CAPÍTULO TRECE

1889 Words
ALLY - Mierda – susurro al cerrar detrás de mí la puerta de la habitación de Eric – mierda, que hice, que hice, ¡QUE HICE! – Me abrazo a mí misma por la cintura y me permito entrar en pánico un minuto… Me acosté con Eric… Tuve sexo con Eric… Sexo sucio y cachondo con Eric… Eric mi paciente… Me acosté con un paciente… - Que hice – No le mentí cuando le dije que había despertado mi zorra interior, soy una chica con necesidades y había pasado una larga sequia desde el declive de mi última relación, me había negado a volver a las citas de una noche, hasta que Eric entro en escena, con su cuerpower formándose nuevamente día a día frente a mí, con sus comentarios pervertidos que movieron mi intrépida libido. ¿Qué? Una chica también puede ser hiperactiva en la cama. - Dios hasta le monté la cara y le hice una mamada – me reprendo cubriéndome la cara con las manos Mi muy saludable y amplio apetito s****l me ha hecho disfrutar mucho en el pasado, pero jamás había hecho de todo en una primera vez con alguien y menos con alguien como Eric. - Que me está pasando con este hombre, por Dios, es mi paciente – Tiemblo, la cague a lo grande. Y no me arrepiento. Ni por un segundo, estar con Eric ha sido sinceramente el mejor sexo de mi vida. Jamás en mi vida profesional me había acostado con un paciente, menos alguien con una lesión tan delicada como la de Eric, mierda, espero de todo corazón no haberlo lastimado, eso jamás me lo perdonaría. Respiro profundamente y poniéndome mis pantaloncitos metafóricos de niña grande, porque debajo de este apapachable albornoz solo tengo mi vestido de nacimiento, bajo las escaleras, voy a la cocina, no hay nadie por aquí gracias a Dios, miro el reloj en la pared, son pasadas las cuatro de la tarde, es la hora de descanso del personal entre el almuerzo y la cena, gracias Dios por las pequeñas misericordias para los pecadores lujuriosos. Saco de la nevera una botella de jugo de arándanos y una de las meriendas saludables de Eric, cuando cierro la puerta, me doy cuenta que hay una nota escrita en el pizarrón borrable adherido al electrodoméstico: “Srta. Ally, la Sra. Ashley llamó, la junta se extendió, regresarán para la cena a la cual esta cordialmente invitada, envíele un texto en cuanto vea este mensaje” - Definitivamente me has visto con ojos de piedad hoy Señor, nunca lo olvidaré – susurro descansando mi frente en el frio material – bueno Ally, te comiste al tigre, hora de ponerle la cara al cuero… delicioso, sucio y apetitoso cuero… ¡Suficiente Alondra, por Dios! – Sacudo mi cabeza y salgo de la cocina, subo corriendo las escaleras, entro a la habitación de Eric, y solo por si acaso, pongo seguro en la puerta, pongo la botella y el recipiente en la mesita de noche y me dirijo al taller, hago una revisión minuciosa e inicio el control de daños, recojo nuestra ropa, limpio rápidamente el sofá, enciendo el ventilador y dejo entre abierta la ventana que da al jardín para que el aire circule y se lleve el olor a sexo, delicioso candente y muy sucio sexo. Regreso a la habitación de Eric y cierro esta puerta también con seguro, dejo nuestras cosas en el sillón, me quito el albornoz y lo pongo en el espaldar y extiendo los vestidos de baño sobre la tela de toalla, saco mi celular de mi bolso y rápidamente envío un mensaje a Ashley diciéndole que todo va de maravilla, que Eric está bien, tomando un baño y luego va a tomar una siesta y yo me iré a casa porque hoy es cena familiar y si o si debo asistir, que muchas gracias otro día me quedo con gusto a cenar con ellos… otro día en el que aún no sienta el cálido semen de su hijo en mis muslos, obviamente esa última parte no la envío en el mensaje. Respiro profundamente llenándome de confianza antes de entrar al baño, Eric sigue en el jacuzzi relajándose en el baño tibio con sales de Epsom, me siente entrar y voltea la cara hacia mí, su sonrisa es inmediata. - ¡Ahí estas! Pensé que me habías abandonado aquí – Y hasta ahí llego mi resolución de volver al modo profesional, ¿qué tiene este hombre que me esta trastornando tanto el juicio? - Nunca – me acerco deleitándome con el atisbo de su desnudez – te veo relajado, me gusta cuando sigues ordenes – - Vivo para complacerte – dice dándome una de esas sonrisas seductoras que me metieron en este lio – entra Ally - Me meto en el jacuzzi con Eric y me permito relajarme un rato entre las burbujas y las sales de Epsom. - Mmmm esto es vida – susurro cerrando los ojos y dejando que mi cabeza caiga en el mullido soporte - Si que lo es – La mano de Eric sube por mi muslo, recorre mi piel bajo el agua hasta llegar a mi centro, suspiro, quiero decirle que se detenga, pero él hace girar mi sensible clítoris y mi queja se muere antes de nacer convirtiéndose en un gemido y abro más mis piernas. - Eso es nena, relájate, disfrútalo – Me dejo hacer, Eric mordisquea mi cuello, le encanta hacerlo y nunca me había gustado que lo hicieran, ni mordiscos, ni lamidas, con Eric es diferente, quiero todo, sucio y candente, pronto estoy moviendo mis caderas contra su mano, ahogando mis gemidos en sus labios, viniéndome en sus dedos. - Trifecta perfecta – susurra en mi boca - ¿Qué…? – pregunto aun con el cerebro nublado por el placer - Boca, polla y dedos – Nos reímos juntos y lo vuelvo a besar, su boca en la mia es la definición de perfecta perversión, no sé si es por la conexión que tácitamente hemos formado o porque mi sequia me estaba afectando más de lo que quiero aceptar, pero besar a Eric me excita y mucho. - Déjame lavarte – susurro sobre sus labios - Hazlo, puedes tocarme donde y como quieras – Eric arrastra sus dientes por mi labio inferior hasta soltarlo, se gira un poco y me pasa una esponja vegetal y un bote de jabón líquido, los acepto mientras él se impulsa con sus nuevos sexys fornidos brazos y queda sentado en el rellano del jacuzzi, me pongo manos a la obra y lo limpio aprovechando para acariciar cada musculo de su cuerpo bajo la espuma, Eric presiona un botón y el jacuzzi empieza a vaciarse, una vez estoy satisfecha, lo ayudo a regresar al asiento abullonado tomo el cabezal que está en la pared y lo enjuago, él se deja hacer todo lo que quiero, gimiendo por mis caricias más que atrevidas en los lugares divertidos, cuando termino con él, me pongo de pie y uso la misma esponja para lavarme haciendo un espectáculo para él cuando limpio mis senos y luego cuando me giro para limpiar mis glúteos y mis piernas, agachándome y dándole una gran vista. Eric gime, lo miro por encima del hombro, lo veo acariciarse, Dios, ¿porque tenías que ponerme en el camino a un hombre tan sexy como paciente? Su mano firme sube y baja por su gruesa erección y yo ya soy un lio resbaladizo entre mis piernas. Mis ojos recorren su cuerpo, su rostro tiene una expresión un tanto rara, placer hay por supuesto, pero una tensión se arremolina en su entrecejo, analizo su cuerpo con más atención y es cuando lo noto, hombre terco, me enderezo y lo encaro dando por terminado el show. - ¿Cuándo comenzó el dolor? – - No sé de qué hablas – - Toma esto como un consejo que podría salvar tu vida Eric Barbosa – digo con toda la seriedad que puedo reunir estando desnuda frente a él, quien aún tiene su mano apretando su polla – No.me.mientas – enfatizo cada palabra – Odio, las putas mentiras – Nunca digo groserías fuera de mi entorno íntimo, a menos que este enojada, y en este momento, estoy enojada con Eric por no decirme que estaba adolorido. - Entiendo que estes feliz por este redescubrimiento de tu virilidad, pero escúchame bien Barbosa, ni el mejor sexo del mundo vale que sufras dolor y mucho menos, que echemos a perder el trabajo que hemos hecho hasta ahora, mañana empiezas con las pruebas del implante, no puedes llegar con el dolor por los cielos, ¿entendido señorito? – Termino mi regaño y que hace este idiota… Me da su sonrisa más amplia. - ¿El mejor sexo del mundo? – - Ay por favor – Me doy la vuelta con la risa de Eric a mis espaldas, por supuesto que a él solo le quedaría grabado ese comentario. Termino de enjuagarme y salgo del jacuzzi, me seco y me envuelvo con una toalla, ayudo a Eric a secarse, envuelvo sus caderas con otra toalla y lo ayudo a pasar a su silla de ruedas, el siseo que da al sentarse no me gusta. Regresamos a su habitación y lo ayudo a acostarse boca abajo, el gemido de alivio que deja escapar, me corroe la conciencia, soy una idiota, por supuesto que lo lastimé. Me visto con mi ropa interior deportiva y unos pantalones cortos de Eric, alisto mis insumos y le doy un masaje relajante por toda la espalda, glúteos y piernas, esta vez me concentro en mi vergüenza y no en todos los ruiditos de alivio que Eric profesa, cuando termino, limpio el exceso de aceite y le pongo los electrodos sobre sus lumbares y a cada lado de sus caderas, un par en la mitad de sus muslos y en las pantorrillas, enciendo el programa de electroestimulación y me siento junto a él apoyando mi espalda en el cabecero de la cama. Eric apoya su cabeza bajo una almohada mientras la rodea con sus brazos, tiene una sonrisa satisfecha y la tensión se ha ido, su alivio es reconfortante. - Lo siento – susurra – no volveré a quedarme callado si me duele – - Nunca más Eric – - Nunca más – me promete – no te enfades conmigo, al menos no hoy, hemos tenido un día maravilloso – Suspiro y me rindo al cosquilleo que está naciendo en mi corazón, me deslizo por la cama y me acuesto de lado, me acerco lo más que puedo a él evitando los cables y le doy un suave beso en su brazo. - No podría perdonarme lastimarte – susurro - Éramos dos en el taller Ally – dice – y en el baño – agrega con una sonrisa – - Esta nueva versión tuya me da un poco de torticolis – Eric se ríe, suelta la almohada y me abraza, acerca su boca a la mia y con gusto le recibo y devuelvo el beso, aunque dejándolo lento, suave y corto. Al terminarlo, el besa mi frente y me abraza un poco más, la posición no es la más cómoda para mí, pero no me importa y aguanto sin quejarme, necesitaba esta conexión.
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