Laura llegó a su casa llorando a cántaros, sentía sus nervios hecho trizas. No dejaba de recordar la manera en que Camilo le gritó y lo feo que se sintió soportarlo. Se encerró en su habitación sin saber qué hacer, poco a poco su respiración se agitó y la sensación de ahogo la comenzó a atrapar. Llevó una mano a su pecho y se dejó caer lentamente cerca de la cama. Rodó la mirada por toda la habitación tratando de recordar en dónde había dejado su inhalador. Tenía mucho tiempo que no lo utilizaba, nunca pensó que debía volver a usarlo, pero no, ahí estaba, volviendo a tener una crisis nerviosa. Trató de calmarse, pero se le hacía imposible. Sacó desesperadamente su celular de su cartera y con sus manos temblorosas trató de llamar a alguien que la ayudara, pero, ¡¿a quién?! Ni pensar