Capítulo 3

1512 Words
Kellan esperó paciente a que este hiciera algo. Podía ver la duda en sus ojos. Este quería que ella se quedara pero al mismo tiempo era una forma de confirmar que para esa mujer el poder y el interés personal era más grande que su propia estima. No esperaba menos. La miró con una calma que hasta él mismo se sorprendía. Al verla ahí parada sin hacer nada su paciencia se fue agotando. Kellan pasó al lado de esta y la agarró del brazo. La estaba arrastrando hasta la salida. La persona que estuviera a su lado no podía ser débil. — Lo haré. — habló con una seguridad que hizo que este se detuviera y volteara a verla con incredulidad. Kellan soltó su agarre y se dirigió a apagar las luces. La mascara que tenia puesta se fue aflojando de su agarre. Este la sostuvo en su mano. En la oscuridad de la habitación no se lograba ver nada, solo él sentía que su lado lastimado estaba expuesto. En el camino dejó caer la mascara. Amy solo pudo escuchar el sonido de algo cayendo. No lograba ver nada. No entendía lo que su esposo quería hacer. Se quedó en silencio. La audacia que había tenido de responder ante su esposo se había esfumado. Ahora solo quería salir de la habitación, no le importaba que la volvieran a encerrar en la suya. Sintió como este la giraba. La respiración caliente en su cuello la puso alerta. Solo si se acostaba con ese hombre sería formalmente su esposa. No quería volver a la casa de su familia. Vivir bajo las mismas reglas que cortaban cada atisbo de felicidad que lograba conseguir. El nudo de la bata que traía puesta se deshizo y esta cayó en un círculo a sus pies. Un temblor fue subiendo por su columna vertebral. El deseo de cubrirse se hacía más intenso. Amy cerró los ojos. Podía sentir como las manos de su esposo recorrían su cuerpo. Era su primera vez. Quería girarse y enfrentarlo pero sabía que este se pondría furioso. Tenia la seguridad de que este había apagado las luces para que no lo viera. Eso solo aumentaba más su curiosidad. Kellan trató de contenerse, solo estaba dando toques tímidos. Esperaba que en cualquier momento la mujer que tenia en sus manos se arrepintiera y saliera de la habitación sin darle una última mirada. Lo cual era irónico, ya que le había ordenado que no lo hiciera. Al ver que esta no hacia ningún movimiento que le impidiera continuar, dejó salir la tensión que no sabía desde cuando se había apoderado de su cuerpo. — No habrás los ojos. — al terminar de hablar, Kellan la alzó en sus brazos y caminó hasta depositarla en la cama. Aunque no podía ver claramente, estaba acostumbrado a estar en penumbras por lo que podía distinguir la figura de ella. Este se deshizo de la ropa que traía puesta. Si estuvieran en un sitio con luz pudieran ver las cicatrices que adornaban su torso, parte de su brazo derecho y su cara. Amy se perdió por completo de tal imagen al obedecer la orden de su esposo. Kellan subió a la cama y se posicionó entre las piernas de su mujer. Estaba lo suficiente cerca para sentirse el uno al otro. Este evitó que todo su peso cayera sobre ella y se concentró en estimular su cuerpo. Los besos iban cayendo sobre el cuerpo de Amy dejándola temblorosa y sin respiración. Sus manos se aferraban a las sábanas de la cama. No quería por error tocar alguna parte lastimada de su esposo y este se sintiera incómodo. Su cuerpo se arqueó cuando sintió como uno de sus pezones eran cubierto por la boca de este y era atormentado por su lengua, mientras que el otro era pellizcado y tentado por las atenciones de la mano de el. Amy apretó los labios y trató de calmarse. ¿Cómo se había privado todo este tiempo de este tipo de placer? Pero sentía que algo faltaba — Kellan… Este se detuvo al escuchar su nombre. Nunca se había sentido tan satisfecho de que alguien lo llamara. Queriendo sacar más suspiros de su mujer, llevó si mano hasta la parte íntima de ella e introdujo uno de sus dedos. Mientras más la estimulaba, sus movimientos iban aumentado de velocidad. Esta no pudo resistir y buscó a tientas la boca de este, sumiéndose en un beso desenfrenado. Con las piernas y el cuerpo debilitado, creía que ya esta tortura tan placentera estaba por terminar. Cuando menos se lo esperaba, un grito de dolor atravesó la atmósfera ambigua que reinaban en la habitación. Amy abrió los ojos, de ellos comenzaron a caer gotas. El corazón de Kellan se saltó un latido al escuchar tal alarido. — ¿Estas bien? — preguntó preso de la preocupación. Amy mordió el interior de su mejilla, canalizando el dolor punzante que sentía entre sus piernas. — Duele…duele mucho. — ¿Eres virgen? — preguntó sorprendido. ¿Qué clase de mujer había encontrado? — Ya no… j***r, ¿cómo pudiste solo entrar sin avisar? — se quejó. Quería moverse pero tenia el presentimiento de que si lo hacía se arrepentiría más tarde. — Lo siento. Dejará de doler en un rato. — la consoló Kellan. No sabia que más decir. Si hubiera sabido que su esposa era virgen no hubiera sido tan desconsiderado. Ambos estaban en una situación incómoda. El sudor brillaba en la frente del hombre por estar reteniendo cualquier estúpido impulso. Debía estar pagando algún pecado para estar en esta situación y no poder moverse. — Puedes seguir… — habló Amy en un murmullo. No se podía retroceder el tiempo. Esta vez Kellan fue un poco más indulgente. Sus movimientos iniciaron con un suave vaivén, estaba pendiente a cada reacción del cuerpo de la mujer que estaba debajo de el. Cuando sintió que ya era prudente, las estocadas aumentaron de ritmo. Sostuvo una de las piernas de ella, y la colocó sobre su hombro para tener mayor acceso. Desde que había visto a esa mujer, el deseo de poseerla había ido creciendo en su mente. Ahora que la tenia, indefensa, recibiendo cada embestida un sentimiento de conquista se apoderó de su ser, provocando que lo hiciera de manera más agresiva. Los jadeos no lograban quedarse en su boca. Hace tiempo que se había entregado a la lujuria. Ese día toda su cordura fue dominada por el placer que su esposo le hacía sentir. Cuando el encuentro se terminó, estaba tan exhausta que se quedo dormida. *** No supo de ella hasta que se despertó en su habitación, envuelta en las sábanas sin nadie a su lado. Todo estaba tan prolijo que si no fuera por el escozor que sentía ahí abajo, hubiera pensado que todo había sido un sueño. No sabia como sentirse. Aunque le había entregado de forma voluntaria su cuerpo, lo mínimo que debía hacer su esposo era quedarse al lado de ella. Pero no solo no la dejó quedarse en la habitación en donde ambos compartieron algo tan íntimo sino que la envió a la habitación de esta, dándole un trato frío. Amy se envolvió aún mas en las mantas, una sensación de frialdad caló entre su huesos que solo pudo obligarse a no pensar en lo que había pasado para no sentirse usada. Se aferró con fuerza y ocultó su vergüenza, eran sus únicas testigos. Todo tenia un costo. Solo no pensó que la perturbaría de esa forma. Había sido su primer encuentro, ¿era mucho pedir un poco de simpatía? ¿Realmente se había casado con un monstruo? El placer que antes sKellan proporcionó a su cuerpo, se veía borrado por la soledad que él mismo le dio al no estar a su lado. *** Kellan estaba sentado en su cama. Miró el espacio vacío en ella y por un instante se arrepintió de haberla alejado. Quería que esta lo envolviera en sus brazos y le brindara un poco del calor que había estado rechazando desde que se había convertido en la persona que tanto odiaba. Estaba consciente de que había hecho las cosas mal pero… No soportaría que esta despertara a su lado y le diera una mirada aterrada cuando lo viera sin su máscara. Sabia que ella no podría con esa imagen, porque ni él mismo la soportaba ver. ¿Quién le aseguraba lo contrario? Era mejor de esa forma. Sin riesgos. Sin más dolor. Pasar ese momento con Amy fue maravilloso, ni en sus mejore sueños se imaginó que aquella mujer, su esposo, podria ser virgen, era su primer hombre, su primera vez y al inicio fe muy brusco y luego se dejó llevar por el inmenso placer que sentía con ella. Todo fue una locura, hace tanto que no se sentía así, que incluso él sentía algo de miedo. Esperaba que su esposa no fuera un problema. Había notado que era un pco rebelde, eso lo sacaría de quicio, pero a lo mejor pasaban momentos agradables justo gracias a eso.
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