Capítulo III

932 Words
El resto del día me concentré en seguir trabajando, pero pensé en mi hermana, llevaba semanas sin verla. —¡Tierra llamando a Monse!—exclamó Elsa para que le prestará atención. —Lo siento, ¿Qué me decías ?—le pregunte incorporándome a la realidad. —Oye, estas muy distraída ¿Quién es el chico que te tiene en ese estado?—preguntó con curiosidad. —No se trata de ningún chico—respondí—. Mejor dime que me estabas diciendo—le dije para cambiar de tema no quería hablar de mi hermana porque desencadenaría otras preguntas personales. —Te decía que iremos con los chicos a la playa de San Sebastián a divertirnos  en el feriado largo— informó entusiasmada con la idea—. Ven con nosotros ¿sí?—dijo con un puchero. Faltaban pocos días para dicho feriado largo. Elsa tenía una personalidad única: era divertida, responsable, amorosa y una buena amiga. Era la primera amiga de verdad que tenía y no la bola de hipócritas que me rodeaban. Sólo me sentía mal por mentirle sobre mi verdadero apellido y quien era mi familia. La hora de la salida había llegado, Elsa se fue minutos antes y yo después, pero antes solicite un taxi. Ingresé al elevador, donde me encontré con mi nuevo jefe: Aiden Moore. Lo saludé cortésmente; él con una sonrisa me correspondió luego las puertas se cerraron para continuar bajando. En ese momento las luces parpadearon, el elevador se detuvo y las luces se fueron por completo: eso realmente me asustó. —¿Estas bien?—me preguntó con voz grave. —No lo creo—conteste nerviosamente mirando  cada rincón. No me gustaban los lugares oscuros y pequeños eso me daba pánico, mis primos cuando éramos pequeños me dejaron encerrada en una ventilación de una casa vieja donde solíamos jugar. Pase una noche entera allí y eso fue suficiente para quedar traumada, al día de hoy me da miedo dormir totalmente a oscuras, tengo que tener una lámpara de noche encendida para no aterrarme. El pánico me estaba invadiendo y se apoderaba cada vez más de mi. Sentía que me faltaba el aire, comencé a temblar sin parar. —Cálmate, respira hondo y exhala. Todo estará bien—me dijo él tomándome de los hombros para tranquilizarme, él al igual que su hermano tenía un perfume cautivante. Hice lo que me pidió, respiré hondo y exhale, él me dijo que lo repitiera varias veces y eso hice. Poco a poco comencé a calmarme. En ese instante y como un milagro divino la luz volvió y el elevador  funcionó. Bajamos hasta llegar al lobby donde Aiden me ayudó a salir y bajar las escaleras, luego me acompaño afuera del edificio. —Si quieres te puedo llegar hasta tu casa—se ofreció amablemente. Pero no podía aceptar su invitación, no quería que alguien nos viera y pensará mal por subirme al auto del  nuevo jefe. —No se preocupe, ya había pedido un taxi, no tardará en llegar—respondí con una sonrisa nerviosa todavía por el susto. —¿Estas segura que quieres irte en taxi?—me preguntó con algo de preocupación. —Si, completamente—respondí ya algo calmada—. Gracias por su apoyo allá dentro, señor Moore—le agradecí. Él al escuchar mí respuesta, me extendió la mano. —Fue un gusto ayudarte... — Monserrat Elvir—lo interrumpí dando mi apellido falso y con el cual había ingresado a la compañía. —Es un placer conocerte, soy Aiden Moore, pero me puedes llamar Aiden y por favor trátame de tu—dijo con una sonrisa encantadora. Él era realmente atractivo y amable, como pocos hombres hoy en día. Me despedí de él cortésmente y luego ingresé a al taxi el cual había llegado a tiempo. Cuando llegué al edificio departamental preferí subir las escaleras, no quería arriesgarme a volver a pasar lo de hace unos minutos. Cuando ingresé a mi departamento toqué  algo con el pie, miré hacia abajo y pude ver que era una nota, la tomé y la leí en voz alta: Querida vecina curiosa. El motivo principal de esta nota, es para invitarte a pasar hoy una noche de placer  a las  nueve en punto. Estoy seguro que con lo que presenciaste ayer  puedes darte una idea de lo bien que lo podrías pasar, solo te advierto que el placer que sentirás será tanto que me suplicaras que te bese hasta hacerte mía. Te espero con ansias. Atte. Asthon Moore. Me había quedado congelada por lo que acababa de leer. No podía creer tal invitación y menos su contenido ¿Acaso este hombre no tenía sensatez? Me senté en el sofá leyendo una y otra vez esa nota, me comencé a comer las uñas lo cual hacia cada vez que me ponía nerviosa. Una parte de mí no quería ir a ese encuentro, y la otra me suplicaba que fuera. Había una línea de esa nota que rebotaba en mi mente y me ponía excitada y  era: te advierto que el placer que sentirás será tanto que me suplicaras que te bese hasta hacerte mía.  No dudaba que él me daría ese placer, ya que cada noche escuchaba esas chicas estremecerse. En ese instante miré el reloj de la pared, faltaba cuarenta minutos Para las nueve de la noche. Tenía que tomar una de las  decisiones más difíciles de mí existencia y esta consistía en: sentir el mejor placer que jamás había recibido  o simplemente rechazarla y seguir con mi vida.
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