No sé dónde estaba, me sentía sucia, me sentía mal, había perdido la noción del tiempo encerrada allí dentro en esa habitación oscura. —¡Déjame salir! —por más que gritaba era en vano, porque no me hacía caso. ¿Dónde estaba metida? ¿Qué quería Pablo de mí? Al parecer no había nadie allí conmigo, no escuchaba ruidos de ningún tipo, todo estaba oscuro, ni siquiera había una ventana. —Quiero salir de aquí —murmuré para mí misma, sollozando. Escuché un portazo y unos pasos acercarse a la puerta de ese lugar dónde estaba. —¡Ayuda! —grité. La puerta se abrió, era Pablo, riéndose a carcajadas. —Deja de pedir ayuda, bastarda —me tomó bruscamente del brazo—, nadie te quiere. —No me hagas daño —pedí de nuevo pero parecía no importarle. —Tú debías casarte conmigo, debías seguir a mi la
Download by scanning the QR code to get countless free stories and daily updated books