Capítulo Dos

1131 Words
Una pequeña de risos azabaches no para de dar vueltas sobre su cama, suspira y mira hacia la ventana repetidas veces, la tormenta que afuera se desata realmente la tiene nerviosa y se siente sola en la enorme habitación rosa. Posa sus pies en el frio suelo, toma su conejito de peluche y camina hasta abrir la puerta –apenas ha podido llegar al picaporte-, de puntas se escabulle por el corredor hasta llegar al despacho donde sabe que encontrara a ese raro muchacho de ojos oscuros. Para Evelyn no hay nada más extraño que sus ojos, juraría que son púrpura y apenas pasan por un color oscuro, siempre que puede se le queda viendo intentando saber si lo que sus ojitos le muestran está del todo bien. Hasta hace algunos meses solía compartir su habitación con otro niño, solía tener compañía de su misma edad y eso evitaba que sintiera soledad pero, por alguna razón no recuerda con exactitud a ese pequeño y para su mente inmadura es fácil darlo por olvidado. La puerta chilla al ser abierta delatando a la niña, su cabecita se asoma y sus rizos caen hacia adelante en su rostro; Ivoh voltea con una sonrisa, comienza a ser costumbre las visitas trasnoche.   ― ¿Qué ocurre Evelyn? ― deja sobre el escritorio los papeles que llevaba horas examinando.   ― La tormenta me da miedo, ¿Puedo quedarme? ― le sonríe.   ― Ya, ven aquí ― ambos se lanzan al sofá.   ― ¿Por qué vivo contigo? Mis papás nunca vienen ― pregunta tomando las galletas que le ofrece el joven.   ― Porque es lo mejor, tus padres están ocupados ― apoya la cabeza en el respaldo del sofá evitando decir cosas demás  ― Cuando crezcas y seas mayor cumplirás un rol en la casa, como todos.   ― ¿Seré cocinera? ― pregunta esperanzada.   ― ¿Crees que puedas? ― eleva una ceja divertido, los humanos jóvenes tienen ilusiones algo ilusas a veces.   ― Puedo intentarlo, creo que podré hacer un rico pastel ― asiente confiada.   ― Ya veremos ― bebe su café sin interés.   ― ¿Por qué nunca duermes? ¿Por qué eres tan raro? ¿Por qué tienes esos dientes tan largos? ― la catarata de preguntas comienza, siempre que se encuentran solos la pequeña lo asesina con interrogativas de todo tipo.   ― No necesito dormir, soy original no raro y no son dientes, son colmillos Evelyn ― ríe ― Soy un vampiro, soy diferente a ti. No confíes en un vampiro que no sea de esta casa, no lo olvides nunca.   ― Decían que los vampiros son malos ― frunce el ceño ― Pero tú no.   ― Tienen razón, somos malos. ― asiente ― Que no lo sea contigo no me hace benevolente.   ― ¿Qué es benevuente? ¿Benemete? ¿Bene…? ― piensa un poco más ― ¿Qué es eso?   La carcajada del menor de la familia surge de su garganta, apenas y puede contenerse, Evelyn y su falta de conocimiento –propio de su edad- logran alegrar sus días. Para cuando se recompone su pequeña compañía ha caído presa del ataque de Morfeo y se ha explayado sobre los almohadones del sofá, aprovechando ese profundo sueño él toma una botella de sangre –la cual mantiene oculta en unos de los estantes principales del despacho- dejando caer el contenido carmesí en una copa; su boca está seca, su garganta se siente condenadamente áspera y la necesidad de encajar sus colmillos en un ser vivo –y no precisamente un animal- lo carcomen por lo que bebe con tanta rapidez que ni siquiera quiere sentir el sabor sino calmar el malestar. Una vez tranquilo, toma a Evelyn en sus brazos y se la entrega a la ama de llaves para que la deposite en su cama sin antes mencionar que la niña se asusta fácilmente por lo que debe dejar una luz encendida o de lo contrario volverá al despacho en unas horas y no quiere eso; se niega a permanecer cerca de ella más de lo necesario, puede escuchar el recorrer de la sangre por el pequeño cuerpo, el bombeo del corazón e incluso los latidos y eso le pone nervioso y ansioso en demasía.   ― Sigo sin comprender por qué tienes a esa niña, parece una especie de mascota ―             Calendra, su hermana mayor ingresa viendo a la mucama con la niña en brazos salir. ― Es tan linda.   ― No es mascota ― rueda los ojos ― Lo es, me divierte bastante.   ― Ajá, digamos que te creo ―ríe ― ¿Alguna novedad de los Parias sueltos?   ― No, no han vuelto a atacar desde hace dos noches pero la masacre que dejaron en la ciudad realmente ha puesto en alerta a las milicias humanas ― suspira ― Hay que poner orden, de inmediato.   ― Dejemos que las demás familias hagan algo, den el primer paso, nos mantendremos al margen y si es necesario atacaremos ― la vampiresa acomoda su cabello ― Padre ha preguntado por ti, creo que está intrigado con tu “hija”.   ― Ella no es mi hija ― rueda los ojos.   ― ¿Qué es entonces? ― ladea la cabeza.   ― Parte de mi familia ― finaliza. ― Puede ser parte de la tuya si lo deseas.   ― Bueno, tal vez… ― susurra escondiendo una sonrisa.   Ivoh sabe que su hermana lleva su perdida hace muchos años. Ella estaba lista para tener su propio descendiente cuando fueron atacados por la primer tropa humana que trató de desterrar a su especie de la Tierra causando que le fuera imposible y perdiendo a ese ser tan especial para ella; la gran mayoría de los que viven en la mansión han notado que su semblante cambia cuando la dulce Evelyn juega con sus castaños y largos cabellos, Calendra pasa horas siendo peinada por la humana y no parece estar molesta sino que, por el contrario, esa compañía la reconforta.   ― Bueno, creo que puedo decir que tu decisión de traerla ha sido acertada, a todos nos ha hecho bien tener un niño en casa ― se pone de pie ― Pero Ivoh, no olvides que gran parte de los que aquí vivimos somos vampiros y su sangre nos llama.   ― Lo sé, me haré cargo de eso ― asiente ― Evita mencionar que tiene familia y no preguntes nada sobre el tema. Mientras más rápido terminen esos recuerdos borrados será mejor para ella, no quisiera tener que borrar su mente.   ― No tiene nada de malo que los recuerde ― rueda los ojos ― Y será mejor que bebas algo de sangre y no de la animal, comienzas a ponerte pálido, más de lo normal. Deja esa estúpida huelga de hambre.   Inmediatamente la elegante vampira sale del despacho mientras su hermano medita todo lo que ha platicado con ella, es necesario que Evelyn conozca todo de su sociedad nocturna y que sepa a qué se enfrentara en un futuro sin dejar de lado los conocimientos humanos que debe aprender. 
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