Capítulo 4

1509 Words
Amy se levantó de la cama y le pidió a Susan que le buscara algo que vestir. Luego de un rato esta volvió con sus maletas. Solo eran dos. No había traído muchas cosas de su antigua casa, no consideró que necesitara mucho más. Después de que esta se fuera, Amy sacó un vestido ligero de color gris. Caminó hasta la ducha y se quedó dentro de la bañera por un rato. No tenía caso quedarse pensando en lo que pasó. Ya que se había convertido en la señora Phillips por lo menos debía disfrutar del lugar donde vivía. Con la energía repuesta, Amy se vistió y salió de la mansión. Estaba recorriendo el lugar, sin embargo después de un rato comenzó a hastiarse. No había nada interesante. Aquello era realmente muy aburrido. Volvió por sus cosas y se marchó sin avisar. Saldría a recorrer este nuevo lugar. Quien sabe que podría encontrar. Amy pidió un taxi y se marchó. Todo a su alrededor era más vegetación que otra cosa. Le preguntó al chófer por algún lugar para pasar el tiempo a lo que este le recomendó visitar un pueblito cerca de ahí. Amy le agradeció y después de llegar al lugar empezó a explorar. Se adentró a una floristería. Desde niña se había sentido atraída por las flores así que desde el momento que la vio corrió hacia este y empezó a tirarle fotos a las flores y conversar con las personas que trabajaban ahí. No salía de su fascinación con las flores. Pero no tenía suficiente dinero para comprar algunas. Era comprar flores o comer. Después de pensarlo un momento Amy lo dejó para después. Se concentraría en disfrutar por ahora. *** Kellan acababa de entrar a la casa. Se había pasado todo el día revisando que la fábrica estuviera marchando bien. Además de recibir un nuevo lote de tela. Su familia tenía varios proyectos de los cuales el se encargaba de la importación de tela. Después de haber tenido el accidente, había decidido apartarse de la casa principal. Se había mudado a la mansión que ahora era su hogar y puesto a funcionar y optimizar el proyecto de las telas por su cuenta. Al principio lo había empezado para distraerse de los murmullos y rumores que corrían de él y su apariencia para después encontrar satisfacción en lo que hacía. Estaba completamente sudado cuando entró a la cocina por un vaso de agua. Hoy había trabajado más de lo común para sacarse la imagen de su mujer. Tenia la urgencia de que se volviera a repetir. Sentía que no se había saciado lo suficiente pero a la vez no quería tener contacto con ella. Sin pensarlo, comenzó a caminar en dirección a la habitación de ella. Debía seguir acostada, todas las mujeres criadas de forma mimada como su esposa no se molestaban en ver por lo que sucedía en su hogar así que no esperaba mucho de ella. Toco la puerta y esperó. Pasaron varios minutos y no hubo respuesta alguna. Kellan sintió un mal presentimiento. Fue en busca de Susan e hizo que esta abriera la puerta de la habitación de su mujer. Cuando entró no había nadie dentro de esta. La cama estaba ordenada, las maletas a un lado abiertas. “¿Se fue? ¿Realmente le repugna estar conmigo?” Pensó Kellan sintiendo un jalón en el pecho, se llenó de inquietud y su mente se turbó, dando paso a muchos pensamientos. — ¿Dónde está Amy? — se giró hacia Susan y esperó. Quizás solo estaba descansando en otro lugar de la mansión. Tal vez recorría los alrededores, pero ¿escapar? — No lo sé señor. No he vuelto a verla desde esta mañana que me pidió que le ayudara con sus ropas. — Susan bajó la cabeza. Había cometido un error. No sabía que tuviera que estar tan pendiente de aquella mujer, lo pasó por alto. — ¡Ve a buscarla! Susan dio un respingo para luego salir de prisa de la habitación. La mansión se había vuelto un desastre. Ninguno de los empleados vieron cuando la señora se fue. Kellan se masajeó la cien tratando de calmarse. Esa mujer solo servía para darle un dolor de cabeza horrible. — ¿Cómo rayos dejan que mi mujer salga sin supervisión? ¿Para qué es que le p**o? ¡Revisen el video de seguridad! Las cincos personas paradas frente a Kellan tragaron en seco. Nunca habían visto a su jefe tan furioso. Cambia resaltar que esta era la primera que les gritaba de esa forma. Dylan, el encargado de la seguridad fue alertado y no pasó ni diez minutos antes de que le informara. — La señora salió sola. Se fue en un taxi. — dijo de forma seria. — ¿Llevaba algo con ella? — No, señor.—informó. ¿Tanto se quería marchar que dejó sus cosas atrás? Sabia que le debía una disculpa por dejarla sola después de su encuentro pero no creía que se mereciera ser abandonado sin previo aviso. Los pensamientos de Kellan comenzaban a ponerse más salvajes. Le sentaba mal pensar en eso pero después del accidente se había acostumbrado a esto. ¿Quién quería estar al lado de un monstruo? Poco a poco fue viendo normal y de forma razonable que Amy se hubiera ido, huido de él nada más despertar. — Salgan a buscarla. — ordenó Kellan. Su corazón estaba agitado, no entendía porque. Solo quería encontrarla. Después de que los hombres salieran, Susan se acercó a su jefe y se disculpó. Había sido muy descuidada. —Señor, creo que todo esto es mi culpa. Permítame disculparme. Lo siento mucho. — No hace falta…— Kellan la detuvo y también salió. Estaba agitado, lo único que pensaba era llegar a su casa y descansar solo para encontrarse que su mujer había desaparecido. Se montó en uno de los carros y salió. Dejando una nube de polvo detrás. No tenia idea de a donde podría haber ido esa mujercita. Condujo hasta los lugares a los que pensó ella podría haber ido pero nada. Tampoco sus hombres encontraron ningún rastro. Dos horas pasaron de búsqueda y nada. Kellan se resignó. Tuvo el impulso de contactar a la familia Colleman y verificar si su esposa había ido a visitarlos. Sin embargo se detuvo, no querría tener contacto con ellos. Quizás pensaran que no sabía como mantener a una mujer feliz provocando que esta lo abandonara. Suficiente tenia con su mente nociva para que otras personas le confirmaran sus dudas. Kellan volvió a la casa y se encerró en su estudio. Toda la mansión estaba sumida en un silencio aterrador. *** Amy miró la hora en su teléfono y se asustó. Había perdido la noción del tiempo. Salió de la floristería en busca de un taxi. Todo estaban llenos. Tampoco había servicio cerca de donde estaba. Esperó un rato, ya estaba cansada y tenía hambre. Tal vez podría comer algo antes de irse. De todas formas ya estaba tarde. Caminó hasta lo que parecía una tienda de conveniencia y se compró algunas chucherías. Si comía algo pesado luego no podría comerse la comida preparada por Susan. Después de pagar, por suerte encontró un taxi. Le dio la dirección al chófer, recibiendo una mirada indiscreta por parte de este. Amy se removió incómoda y miro por la ventana, evitando así las miradas extrañas que le daba el hombre. — Disculpe… — la voz gruesa del chófer la sobresaltaron. — ¿Por qué esta yendo a ese lugar? — ¿A qué se refiere? — preguntó con sospecha. — No es por nada. — el hombre soltó una risa nerviosa. — Es solo que ahí vive el hombre sin rostro. Solo es curiosidad. No tiene que responder. Amy hizo una mueca. Y no dijo nada. Era la primera vez que escucha ese apodo. Tal vez porque Kellan solía salir con una mascara le decían de esa forma. El taxi la dejó frente a la puerta de la mansión y se marchó. No hizo falta que Amy llamara. Las puertas se abrieron y de ella salió Susan, su expresión estaba aliviada. Al ver esto, Amy quedó confundida. — ¡Por fin aparece señora! — ¿Pasó algo? ¿Está todo bien Susan? Amy se dejó guiar por Susan, tratando de indagar el motivo de su reacción. — Olvídese de mi, señora. El jefe la está esperando. Vamos rápido. Susan llevó a su jefa hasta la puerta que ninguno de ellos se atrevió a tocar después de que este se encerrara. — ¡La señora está aquí! Amy fue empujada hacia la puerta abierta del estudio del hombre con el que estaba casada, chocando con algo duro. Cuando miro hacia arriba, sus ojos casi se salieron de la impresión. Unos ojos grises, enmarcado por unas cejas tupidas la miraban desde arriba con una frialdad que por poco retrocede. Por primera vez estaba viendo el rostro de su esposo. O parte de este… — ¿A dónde fuiste? — su esposo sonaba furioso.
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