—Ya le he dicho que no hagas algo que no desees —comentó Hadriel, pero sin sonar brusco o como si la estuviera exhortando. Ya había tenido suficiente. —¿Y si lo quiero? —dijo Hellen, respondiendo con rapidez y certeza—. Al principio le expresé que no deseaba hacerlo. Pero, ¿y si en el poco tiempo que ha pasado hubiera cambiado de parecer? Yo, al igual que usted, no tengo experiencia en el amor o en nada de esto. No somos tan diferentes en ese aspecto. Pertenecemos a mundos diferentes y cuando sean las siete, lo más seguro es que no volvamos a vernos nunca más en esta vida. Hadriel había sido sorprendido por segunda vez en esa misma madrugada y más de lo que había llegado a serlo en sus veinticuatro años. No sabía por qué, pero ya no veía con desagrado esa opción. Al contrario, justo como