Capítulo Tres

1122 Words
La noche tranquila deja entrar una suave brisa a través de la ventana, las cortinas blancas se mueven al compás mientras una niña de doce años duerme en su cama. Han pasado siete años desde que la pequeña Evelyn llegó a la mansión de los Coll y su crecimiento se ha visto lleno de comodidades y oportunidades que solo ellos podían darle. Se remueve incomoda entre las sabanas, decide incorporarse y tallar sus ojos mientras lleva una de sus manos a su bajo vientre, lleva algunas horas sintiendo una incomodidad allí y algo de dolor, no es constante sino más bien espasmódico.  Preocupada por no haber sentido nada parecido antes sale de su habitación en busca de un adulto, con doce años de edad comprende bien que debe dar aviso de todo lo que le sucede y esta no es la excepción; lo que Evelyn ignora –probablemente por la necesidad de ayuda- es la pequeña y discreta mancha carmesí en sus sabanas.  ― ¿Ivoh? ¿Calendra? ― camina por el pasillo sabiendo de memoria el recorrido.  Nadie responde  a su llamado, toma el camino de la derecha y se dirige al despacho donde siempre encuentra a alguien, se detiene de a poco escuchando ruidos extraños, algunas suplicas y estruendosos golpes. Se sobresalta, algo le indica que corra, que vuelva a su cuarto pero la otra parte –esa completamente loca- le ruega echar un vistazo, ¿Ivoh está enojado? ¿Por qué golpea las cosas? Entreabre un poco la puerta, apenas puede verse algo en el interior cuando el cuerpo de un hombre se estrella contra la pared más cercana y la asusta en demasía; la risa de Draco – primer hijo heredero de los Coll- retumba en la habitación.  ― ¿Hasta cuándo pretendes seguir mintiendo cazador? ― Ivoh es quien habla pero no logra verlo.  ― No les diré nada ― farfulla el hombre apenas de pie.  ― No importa, recibirás lo que mereces traidor ― Draco suspira melodramático  ― Todo tuyo hermanito.  Al fin los ojos de Evelyn enfocan a un furioso vampiro de ojos violáceos y resplandecientes, el hombre de rodillas en el suelo implora por algo de piedad, suplica otra oportunidad quien sabe para qué pero aquel que la llevo a esa casa lo golpea con extrema fuerza enviándolo a estrellarse contra la pared nuevamente. De sus orificios nasales puede verse el hilo de sangre que el golpe ha causado, el vampiro se acerca golpeándolo de nuevo para tomar su brazo y doblarlo en un ángulo prácticamente imposible provocando un sonido estremecedor al quebrarse la estructura ósea. La ojiverde cubre su boca con las manos y cierra los ojos con fuerza, siente náuseas y volver a mirar le da pavor, los sonidos la obligan a ver nuevamente y lo que ocurre le provoca el grito más espantoso que ha dado en su vida; Ivoh ha descuartizado a ese ser humano y se encuentra bañado en sangre y con sus colmillos sobresaliendo su boca cual bestia.  ― ¡Evelyn! ― Calendra se encuentra con tal escena e intenta acercarse a la niña pero esta horrorizada escapa como puede y se adentra en la habitación designada para ella. ― ¡Estúpidos! Les dije que esto podría pasar, les dije que llevaran a esa escoria fuera de este lugar, ¡Ahora la pobre esta traumatizada!  ― Tarde o temprano tiene que saber lo que los de nuestra especie hacen ― responde Ivoh.  ― Tiene doce años idiota ― farfulla ― Si planeabas mostrarle así las cosas tal vez debiste criarla como un sirviente ― da media vuelta dispuesta a irse ― Y ya no es una niña, está cursando su primer período, ¿No lo hueles?  ― Hay demasiada sangre aquí ― niegan ambos hermanos. ― ¿Puedes encargarte?  ― Soy vampiro como ustedes par de imbéciles, pero veré que se encuentre bien y por favor limpien el lugar antes de que ocurra algo más. ― desaparece por el corredor.  La vampiresa toma algunos cambios de ropa y juegos de sabanas limpios, prepara el baño caliente y suspira, tener a esa niña trae problemas a sus vidas pero a estas alturas no hay mucho por hacer.  Debió ser criada como todos, sirviendo y teniendo respeto por sus amos, sin tutearlos ni ser cariñosos con ella. Lo hicieron todo mal y es que ella se logró meter en la piel de todos en cuestión de días.  ― ¿Nena? Voy a entrar ― abre la puerta con cuidado encontrándola arrinconada en una esquina de su lecho ― Ven, necesitas un baño caliente, eso mermará el dolor que sientes en el vientre ― le sonríe al verla extrañada de que sepa lo que le ocurre. ― He dejado un cambio de ropa limpio para ti en el tocador, ve y cierra con pestillo, no le abras a nadie que no sea yo.  ― ¿Qué me ocurre? ¿Estoy herida? ― pregunta poniéndose de pie.  ― No, es tu primer período, ocurre cuando dejas de ser una niña y comienzas a convertirte en una mujercita ― niega divertida ― Eso lo estudiamos hace unos meses, ¿Recuerdas? Es normal pero peligroso si vives con vampiros, debes ser cuidadosa. Hay mucho de lo que debemos habar.  ― Él mató a ese hombre ― solloza llegando a ella.  ― Era un hombre malo Evelyn, no justifica lo que viste pero al menos sabes que era una escoria ― suspira ― Ya ve.  Esa noche Evelyn sintió miedo por primera vez, se cuestionó si era realmente seguro permanecer allí, si estaba segura de que Ivoh no iba a comérsela o sus hermanos, deseó que todo fuese mentira. Mientras el agua caliente caía por su cuerpo repitió todo lo que había leído sobre el cambio en el cuerpo de una mujer, la madurez y lo que eso significaba aunque ciertas cuestiones aun no las comprendía del todo, le parecían extrañas, ¿De verdad iba a crecer así? ¿De verdad sus caderas se iban a ensanchar? ¿O sus pechos crecerían? Para empezar, ¿Qué eran los pechos? Se observó en el espejo del baño, ahí no había absolutamente nada y ni siquiera era tan alta como debería serlo. De repente, la imagen del hombre sin vida y su tutor sobre él le asalto la mente y tuvo que desviar la mirada.  Estaba asustada, de toda la situación, de todo lo que había visto, de lo que se avecinaba y de quienes vivían con ella.  Salió del blanco y pulcro cuarto, prácticamente corrió a su habitación y al entrar se encontró con su cama totalmente limpia y con el característico aroma del jabón usado por Maria para lavar la ropa de cama. Esa noche durmió incómoda –debido a la condición que estaba pasando y todo lo que conlleva mes a mes- y temerosa de que alguien irrumpiera en su habitación mientras dormía para hacerle daño.   ¿Quién diría que su entrada a la pre- adolescencia sería tan caótica?
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