Ropa y lujos.

1797 Words
Manejé con una postura relajada, mientras Gwen seguía aturdida por la situación. No quise hacerle daño, pero hay ciertas cosas que ella debería de entender. Mi vida se centra en mis negocios, en las vidas que dejo pasar y, para bien o para mal, en Trinity. Miré a Gwen de manera disimulada, su cuerpo ya no estaba tan tenso, decidí al fin dirigirle la palabra. — Eh, Gwen, ¿Qué talla eres en vestido? —pregunté, ella alejó sus ojos de la ventana para responder. — No lo sé, ¿por qué? —respondió, con la voz neutra pero en tono muy bajo. — Te regalaré un vestido, por el viaje que haremos —expliqué brevemente. — ¿Por qué lo haces? —Me interrogó con expresión seria, apretando sus puños. — Porque iremos a una fiesta y tienes que llevar un lindo vestido — Dije sin más detalles. Doblé en una esquina, delante de una tienda de 2 pisos. En sus vidrieras se veía a los maniquís portando ropa delicada y hermosa, con colores llamativos y mucha gente pretenciosa revisando las piezas de los anaqueles. — ¿Una fiesta? — Preguntó mirando sus manos. Asentí, apague el motor del auto y bajé. Ella ya estaba afuera cuando llegue a la acera. — Sí, en Dubái. Tengo un trabajo que hacer y se me ha colado con esta fiesta. Entramos a la tienda, la brisa fría del aire acondicionado calaba hasta lo último de mi cuerpo en comparación a la temperatura neutra de la ciudad. — Es de un amigo, uno de sus invitados ya tiene los días contados. — Dije con sorna. Busqué con la vista a Rayn. — ¿Recuerdas lo de evitar que ciertos imbéciles se metan donde no los han llamado? Pues tú distraerás a esos imbéciles, y yo haré el resto. — ¡Muñeca! — Exclamó una voz de hombre con un toque algo femenino se escucho a lo lejos. Volteé a ver y ahí estaba Rayn, mi modista y fiel amigo de compras. — ¡Hola, Ray! — Saludé, di un beso a cada una de sus mejillas, Gwen se sentía fuera de lugar y bajó la cabeza. — ¡Ay, muñeca, tantos días sin verte! Estaba empezando a creer que me engañabas con la tienda al final de la esquina — Dijo apuntándome con su dedo. Hice una mueca como si estuviera ofendida, colocando una mano sobre mi pecho. Avanzamos por la tienda, caminando cerca y conversando con soltura. Rayn era un hombre atractivo, con rasgos delicados y un cuerpo esbelto. Llevaba muchos anillos en los dedos, su cabello era lacio y sedoso, con destellos blancos, contrastaba con su piel morena. — No digas eso, Ray. No podría, nadie se compara contigo y tus hermosos diseños — Halagué. Caminé detrás de él hasta una zona de la tienda reservada para clientes especiales, donde Rayn tenía sus colecciones más recientes, Gwen caminaba un poco más atrás de mí, recibiendo algunas miradas de los compradores por su vestimenta. Halaba su corto vestido para tapar sus largas piernas y soportar el frío. —Te traje un reto — Mencioné colocando mi mano sobre el hombro de Rayn para que se detuviera a ver a Gwen. Le hice una seña a Gwen para que se acercara, caminó con la cabeza gacha y él le sonreía con amabilidad. — ¿Y esta pequeña? — Me preguntó, sonriendo amablemente mientras la inspeccionaba. — Pues… —me senté en un mueble que había delante de unos espejos de cuerpo completo. — Ella es Gwen, me acompañará a la fiesta en Dubái. Y por lo que puedes ver, necesito que sea la chica que robe toda la atención —asintió y le pidió a Gwen que diera una vuelta, lo hizo mientras la inspeccionaba con la mirada. — ¿Más que tú? —Bromeó, reí relajando el cuerpo. — Eso nunca, Rayn. ─ Dije, dejando salir mi lado más egocéntrico. — Tranquila, de todos modos tú sabes cómo llamar la atención —Aseguró. Rayn se alejó para buscar algunas prendas, eligiendo vestidos mirándolos con detenimiento mientras ladeaba la cabeza. Le pedí a Gwen que se sentara mientras esperábamos, se sentó con cuidado y juntando sus rodillas. Me acerqué a ella y la miré con una sonrisa. — Te veras hermosa, Rayn nunca se equivoca. — Dije tomando su barbilla para que me viera a los ojos, me gustaba tenerla cerca. Gwen abrió ligeramente los labios para responder, pero se acercó Rayn con varias prendas en los brazos y un hombro. — ¡Tienes que amarme, Nayla! — Exclamó con emoción. Reí y me acerque a ver los vestidos. Le tendimos varias prendas a Gwen, quien se las fue probando y modelando, se veía muy bonita, pero cuando se probó un vestido n***o se veía perfecta. Era un vestido largo con una abertura para la pierna del lado izquierdo, el escote caía con soltura sobre sus pechos y se detallaban pequeñas pecas por su tez blanca, la elegancia deslumbraba en ella. — ¡Ese vestido tiene tu nombre, nena! Tu cabello rojo, el vestido n***o y tu piel blanca te hacen resaltar. Seducirías al Papa sí así lo quisieras. — Afirmó Rayn con risas, aplaudiendo al verla salir. — ¡Eso es cierto! Me encanta. — Celebré, le sonreí abiertamente y Gwen se sonrojó sin dejar de mirarme. — Ya estamos listos, lo demás que quieras probarte o comprar lo puedes elegir tú, eres libre de tomar lo que desees, ¡espero que lo combines todo muy bien! —Rayn se dirigió a Gwen y luego me miro a mí, tomándome de las manos. —Ahora le toca a mi musa Nayla. Me encogí de hombros con pura coquetería, me paré delante del espejo del centro de cuerpo completo, los otros 2 daban también mi reflejo y el tercer espejo a la derecha dejaba ver a Gwen sentada, se veía más tranquila, sonreía despreocupada. — A ti te tengo algo preparado desde hace una semana desde que me enteré de esa fiesta. — Confesó. Entró a un pequeño closet, donde tenía piezas exclusivas o confeccionadas a la medida. Rayn regresó para darme un un hermoso vestido rojo con mangas largas. Me lo coloqué con apremió y admiré mi reflejó en los espejos con una sonrisa satisfecha; caía con soltura y me dejaba con la espalda descubierta llegando casi hasta la parte baja. Antes de tocar el suelo se tornaba más oscuro el rojo en un tono escarlata, era una tela suave y llamativa. Me lucía hermoso. Era un vestido ceñido al cuerpo que sabía donde ajustar cada parte y como llevar la atención a donde se debía. — Con tu hermosa silueta, queda perfecto, Nayla. — Ovacionó, admirando el vestido en el reflejo del espejo con satisfacción por su trabajo. Gwen regresaba con diversas prendas de ropa, algunos zapatos y maquillaje. Me miró, sus labios se separaron levemente buscando algo para decir, sus mejillas se tornaban rosas a medida que se acercaba a los espejos para estar más cerca. —Estarás hermosa en la fiesta. ─ Susurró, se veía dulce y tímida con una expresión que debelaba su nerviosismo cerca de mí. Le agradecí a Rayn el vestido, quien aseguró que haría cualquier cosa por verme bien vestida, Gwen también agradeció y Rayn le aseguró que era un placer para él. Nos quedamos inspeccionando los dos pisos de la tienda, Gwen se veía más joven que nunca en ese momento, como una chica más de la alta sociedad comprando mucha ropa y zapatos para lucir en fiestas o eventos sociales. Compramos muchas cosas, Gwen me sugería diversas camisas con confianza renovada y me causaba mucha ternura su felicidad. Allí pasamos parte de la tarde, comimos en un café de esa misma calle y volvimos a la tienda para buscar las bolsas con las compras. Mi teléfono vibró con diversos mensajes: “Hall: ¡Reunión!”. Miré a Gwen que hablaba con Rayn, tuve que cortar la conversación de la manera más sutil que se me ocurrió. Me despedí con un afectuoso abrazo y subimos al auto, apuré un poco a Gwen quien se sorprendió, nuevamente, por mi cambio de actitud. Manejé devuelta a casa, sin importar la velocidad por la autopista. Entré a la casa, y le pedí a una de las chicas de servicio que buscara las bolsas de ropa y Gwen le diría de quien era cada cosa. Asintió y se dirigió al garaje, esquivando a Gwen que me veía subir las escaleras como un torbellino. Se quedó allí mientras yo me cambiaba a prisa con ropa negra y más cómoda en caso de cualquier eventualidad que podía ocurrir (y ya me había sucedido) en una de esas reuniones. Busqué en mi closet la caja fuerte, coloqué la contraseña con rapidez, tomé una navaja y la coloqué debajo de mi pantalón alrededor de mi tobillo. Tomé una chaqueta, baje nuevamente al vestíbulo y Gwen se acercó a mí con sus ojos verdosos delatando su angustia. — Tengo una reunión — expliqué, buscando donde tire las llaves de mi moto. —No prometo llegar temprano, si tienes hambre ve con Meredith, tienes mi permiso. ─ Tomé sus manos y traté de sonreír. — Gwen, no entres en mi cuarto, si pasa algo o notas algo extraño, ve con Meredith al cuarto de invitados y pase lo que pase, no te expongas — Rogué en un tono algo pausado procurando mantener mi serenidad. Sus ojos estaban nerviosos y sus manos me apretaban un poco. — No sé qué haces en esos negocios tuyos además de matar o pedir dinero, pero... Ten cuidado — Pidió con apuro, tomé su rostro y noté en ese momento que era más alta que ella, sonreí y besé su frente con ternura, eso le desconcertó pero no se alejó. Mis cambios de actitud le sorprendían, en la mañana la tomaba de la muñeca con rudeza, y ahora besaba su frente con gentileza. Su rubor envolvía su rostro en un aura de dulzura que me resultaba encantador. — Oh, y no te quiero cerca de Kato o Percil, ¿bien? — Puntualicé, ella asintió. Sonreí, me gustaba su obediencia, me hacía pensar en cosas que no debía en momentos así. Salí directo al garaje, encendí la moto y salí con avidez. Los mensajes de Hall podían alterar un poco mi mente, pero sabía que debía acudir siempre que me lo pidiera. No quería dejar sola a Gwen, así que me quedaba confiar en que estaría a salvo en la casa, con Kato y Percil cerca y vigilando podía soltar el aire que contenía en mis pulmones. “Sería una noche larga, una de muchas que he tenido estos últimos años de mi vida.”
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