Alrededor de las 10:00 am desperté, noté que el cuerpo de Alessandro estaba pegado al mío, sus brazos rodeaban mi cintura. Me moví un poco para que se separe de mí. Me giré para quedar frente a él. —Buenos días —susurré mirándolo. —Mm —se quejó, era un dormilón. —Despierta —susurré, subiéndome a horcajadas sobre su cuerpo. Sonrió entre dormido, me miró. —¿Son buenos días? —arqueó una ceja. —¿Me llevarás a recorrer París? —¿Eso quieres? —Sí, me encantaría. Necesitaba fingir todo, necesitaba unirme a él para lograr saber un poco más de quién era, quién era Pablo, que tenían que ver ellos dos y dónde estaban mis hijos. —Pero primero iremos a desayunar —puso sus manos en mis caderas. Me recosté sobre él colocando mis brazos al lado de su cabeza, miré sus labios. Me acerqué