Capítulo Ocho

1488 Words
Evelyn se encuentra preparando su desayuno, la fiesta de la noche anterior termino a altas horas de la noche pero ella ha madrugado pues no pudo conciliar el sueño en lo absoluto. Todo lo que Kauris le dijo ha hecho mella en ella aunque sabe que parte era pura mentira, como que Ivoh ha tenido varios sirvientes antes, sabe perfectamente que ella ha sido la única pero… ¿Y si sus juguetes no llegaban siquiera a ser sirvientes o adoptados? Tomo asiento en la gran mesa, su cereal y frutas no le eran apetitosos pero necesitaba estar fuerte y preparada, quería pedir que le enseñaran a ser vigía o espía, tal vez aprender a luchar y poder hacer algo más con su vida que pasear por la enorme casona. También se había estado preguntando por su hermano, recordaba tan poco de él y de sus padres, incluso ignoraba el hecho de que su verdadero nombre era Sophie, ¿Cómo pudo olvidarlos así? ¿Olvidar quién es era realmente fácilmente? Con la vista clavada en la ventana recordó la mañana que brincó por la misma y se escabulló de la tutela de los Coll pero eventualmente Ivoh la encontró sin problema alguno cuando los lobos aparecieron, ¿Supo todo el tiempo lo que tramaba ella? ¿Conocía a esos jóvenes? ¿Realmente eran lobos? Le parecieron cazadores comunes y corrientes y no peludas criaturas.  ― Cielos Evelyn, se te queman las neuronas si piensas así ― Draco ríe mientras toma asiento frente a ella. ―Si bueno, tengo cosas en la cabeza ― sonríe forzadamente y esto es notado por el vampiro.  ― Tenemos invitados al desayuno, veras, anoche un buen amigo mío se quedó aquí y sus sirvientes necesitan comer como tu… Sé amable y en lo posible mantén el silencio ―  musita.  ― Buenos días ― un joven de cabellos alborotados y rojos entra en la sala con una radiante sonrisa ― ¿Tu sirvienta? Que linda.  ― Buenos días, señor ― responde la joven.  ― ¿Mía? Ojalá, pero no ― niega Draco.  Por la puerta principal ingresan dos muchachas algunos años mayores que Evelyn, traen la cabeza gacha y las manos juntas, saludan educadamente y toman asiento junto  a los demás.  ― El desayuno estará listo pronto, iremos a ver algunos asuntos, compórtense y no me hagan pasar pena  ― el pelirrojo observa a ambas y se marcha junto a Draco.  La mirada jade de la pelinegra pasa de una a una, sus ropas siguen siendo las mismas que las del baile, no son las adecuadas y parecen vestir así seguido. Sus ojos no se despegan de la mesa, no se atreven a entablar contacto visual con ella y sus cuellos presentan marcas frescas de colmillos y rasguños.  ― Disculpen, pueden hablar conmigo, no voy a hacerles daño ― les sonríe ― soy humana también.  ― No queremos hablar ― responde una tajante.  ― No tienes que ser grosera ― suelta la joven.  ― No le digas a nuestro señor o se enfadará mucho ― la otra pide viéndola a los ojos por primera vez.  Desde la entrada y sin que nadie lo sepa Ivoh observa a las jóvenes, no quiere que Evelyn llegue a temer de esa manera, que pierda la sonrisa bonita que tiene y la confianza que le brindó desde el primer momento en que se vieron pero sabe perfectamente que la actitud dominante y la personalidad curiosa y explosiva que ella tiene traerá más de un problema a sus vidas. Sin mencionar que muchos están interesados en ella, su padre desea conocerla oficialmente y no falta mucho para que eso suceda; no está dispuesto a darle el puesto de sirviente ni ninguna de las funciones que estos cumplen pero hacerla su esposa sin amarla realmente es aún peor entonces, ¿Qué hacer? ¿Qué respuesta es la adecuada? ¿Fingir? Querrán pruebas y eso es lo que no deja el plan seguir en marcha. Suspira, por lo pronto lo mejor es resolver las dudas que ella tenga, ya se distanciaron un tiempo cuando ella lo vió asesinar a ese hombre a sus doce años y prohibirle ver a su hermano ahora que han vuelto a encontrarse sería mucho peor; las cosas que debe soportar por encariñarse con una mocosa humana.  ― ¡Ivoh! ― Draco aparece de repente seguido de su invitado ― Hay intrusos en la zona, no estoy seguro pero por el aroma podrían ser Parias.  ― ¿Qué? ¿Cómo llegaron aquí? ― Calendra llega rápidamente al escuchar las noticias.  ― Vamos ― Ivoh se encamina a la salida ― María y Alfred tengan cuidado, cierren todas las ventanas y puertas hasta que hayamos vuelto, nadie tiene permitido salir ― lleva sus ojos a Evelyn ― Nadie. ― puntualiza en la palabra mientras los ojos de ambos se sostienen la mirada.  Los cuatro inmortales salen de la casa a gran velocidad, la servidumbre se dispone a cumplir las órdenes recibidas cerrando absolutamente todas las ventanas y puertas que den acceso a la casa. Evelyn sigue a la regordeta mujer ayudándola en lo que ella le pide, tras llegar al salón principal y cerrar los enormes ventanales; una vez listo todo la joven voltea a todos lados buscando que más hacer cuando la ama de llaves es atacada por una criatura –la cual atraviesa con sus manos el cristal de la ventana-  y la lanza por los aires hacia el exterior.  ― ¡María! ― la pelinegra asoma su cabeza viendo a la mujer caída en el suelo. ― Quédate donde estas, iré por ti.  ― No… no vengas niña… ― pide negando.  ― No te voy a dejar ahí sola ― da un salto y toca el suelo perfectamente.  Se apresura a llegar a la mujer, se acuclilla viendo a todos lados buscando a un posible animal y toma los brazos de María intentando ayudarla a ponerse de pie pero la herida en una de sus piernas parece ser grave y la sangre derramada llamará a quien sea que los haya atacado, lobo, animal o vampiro.  ― Pobre niña tonta ― la sirvienta ríe de manera malévola llamando la atención de la chica.  ― ¿María? ― Eve la observa sin comprender.  La mujer le muestra una mirada sádica, de sus manos crecen garras y con ellas ataca a la muchacha lanzándola por los aires. Camina decidida hacia ella mientras el rostro de Evelyn sangra de manera abundante por las cortadas y ella retrocede arrastrándose de espalda por el suelo sin quitarle los ojos de encima.  ― Me ha costado mucho pasar por una humana común y corriente, en verdad lo había logrado hasta que mis estúpidos compañeros decidieron atacar por cuenta propia. ― farfulla ― No es nada personal Evelyn pero estoy herida y necesito sangre, eres la única disponible y no me quejo ante sangre joven.  ― Pero… ¿Cómo? ― Niega sintiendo el dolor de sus heridas.  ― Hay métodos querida mía, te falta tanto por conocer ― ríe ― Pero no lo conocerás, aquí termina tu vida.  Descarrilada por la sed del líquido carmesí se lanza sobre la joven, un forcejeo intenso da inicio mientras los protuberantes colmillos de la criatura que se hacía pasar por ama de llaves salen desesperados por incrustarse en su cuerpo. La ojiverde logra invertir los roles y golpearla con lo primero que sus manos encuentran cerca, poniéndose de pie corre en dirección opuesta, si entra a la casa probablemente masacre a todos los humanos que se refugian dentro y no está dispuesta a ser la causante de tal acto. Se interna en los jardines presa del pánico, la situación le recuerda a aquella primera vez que tuvo miedo de los vampiros y desearía poder estar encerrada en su habitación al igual que esa noche; llega al final del patio lateral por lo que salta la baya y se adentra en el bosque, tropezando con todo hasta caer entre las hojas. Observa a todos lados agitada, escucha las pisadas cerca y comienza a perder los estribos.  ― ¿Quién es? ― susurra asustada.  Ante sus ojos dos enormes bestias peludas aparecen, una color café y la otra de color n***o, la observan curiosos notando la sangre en sus ropas y su rostro; comparten la mirada y vuelven a la chica la cual sale disparada alejándose de ellos y en plena carrera choca de lleno con un cuerpo e inmediatamente comienza a gritar.  ― ¡Déjame!  ― forcejea.  ― ¡Evelyn! ― La voz de Ivoh la detiene en seco ― ¿Qué pasó? ¿Por qué saliste? ¿Quién te hirió?  ― María ― susurra viendo a la mujer acercarse con una sonrisa ― ¡Ella es la traidora!  La mirada del vampiro se dirige a la mujer, luce sorprendido pues habría jurado que era completamente humana, no había nada que dijese lo contrario y eso era lo que más le preocupaba, ¿Acaso los Parias habían encontrado la manera de burlar a otros vampiros? ¿O era él quien era fácil de engañar? Farfulló por lo bajo cuando María se lanzó sobre ellos dispuesta a matarlos, empujó hacia atrás a la muchacha con fuerza para alejarla de todo peligro pero recibió el golpe de su enemiga que lo lanzó algunos pasos hacia atrás.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD