“CAPÍTULO TRES; Bienvenidos a la Bonne.”

3589 Words
Después del nacimiento de Alec todos afirmaban que mi relación con Daxton podía estar en una pendiente, irónicamente, que el primer hijo en un matrimonio era también una etapa difícil, mi madre decía que iba a sentirme más emocional, que lloraría por todo y lo último que pensaría sería en el sexo. Que el sexo desaparecería por los primeros seis meses, aunque teniendo a Daxton de compañero aquello fue diferente, ya que él era abierto en ese ámbito, su apetito s****l era activo y algunas veces intenso. El primer mes con Alec fue tormentoso por aquel episodio en nuestras vidas, ambos teníamos tanto en mente que la intimidad fue lo de menos, en el segundo mes, las cosas transcurrieron mejor, Dax siempre tuvo para mí sin pedir nada a cambio. Aunque en el tercer mes sus insinuaciones iniciaron y entonces tuvimos que encontrar la forma para calmar sus deseos, y mantenernos activos sin daños a mi cuerpo. Cuando las caricias manuales no fueron suficientes para él, comenzamos con la investigación a la actividad s****l, y después de ciertas citas médicas… Fuimos los de antes. Eso abrió paso a Daxton y su sed, la cual intentó controlar la mayor parte del tiempo, porque nuestro hijo tenía nuestra atención por completo. Aunque aquella noche hizo con mi cuerpo lo que quiso, no existieron restricciones más que gemidos bajos, pasión y l*****a. Tanto que a la mañana siguiente fue imposible despertar temprano. Mi cuerpo seguía d*****o y agotado en la inmensa cama, la energía fue el problema principal. Aunque el escuchar la puerta de la habitación ser abierta de una manera delicada causó una leve reacción a mi cuerpo adolorido y pesado. En segundos, mi pequeña obligación que dormía a tres metros de distancia llegó a mi mente. —Debemos dejar dormir a mamá, tu padre no fue bueno con ella... o tal vez lo fue más de la cuenta— Enly, reconocí su voz y ciertos gorjeos de mi pequeño. —Debes tener hambre, un buen biberón nos ayudará mucho— Agradecí tenerla conmigo, puesto que ella tenía más experiencia que yo, se había encargado de todos los hijos de sus hermanos a su corta edad. Sin querer hacerlo recuperé la vida y con todas mis fuerzas sobrantes removí las sábanas blancas de mi cuerpo. —¿A que hora son?— ronca le pregunté robando toda su atención; su gesto se descompuso haciéndome saber de mi mal aspecto, sin pensarlo tomé una sabana para cubrirme. —Ocho con tres de la mañana, no te preocupes, yo voy a encargarme de él, debes tomar una ducha y borrar las feromonas de tu cuerpo...— Accedí, debía hacerlo. —Espero que se estén cuidando— Era entendible su preocupación, aunque para su alivio la posibilidad era casi inexistente. —¿Lo hacen, no?— Claro, aunque la posibilidad era baja, el cuidarnos era uno de los principios de nuestra relación. Mientras que yo utilizaba anticonceptivos, Daxton empleaba los famosos condones y aún debatíamos la inyección para él. La cual consistía en un gel que bloqueaba los conductos y trabajaba como un filtro por un tiempo, era seguro y reversible aunque para él, tenerlo era peor que morir torturado. —Lo hacemos, detesto despertar en esta condición— Todo mi cuerpo parecía no cooperar conmigo en aquella mañana, era el precio que se tenía que pagar. —¿Daxton ha llegado a Italia?— cuestioné al intentar dejar la cama sin mucho éxito. —Sí, habló hace unos minutos, dijo que llegó con bien y que no te preocupes por él más de la cuenta— Con movimientos delicados Enly arrulló al bebé sin dejar de prestarme atención. —Perfecto— susurré. —¿Cómo amaneció mi príncipe?— mi vista se dirigió a la luz de mis ojos, al motivo por el cual era alguien diferente y cada día daba lo mejor de mí. —Hambriento, es por eso que estaremos en la cocina, tómate tu tiempo, debes estar agotada— Sin dudarlo, la mujer tomó todo lo necesario para dejar la habitación con una sonrisa leve en sus labios. —Muchas gracias, no sé que haría sin ti— anuncié cuando esta cerró la puerta, ante sus ojos tal vez no era la mejor madre, pero lo intentaba. —Un día nuevo, debes ser productiva... un rol más hogareño— me dije al dejar la cama con aquellas sábanas, sin poder evitarlo, observé mi cuerpo d*****o en el espejo principal de la habitación, marcas de Daxton y su amor intenso, algunas leves estrías y flacidez en mis piernas. Debía hacer ejercicio urgentemente. —Tú puedes— Podía, era una mujer muy fuerte que había pasado por situaciones complicadas— intenté pensar. Cuando mi análisis terminó y la sentencia a mi cuerpo fue dura, me alejé del espejo entero para dirigirme al cuarto de baño. —m****a— No era mi mejor lunes, no me sentía tan empoderada como para tener una reunión con Jiyu y los proveedores. Con rapidez tomé mi móvil, el cual por suerte encontré en el tocador del cuarto de baño, buscar su número de contacto fue sencillo, el tener respuesta me tomó dos intentos. —¿Hola?— Escuché la voz de mi hermana, Jiyu. Quien parecía estar algo cansada. —He revisado las gráficas, son buenas señales, te parece si movemos la reunión para más tarde, me acabo de levantar, tomaré una ducha y alimentaré a mi pequeño, debo ser una buena madre— Conté sin perder el tiempo en un perfecto inglés mientras me observaba en aquel espejo del lavamanos. —Sabes que son diferentes horarios, puedo hacerlo, pero sería mañana u otro día, le enviaré un mensaje de inmediato a los proveedores, tal vez un falso accidente pueda ser lo correcto— Chasqueó sin perder el hilo de nuestra conversación, ella era eficaz e inteligente. —¿Cómo está el pequeño?— resultar embarazada fue para todos una sorpresa, porque en aquel momento solo llegamos a pensar en el prestigio, aunque saber que mi pequeño era más que eso para ella, fue mágico. —Bien, creciendo y siendo una fusión divertida de ambos... Sé que no debo preguntarlo, pero, ¿Sabes algo de king?— El pasado siempre era difícil de sobrellevar, habían pasado seis meses desde aquel caos con el sujeto de nombre King , quien estaba p*******o mencionar entre Daxton y yo. Aún me sentía culpable por cómo acabaron las cosas. —No, al parecer sigue tratando de recuperar su paz mental, fueron episodios extraños para todos, me alegra que estés bien y seas feliz— sonreí al escucharla. Jiyu, era la segunda hija del segundo matrimonio de mi madre, quien se había casado con un a******o después de aceptar que mi padre biológico no valía la pena, nuestra relación era buena, por ella haría lo que fuera y sabía que ella también por mi. Físicamente, éramos polos opuestos, ella tenía todos los rasgos de su padre, era una completa asiática, mientras que yo, tenía ese aire Europeo. —Lo soy, no me arrepiento de nada si este es el resultado, la casa es un sueño, es tan americana, incluso me enviaron regalos de bienvenida y he oído algunos pajaritos cantar como en las series— seguí contando y atrasando la ducha por algunos minutos . —¿Cómo estás tú?, no quiero ser el centro de nuestra llamada— ambas reímos ante mi descaro. —Bien, Seo y yo estamos perfectamente, la amo y ella a mí, eso es lo importante de todo esto. Mamá está bien, todo marcha bien de este lado del mundo— Me alegraba por ella, porque el amor era amor, y solo se debía buscar este sin importar el género o de quien se tratase la persona. —Me alegro tanto— bufé al recostarme en aquel lavamanos con mis dos brazos. —Meg, hiciste lo que tu corazón dictó, para mí eres una heroica mujer, nunca voy a olvidar lo que hiciste por mí, eres la mejor de todas las hermanas... y no debes preocuparte o sentir lástima por ese hombre, no lo merece, porque ahora estás con Rinaldi, sé que él es bueno para ti— Ella era un pan de Dios y yo la rebelión ante mis padres, y aquello lo confirmaba. —Gracias, tus palabras son tan dulces, debo tomar una ducha para continuar el día, tengo dolor muscular y una jaqueca terrible, no dudes en avisarme acerca de la reunión, suerte y te quiero mucho, salúdame a madre si la ves hoy— y sin más la llamada fue terminada. Yo seguí con lo mío dejando que el agua caliente curara todos mis males. […] Como todos los lunes en su vida, James Smith se preparó para salir a demostrar su valía y porque era el mayor poder de América; a aquella autoridad gubernamental. Y como siempre, mientras lo hacía, discutía al teléfono con algún bastardo en su poder. En aquella mañana era con el mismo presidente de América, el sujeto que lo había reemplazado por un solo detalle que no le permitía estar en la Casa Blanca, la edad, la maldita constitución dictaba que cualquier sujeto podía tener el mandato con treinta y cinco años mínimo, en aquel momento James tenía treinta y dos años, así que le había cedido su lugar a un hombre del equipo de su padre esperando paciente ser el próximo, pronto el sexenio del hombre terminaría anunciando que era su momento de brillar. Con treinta y seis años, sería el presidente más joven, aquello le enorgullecía de una manera ambiciosa. —No creo que debamos preocuparnos por las acciones pasadas, este es el presente donde el internet y ser popular en él puede ser como ganar la lotería sin ni siquiera comprar un número. A donde quiero llegar con todo esto, es fácil, a que debemos tener el control de él, del mundo tecnológico falso y mediocre que todos aman— Explicó con un tono fanfarrón para seguir abrochando su camisa. Gracias a la muerte de su padre, este había tomado el poder de aquella organización política y al parecer lo hacía mejor que su progenitor. —Claro— el presidente no dudó en estar de acuerdo con el hombre que le dictaba las órdenes. —Debemos tener una gran cantidad de personas en él, en esa nube y pareciendo los antagonistas no lo lograremos nunca. Una cosa debe quedar en claro y es que no nos vamos a preocupar en ganar, porque ya lo hemos hecho, es por eso que estás suplantándome en estos momentos— No dudo en hacerle saber como una de tantas veces que aquel era su puesto, que él lo merecía más que nadie, aunque en aquel momento sus ojos se dirigieron al gran ventanal de su habitación. En este pudo tener la imagen nítida de una mujer desnuda. —Así es, tenemos el dominio— su atención la obtuvo aquella desconocida que parecía salir de una ducha sin ninguna toalla secando su cuerpo, su figura actuó por instinto y sin pensarlo se acercó más al ventanal para examinar a la fémina. —En lo que debemos trabajar y preocuparnos es en los ciudadanos, en una visión a largo plazo, tenerlos a raya estaría bien, no quiero un golpe de estado en un futuro, ese es el punto de mi política— sus palabras dejaron de tener peso y autoridad cuando aquellas curvas lo deslumbraron. —Debemos darles lo que creen merecer, nos ha funcionado en estos años— Inquirió el hombre tras la línea. —Hombre relájate y disfruta de la pre campaña, es divertido, yo la disfruté y te aseguro que mejor que Kennedy y Monroe— un gesto de disgusto nació en James, quien no pudo evitar reflexionar; que el libertinaje que había gozado ese hombre había sido producto de su empeño. Mientras James se ocupaba de los detalles, este simplemente follaba a todas las mujeres de su gabinete. No quiso enfadarse más con aquel sujeto, su atención volvió a aquella mujer a unos metros de él, sus cabellos rubios platinados lo dejaron sin aliento. —Joder...— Ella recogió algo y lució tan ajena de tener un admirador, puesto que estaba acostumbrada a hacer vigilada. —Si, mujeres de todo tipo, pieles exóticas— siguió contando el sujeto tras la línea. Cuando el reloj de James vibró anunciando el tiempo finalizado de su cronómetro, este se dirigió al móvil. —No tardes con el informe—aseguró para colgar y regresar a aquel ventanal, donde observó a la mujer por segundos mientras que ella se vestía con prisa. —¿Quién eres?— no pudo evitar sentir curiosidad y hasta cierto punto atracción física. —Debes estar equivocada de habitación— y sin más la quimera fue terminada, con prisa el hombre cerró las cortinas de su ventanal para alejarse de ella y el d***o. —Señor— golpes en su puerta lo hicieron tomar el saco a unos metros de él. —Adelante— ver al jefe de su seguridad lo hizo sentirse preparado para iniciar el día. —Debemos partir, la asamblea nacional comenzará en una hora, si queremos tener la atención de todos es mejor irnos ahora— Anunció el hombre con traje y un arma bajo este. —Bien, vámonos. No quiero encontrarme con mi madre regresando de su viaje, es molesta y fastidiosa— James río al acercarse a la puerta principal de la habitación, al salir de esta se familiarizó con el ruido de todo el lugar, tenía a sus siete licenciados en ciencias sociales, políticas y jurídicas; discutiendo en llamadas telefónicas a su favor. —Buen día, señor— El ama de llaves bloqueó su camino al tomar las escaleras. —Buenos días, señora M— la saludó al seguir avanzando con aquel hombre de seguridad detrás de él. —¿Tomará el desayuno?— —No, tenemos asamblea, debes recordarlo Martha, todos los lunes son de asamblea— Su asistente personal se encargó de la mujer, cosa que James no tomó tanta importancia, al descender por los escalones saludó a cada uno de los sujetos en el sitio. —¿Los autos siguen en mantenimiento?— cuando por fin llegaron a la planta principal espero que todos los autos estuvieran listos para partir, aunque un chasqueo de su asistente dejó en evidencia que aquello no podría ser tan fácil. —No, aunque no se preocupe, estarán aquí en menos de cinco minutos— James ni siquiera lo miró, con pasos firmes tomó su maletín de cuero oscuro para partir. —Perfecto, tomaré algo de sol hasta entonces— anunció al salir de la propiedad para esperar en la acera esos cinco minutos. Sin pensarlo, todo su equipo lo imitó. —¿De quién es ese vehículo?— con molestia reconoció aquella camioneta lujosa frente a su propiedad. —De los nuevos inquilinos, no se preocupen, les comunicaré que la muevan y no vuelvan a cometer un error parecido— Su asistente lo intentó calmar con una respuesta rápida. —Hazlo ahora— ordenó el gran político para llevar su vista a la propiedad, sus ojos la examinaron observando a cada sujeto en ella. —De acuerdo, no me tomará mucho tiempo— los pasos del asistente del próximo presidente de América fueron firmes, puesto que su jefe lo observaba a unos cuantos metros. —Buen día, ¿Es su vehículo?— saludó y no tardó en cuestionar a un sujeto del lugar. Quien era alto y fornido para tratarse de alguien cualquiera. —Buen día, así es, ¿Algún problema?— El hombre con prendas casuales se acercó a él y dejó en evidencia que no era americano por su inglés lento. —Sí, está bloqueando la entrada de la propiedad, debe saber que eso no es muy bien visto en este vecindario, para eso todos tenemos cochera— Explicó sin ningún cuidado el asistente de James, cosa que no le gustó para nada a Carlo, uno de los mejores antonegras de la mafia Rinaldi. —La calle es libre— Carlo fue brusco y con un gesto fanfarrón lo miró con la frente en alto. —Muévalo— inquietó el asistente. —¿No oyó?, la calle es libre— A unos cuantos metros la dueña de la propiedad observó la escena desde la sala principal, ajena a la conversación pensó que se trataba de un saludo de bienvenida. —Creo que él que no oyó de esta conversación es usted, debe moverlo, le guste o no— Ordenó, Richard, el asistente de James. —¿Son órdenes?— la mano derecha de Carlo bajo a la hebilla de su cinturón, dejando al d*********o un arma. Con sorpresa el asistente se alejó, aunque no fue el único con asombro, los ojos de James no se despegaron de la escena. Mientras que Megan no dudó en salir. —¡Carlo!— exclamó está saliendo de la propiedad con molestia y disgusto. —Detente ahora— ordenó al hombre quien accedió ocultando el arma. —¿Qué está sucediendo?— esta miró al desconocido. —Buen día, señorita, le estaba informando al caballero que su vehículo está estorbando nuestra entrada y debe moverlo, ya que en este vecindario no se permite ese tipo de aprovechamientos— Explicó con rapidez Richard, quien no dudó en admirar a la mujer de piel blanca y cabellos rubios. Del mismo modo, James la miró a lo lejos, y no dudó en reconocerla. —Señorita, no se preocupe, yo me encargo— Informó Carlo a la esposa de su jefe. —Está bien Carlo— ella suspiró para tranquilizarse, puesto que no le agradaba la idea de tener armas cerca de Alec, su bebé. —En un momento moverán el vehículo, una disculpa... lo que menos queremos es enfadar a nuestros vecinos— Ella fue dulce con el desconocido ofreciéndole una sonrisa amistosa. Aquello fue suficiente para James, quien no controló su impulso y se dirigió a ella. Esperando conocerla. Esperando que la rubia llenara sus expectativas. —Buenos días, soy James Smith, residente de la propiedad— se presentó robando la atención de todos, por un momento espero ver admiración en sus ojos, cosa que no sucedió, puesto que Megan no conocía la magnitud de su poder o quien era. —Megan— se presentó. —una disculpa en verdad por el vehículo— esta le ofreció un saludo basto, el cual permitió el político compartiendo un apretón de manos. —No se preocupe y bienvenidos a La Bonne, será muy grato tenerlos de residentes y más si es en la propiedad de a lado— Este adoptó su faceta más amable, quiso mostrarle lo bueno que podía ser. —No duden en acercarse si existe algún problema, aunque no estoy demasiado en casa, sé que podría ayudarlos— dijo siendo honesto, ya que este sabía que podía resolver cualquier problema dentro del territorio. —Gracias, es usted muy amable— afirmó la mujer al romper el agarre que los unía. —Carlo, pide que se encarguen del vehículo— Su atención fue al sujeto de cabellos negros y ciertas marcas en su rostro. —Los autos han llegado— Una voz externa causó molestias en James, quien intentó descifrar que relación tenían sus nuevos inquilinos. —Fue un gusto y bienvenidos, con su permiso— se obligó a despedirse sin antes regalarle una sonrisa a la mujer y claro, ofrecer un gesto serio al hombre. —Igualmente, propio— Megan se alejó de ellos con aquel hombre de su seguridad. —Señorita, estaba por encargarme, lo moveré a las bodegas, debe disculpar mi error— Intentó explicarle el empleado de su esposo, aunque aquello no fue lo mejor. —¿Bodegas, de qué hablas?— Cuestionó está al abrazar su cuerpo y reír al comentario de Carlo. —Oh... bueno, el señor ha adquirido bodegas del sitio— —¿Qué?— balbuceó está con molestia, puesto que Daxton no le había informado de ello, diferentes escenarios la atormentaron y ninguna lució bueno. —Lo hizo después de firmar la propiedad, estas están localizadas en la siguiente manzana— —Bien, está bien, gracias por la información, Carlo— dijo al seguir avanzando, ignorando a cualquiera en su camino a la propiedad. [...] —Escúchame Megan, por favor— Dejé de contar los minutos en los cuales discutimos el asunto, y simplemente me enfoqué en mis reproches. —Nuestra unión siempre se fractura y cae por no tener una buena comunicación y la mayoría de veces eres el responsable de ello, de que todo se vaya a la m****a. Lo haces porque solo piensas en ti— Expliqué con recelo a través del móvil que decoraba mi oreja izquierda, por su parte Daxton siguió suspirando. —No discutamos por este medio. No quiero oír tus reproches, lo hice porque así lo quise... y porque no ibas a acceder si te lo dictaba— Confesó cosa que dejé pasar para enfocarme en el verdadero problema. —Bella, estoy a miles de kilómetros, frente a un hombre con las entrañas por fuera— —Basta, solo quiero saber una poca, me lo ibas a ocultar, ¿Cuanto tiempo?, ¿O me lo dirías?— —Te lo diría, iba hacerlo— —¿Cuanto estuviéramos apunto de tener sexo?, lo harías del mismo modo en que me dijiste que dejabas America, ¿no?—
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