Sábado por la mañana, teníamos pensado comer en el jardín para aprovechar el hermoso día que estaba haciendo, además, el lunes mi madre ya se iba a España y quería disfrutar los últimos días con ella.
Alessandro estaba preparando una carne asada, verlo en modo chef me podía, hacía que se me cayeran las babas.
Los niños andaban correteando por allí, riendo a carcajadas, eran felices y yo también lo era, tenía mi familia, tenía todo.
Aunque… No dejaba de pensar en ningún momento en Pablo, en Zamira, en mi padre, en todo, absolutamente todo. Me han mentido toda mi vida y las dudas sobre Alessandro no faltaban tampoco, ¿y si él también me estaba engañando?
—Ya casi está lista la comida, cariño —dijo él, me regaló una sonrisa.
—Ya preparé todo aquí —tenía lista la mesa para sentarnos
