preguntar algo personal? —Derenik miró a Ayase, el Gamma dejó de comer y le prestó atención. —¿De qué se trata? —¿Por qué Julen se la pasa en su cuarto...? —No estoy muy enterado del tema pero, más de una vez escuché a mis padres discutir sobre eso, decían que estaban hartos de que él gastara millones de dólares en la búsqueda de su esposa e hijo, al parecer su esposa desapareció un día después de dar a luz y desde entonces se ha vuelto loco buscándolos por cielo, mar y tierra. También cuando era niño me metí a su despacho y lo vi dejándole un buzón de voz a su esposa, le rogaba que volviera, que la amaba y que lo perdonara por ser un monstruo, ah, y que a su hijo nadie le haría daño. Sólo sé eso. —¿Entonces sólo está encerrado allí? —Sí, desde ese suceso no sale de su cuarto para nada y más de una vez se ha intentado quitar la vida, pero se arrepiente al último momento y le dan unas crisis que dan miedo —hizo una mueca—, quién iba a decir que ése hombre iba a terminar así... —Eso es feo —Catriel susurró. —Ajá, pero bueno, eso nunca me interesó. —¿Y tú por qué estás aquí? ¿Qué es lo que esperas a cambio? —¿Yo? Fuiste el único que no huyó de mí y ahora me entero que tienes un hermanito más encantador que tú, es normal querer estar aquí. Y tu mamá cocina rico. —Sólo... no digas nada, por favor... —Descuida, no diré nada, nada de nada —miró a Catriel, el Omega le sonrió de medio lado y Derenik suspiró. Seguía inquieto, sentía que nada bueno iba a pasar y todavía tendrían que hablar con su madre, aunque bien era cierto que no era su culpa que Ayase terminara descubriendo a Catriel, la mera mención de haber tenido sexo había bastado para poner a su madre en un extraño ánimo y eso era lo que le aterraba. Cuando terminaron de almorzar, Catriel había subido a ducharse y ellos se quedaron sentados en la sala. —¿Puedo besarte? —No. —¿Por qué no? Quiero hacerlo, ¿puedo? —Ya te dije que no. —Tú me lastimas el corazón. —¿Por qué no admites que quien te atrae es Catriel y no yo? —Porque quien lo hace, eres tú. —¿Por qué yo? —Si me besas te lo diré. —Demonios, no. Ayase aprovechó ese momento de indecisión para acercarse lo suficiente al Sigma y alzar su barbilla, sus labios se veían apetitosos, tan carnosos y húmedos que no se pudo aguantar más las ganas, llevó sus labios a los del contrario y comenzó a besarlo, primero lento, quería que se acostumbrara a él, que lo sintiera y que lo deseara, cuando obtuvo ese pequeño deseo, miró de reojo a Catriel, lo había sentido bajar a decir verdad, pero quería ver su mirada. Su intensión no era lastimar a ninguno de los dos pero tan pronto y entendiera qué relación tenían, más rápido podría complacerlos a ambos. —¿Qué pasa si te someto un poco? Ayase alzó un poco su Autoridad, lo que causó que Derenik se hiciera pequeño y no muy lejos de ellos, Catriel cayó de rodillas al suelo y se alejaron de inmediato. —Catriel, mierda... —Waaaaoh, ¡perdón! Si Derenik pudiera lanzar cuchillos por los ojos, Ayase ya estaría apuñalado y desangrándose en el piso, comenzó a reírse por lo bajo y los miró divertido. —Wa, no hagas eso —Catriel le miró enojado—, no sabía que mi cuerpo reaccionaba así, ¡no me gusta! —La Autoridad de un Gamma es superior a la de un Alfa, no sabía que te afectaba a ti también si sólo la usé con Ren. —¡No la uses de nuevo! —Catriel se dejó caer en el sofá y se hizo bolita—, me sometieron... —comenzó a hacer pequeños berrinches y Derenik suspiró—, Derenik, idiota... —¿Yo por qué? —Derenik miró mal a Ayase, el Gamma seguía sonriendo divertido y se sentó al lado de Catriel, quien le miró confundido y curioso. —¿Por qué no vas a bañarte, querido Ren? Yo me quedo cuidando a tu lindo hermanito. —Tú le haces algo y te corto los huevos. —¡Descuida! Soy nuevo con esto de tratar Omegas, no iré tan rápido. —Idiota. Catriel se mantuvo quieto conforme sentía a Ayase acercarse más y más, podía oler ese aroma que emanaba y era sumamente atractivo. —¿Puedes liberar Feromonas? —preguntó, acarició su brazo y el pequeño pegó un brinco—, ¿no estás asustado de mí? —Puedo hacerlo, y no estoy asustado si no me asustas. —¿Y cómo es que te asustaría? —Trayendo personas malas por mí y llevándome a otro lugar donde me harán cosas malas y feas. —¿Alguna vez te dijeron lo que te harían? —Nunca más volveré a ver a mi mamá o hermano... —Supongo que no, es mejor que no lo sepas —Ayase susurró, Catriel le miró curioso—, ¿no te molesta que esté interesado en Derenik? —¿Planeas alejarlo de mí? —Puede ser... —Te voy a morder si haces eso. —Dudo que tú puedas hacer algo con esos dientitos que tienes. —Ren y yo sólo tenemos sexo cuando estoy en celo, y a veces cuando tengo recaídas. —¿Qué se siente estar en celo? —Sólo pienso en sexo —Catriel puso los ojos en blanco—, libero Feromonas y con Ren es más fácil controlarlas. —Qué interesante. Jamás en mi vida había visto un Omega de cerca. —¿De lejos sí? —Se podría decir... —¿Entonces hay más Omegas? ¿No soy el único? —Mira, no eres el único pero... quizá sí lo seas en otro contexto; todos los Omegas que nacen son propiedad del Gobierno, o son vendidos por exuberantes cantidades de dinero, y durante toda su vida viven infelices. Tú eres feliz aquí, ¿no? —Catriel asintió—, bien, entonces debes mantenerte oculto siempre, nadie debe saber de ti. —¿Cuántos Omegas hay aquí? —¿Registrados? Ninguno, ¿no registrados? Tú... y quizá alguno que otro cuyo nombre y destino no conocemos. —¿Tan pocos somos...? —Son como el sueño guajiro de algunos. —¿Te puedes convertir en un gatito? —Leopardo... de las...- —Gatito, ¿puedes? —Ajá... No sabía por qué le hacia caso, pero Ayase no podía simplemente ignorar esos ojitos llenos de anhelo del Omega, suspiró sintiéndose tonto y sin más se replegó en su segunda forma animal, quedó sentado a cuatro patas frente a Catriel y cuando éste lo quiso cargar le facilitó la vida subiendo al sofá. —Tus orejitas son tan suaves, y tu pelaje, waaa, en tu pancita todo es más suavecito. —Oh, allí —Ayase comenzó a hacer una clase de ronroneo y Catriel se rió—, si rascas allí se siente tan bien, si me permites. Terminó echado en las piernas del Omega, se sentía bien ser acariciado por él, nadie nunca lo tocaba porque le tenían miedo, sus empleados cuando lo veían en sus formas felinas tendían a entrar en una clase de nerviosismo y salían corriendo apenas y podían, se debía a un pequeño incidente que tuvo con una de las empleadas cuando era niño. Ayase podía recordar tan bien cómo esa mujer lo había tomado del pellejo y había comenzado a pegarle, también recordaba sangre y a la empleada llorando y gritando que la había mordido, no había entendido por qué su madre lo había encerrado en su cuarto con un bozal. Odiaba los bozales, odiaba que lo tocaran desde entonces. Pero Catriel estaba bien, sus pequeñas manos no podían hacerle daño y lo acariciaba con mucha paciencia y emoción, lo abrazaba, ¿lo abrazaba? Se rió, ¿qué clase de Omega era éste y por qué no venía en los libros de texto esta clase de comportamiento? Aunque recordaba haber leído por allí que los Omegas eran muy inocentes y nobles. ¿Por qué alguien así había sido denigrado y lastimado hasta que la misma vida lo protegió haciéndole no nacer más? —Eres como un peluchito —Catriel se rió. —¿Quieres que sea tu peluche? —Hum, siento que eso es peligroso viniendo de ti. —Si prometes acariciarme así, me dejo abrazar todo lo que quieras. —Deja de seducir a mi hermano con tus trucos de circo. —Qué ofensa, ¿por qué no vienes también y me acaricias? —No, se me pegan las pulgas. —No tengo pulgas, eso es... ash, sabes, no me toques. —¿Y si ahora te quiero tocar? —Te arranco la mano. —Eso da miedo —se rieron. Su madre les miraba desde el pasillo, en silencio. Ayase no era mal muchacho, lo sabía, su alma era una muy pura, noble e ingenua, se sentía un tanto mal de juzgarlo mal, pero no podía evitarlo, no obstante, esa pureza que destilaba era muy familiar. Era la misma que sus pequeños tenían y eso le llenaba de pesar y preocupación, pues rezaba que al menos, hubiese un poco de maldad, algo que les protegiera de la maldad del mundo y la crueldad de todos, ¿qué pasaría con sus pequeños? Sabía que con Ayase estarían un poco más seguros, él podría protegerlos de su fatídico destino pero, ¿a qué precio? ¿Sería Derenik quien lo pagaría? ¿O sería Catriel? Tragó saliva al ver a los dos acariciar al pequeño Leopardo con emoción, los veía reír y escuchaba rugir a Ayase molesto por tantas burlas, pero, se dejaba, se contenía. Estaba dispuesto a soportar ser tratado como una pequeña mascota de dos niños pequeños y el corazón se le hizo pequeñito. Fuese cual fuera su decisión, ella lo apoyaría, porque como madre tan sólo deseaba su felicidad y así tuviese que arrancarse la vida por uno de ellos, o ambos, lo haría. Porque era su madre y siempre sería su primera y última guardiana.
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