Viejos nuevos rostros. /2

960 Words
¡No podía creerlo! Kato se veía más fuerte, sus músculos se definían bajo los tatuajes de sus brazos, con un lado del cabello rapado lucía más amenazante, sus ojos marrones resultaban llamativos pero se veían apagados. Percil con toda la parte superior de su cuerpo tatuado lucía imponente, con una gran musculatura, y su cabello rubio corto resaltaba en su piel tostada, el cambio era drástico e impresionante. Me abrazaron apenas me vieron sin ocultar sus grandes y atrevidas sonrisas. — ¡Tienen que contarme! ¿Cómo es Suiza? —se miraron y sus sonrisas se disiparon en menos de unos segundos. — Nay, cariño… ¿No lo sabes? —dudó Percil, sus ojos eran marrones y mostraban una profunda tristeza. — Estábamos en Suiza, sí, pero… — Pero no nos dejaron quedarnos por mucho tiempo —cortó Kato, evitando mi mirada y tocando el hombro de Percil. —Esperen, ¿qué paso? —sus ojos se oscurecieron, supuse lo peor. — ¡Espera! ¿Y Suzeth? Ella dijo que volvería con ustedes y… —Percil apretó los labios y Kato miraba el suelo. Comprendí esas reacciones. — No es que los hayan echado, es que Suzeth no los quería ahí, ¿cierto? ¡Seguro Trinity tiene que verse involucrado en ello! ─ Nayla, eso… —dijo Kato. Soltó el aire que contenía en sus pulmones. ─ Nayla, no éramos bienvenidos, fue una trampa de la que logramos escapar. Suzeth cambió, Trinity sigue siendo el mismo pero ahora más traicionero— Confesó Kato, sabía que mencionar a Trinity cambiaba mi humor. Percil asintió a esas palabras. ─ Nosotros nunca imaginamos que Suzeth nos haría tal cosa, engañarnos de esa forma fue… —cerró su boca, dando a entender que esa situación le dolía. Era una de sus amigas más cercanas, pasaron muchos años junto a Suzeth en Suiza, pero al alejarse por unos meses las cosas cambiaron. Justamente por el imbécil de Trinity las cosas que estaban bien, se torcieron al lado más difícil, donde la lealtad de muchos se quebró. — Fue cruel, pero es a eso a lo que nos enfrentamos a diario. A personas crueles y sin sentido común; ella sabía que iríamos, le avisamos y nos respondió que nos esperaría con los brazos abiertos como siempre lo había hecho — comentó Percil, a veces sabían cómo completar las oraciones del otro, eran hermanastros, pero más que la sangre, estaban unidos para matar y, a su vez, para salvar. — Nos recibió, y apenas entramos a su casa, teníamos en la nuca pistolas y alrededor tipos armados hasta los dientes. Fue un golpe bajo, pero sabíamos que no teníamos nada más que hacer allí. — ¿Cómo pudo hacer eso? Ella… Ella no era así —aseguré, cruzándome de brazos y con una expresión consternada. Estábamos en la sala contigua a la cocina, donde había estado la noche anterior con Gwen, Kato y Percil siguieron de pie mientras que yo decidí sentarme. La noticia me había golpeado de frente. Suzeth era como una hermana para ellos, y verla cambiar de bando tuvo que ser difícil para los hermanos L’orill. Más mirándola junto a Trinity. ─ Suzeth permaneció en ese lugar mucho tiempo, y puede que su visión del mundo se haya fragmentado al compartir tiempo con… Trinity. ─ Explicó Percil. — Justo ahora desearía haberla matado cuando tuve oportunidad esa noche en la reunión. — Consideré, Kato me abrazó a él y acomodó mi cabello detrás de mis orejas. — Nayla, cariño, ella ya no importa —Percil me regaló una sonrisa. — Deberías concentrarte en Trinity; algo está pasando, algo grande va a ocurrir —aseguró y se recostó en la silla delante de mí. — ¿Tienes nuevos empleados? —negué con la cabeza. Percil miró a Kato, hicieron algo con la mano, una especie de seña sobre el pecho y un movimiento ligero con la cabeza. —Entonces, —me susurró Kato, — tienes a un invitado no deseado —dijo soltándome y apuntando al marco de la puerta, donde se une la cocina y esa pequeña sala. — Gwen… — Murmuré. Me levanté, fui hasta la puerta y la halé del brazo. Kato y Percil la escanearon con avidez, había cierto interés de ellos que avivó cuando vieron a la pelirroja. — Te esperaba, dijiste que saldríamos y pensé que algo te había pasado…Yo… lo siento, Nayla, disculpa —dijo con lágrimas en los ojos, la sujetaba de la muñeca delante de mí. —Lo siento, Nayla. —Es inteligente, —soltó Kato con aire divertido, —no hizo mención alguna de que “no escuchó nuestra conversación”. — Cierto —Percil sonrió. —Suéltala, Nay, no creo que haga algo. — Ya lo creo —dije con sorna mientras soltaba su muñeca de manera brusca y la empujaba al sofá. — No quiero que vuelvas a meterte donde no te llamen, ¿entendido? —asintió rápido. — ¿Lo ves? Ya entendió, ahora, si mal no escuché la ibas a llevar a algún lugar —dijo Kato viendo a Gwen de manera lujuriosa, que seguía en el sofá tratando de no llorar. — Cierto —sonreí sin ánimos. —Vamos, Gwen, tenemos cosas que hacer. Gwen se levantó y le pedí que me esperara en el garaje. Abracé a Kato y a Percil, me despedí y les dije que podían comer y dormir cuanto quisieran. Los sucesos de Suiza me habían dejado un mal gusto en la boca, pero sería algo que podía añadir a mi lista de pendientes. Me dirigí al garaje, ahí estaba Gwen, observando los autos, le hice señas de que se montara en el Porsche y salimos de la casa para ir a la ciudad.
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