Prometo que siempre cuidare de ti

1507 Words
Sophie abrió los ojos con dificultad, no recordaba de inmediato que era lo que había sucedido, sintió un fuerte dolor de cabeza, la luz de una lámpara sobre su cabeza destello sus ojos, dificultando aún más volver en conciencia. “¿Cómo te sientes preciosa?” Una voz gruesa, pero con un tono cariñoso, le habló a su oído. Ella se sobresaltó al ver a quien tenía al frente. “¿qué estás haciendo aquí?” le preguntó incrédula al verlo. “Te llame por mucho tiempo a tu número de teléfono, pero nadie me contestó, insistí de nuevo y una enfermera fue quien atendió la llamada, me contó lo que pasó con tu madre, y pues bueno, viaje desde Charleston para venir a hacerme cargo de ti” Sophie sintió como su respiración se entrecortó, Valentín estaba ahí delante de ella, era como un sueño, jamás se imaginó que aquel hombre iría por su rescate. Ella le sonrío, y lo miró de arriba abajo, él estaba con unas gafas oscuras y un sombrero, aunque conservaba su pulcritud y belleza, que se vistiera así en un ambiente como el de esa ciudad le causaba diversión. “¿Por qué estas así vestido?” Ella le preguntó mientras se enderezaba “Bueno, es que tantos años en Charleston han creado una alergia al sol, pero eso no importa, aquí lo único importante es saber cómo te sientes” “bastante adolorida, recibí un golpe muy fuerte y perdí el conocimiento, por cierto, ¿tu sabes cómo está mi madre?” “Preciosa, lamento ser yo él que te diga esto, pero es que tu madre…” Valentín cabizbajo le tomó su mano y se la acarició, mientras que ella negaba con la cabeza. “¡No Valentín, no!” “Tu madre estaba demasiado descontrolada, el médico dijo que no pudieron hacer nada por ella fueron muchas personas tratando de ayudarla, pero ella saltó por la ventana y perdió la vida, lo siento mucho Sophie” “No, no puede ser cierto… Valentín, pero ¿Por qué la vida es así de injusta conmigo?” Sophie comenzó a llorar desconsolada en los brazos del vampiro, estaba demasiado triste, se sentía culpable por la muerte de su madre, tal vez si ella no hubiera venido a visitarla, si ella la hubiera acompañado mucho más tiempo, sino la hubiera dejado en ese lugar las cosas seria diferentes. Sus lágrimas caían a cantaros, su llanto era desgarrador, Valentín se sentía fatal por ver a la chica que adoraba sufrir de esa manera, pero más se sentía culpable porque sus lágrimas hacían que su olor lo volviera loco, en lugar de querer abrazarla y consolarla, quería tenerla debajo suyo y hacerla su mujer, quitarle su tristeza con besos y caricias, llenarla de placer para que pudiera borrar su tristeza. Pues bien sabía que la unión pasional entre un vampiro y una humana era algo diferente, el veneno que recorría la sangre de Valentín hacía que cualquier ser humana que sucumbía ante sus brazos, se derritiera en el momento de hacer el amor con él, era como si tuvieran en un viaje astral, y aunque para él, el sexo consistía más en placeres eróticos y mundanos, con Sophie le sucedía algo diferente, sus sentimientos eran especiales, más de lo que se podía imaginar. Después de que Sophie se desahogo en su pecho, se levantó de la camilla en donde estaba reposando, se quitó el suero que tenía inyectado en su mano, y lo miró fijamente. “Me quiero ir de esta ciudad, no quiero estar un segundo más en este lugar, desde que traje a mi madre a este asilo, mi vida solamente ha estado llena de miedo, y de pesadillas, necesito saber como puedo hacer para poder darle sepultura” “ya me encargué de eso, estaba esperando que despertaras para saber que quieres hacer con el cuerpo de tu madre, ¿si quieres llevarlo a un sepulcro, o si quieres cremar sus restos?” Sophie empezó a llorar de nuevo, estar en esa situación no era nada fácil para ella, Valentín en su interior estaba rogando porque ella se calmase o iba a terminar irrespetando su dolor, él la abrazó de nuevo, y sin importar que el rostro de Sophie estuviera cubierto por sus fluidos nasales, empezó a besarla , ella sintió una extraña sensación, era como si él le diera consuelo, como si él fuera todo lo que necesitaba para poder vivir, Sophie se abrazó a su cuerpo y continuó besándolo, por un momento ante sus ojos, ya no estaban en la habitación, sino en un espacio completamente extraterrenal. Ella abrió sus ojos y se vio fuera de la habitación del hospital, era como cuando tenía sus pesadillas, Valentín estaba frente a ella, pero no tenía las gafas oscuras puestas, sus ojos no eran grises, sino rojos brillantes, y sus labios estaban rosados y húmedos, sus dientes y su piel blancos la atraían, él la besó de nuevo, y comenzó a acariciarla, ella de nuevo estaba sumergida en un espacio que no sabía si era una realidad convexa o seguía en el cuarto de aquel frívolo asilo. Sophie simplemente dejó caer su cuerpo mientras Valentín la besaba, poco a poco sus dulces labios comenzaron a besar cada uno de los espacios de su cuello, su lengua lamía con suavidad su piel, ella sintió como si sus pies se hubieran alejado de la tierra y hubiera empezado a levitar, mientras que Valentín no dejaba de darle lo más dulces besos y las más apasionadas caricias. Sus frías manos la fueron recorriendo desde la espalda, hasta sus nalgas, cuando él iba pasando por sus muslos, ella se tensiono, abrió sus piernas y permitió que Valentín, con sus grandes pero delicados dedos, comenzará a hacerla suya, ella comenzó a gemir, se había olvidado por completo del dolor que le había causado la muerte de su madre. Valentín entraba sus dedos con delicadeza, una y otra y una vez más, mientras que al mismo tiempo le besaba su rostro, su cuello, le pasaba su lengua por su boca, por sus senos, por cualquier espacio de su piel que fuera sensible a su tacto. Sophie no decía ni una sola palabra, pues estaba hipnotizada, era como si estuviera viviendo un sueño, uno del cual no quería despertar, ella solamente se dispuso para que su príncipe la hiciera suya. Los movimientos de los dedos de Valentín dentro de ella eran aún más rápidos y uniformes, la entrepierna de Sophie se estaba empezando a contraer, como por arte de magia, Sophie parecía sentada en el aire, Valentín se arrodillo frente a ella, abrió sus piernas metió su cabeza en medio, y comenzó a lamer, solamente se saboreaba, le encantaba el sabor de los jugos que emanaba la excitación de Sophie. Las contracciones de la entrepierna de ella cada vez se hacían más fuertes, Sophie enredó sus manos en el suave cabello de su amado y pudo colocar la cabeza de Valentín aún más en su interior, y como jamás en su vida lo había hecho, dejó que su ser se explotara dentro de su boca, los gritos de pasión desenfrenada invadieron todo el cuarto, Sophie por primera vez, había caído en los placeres mundanos de la pasión, lo habia hecho consciente y sin frenos, y aunque no había sido por completo poseída por Valentín, lo disfrutó más que nunca, sin embargo, él aún debía esperar la manera de hacerla suya sin causarle algún daño. Después de aquel agitado momento, ambos como por arte de magia regresaron a la fría habitación, ella estaba de nuevo abrazada a su pecho, sabía que eso no había sido un sueño, había sido una realidad, pero no se explicaba cómo salieron del cuarto y regresaron como por arte de magia si es que, para ella, la magia no existía, era algo efímero que jamás había cruzado el umbral de su vida. Valentín la miró con dulzura, se acercó y le dio un dulce beso en sus labios, con su mano acarició su mejilla, y le dijo: “Siempre voy a cuidar de ti, te lo prometo” “ Valentín, ¿Qué fue todo eso? Explícamelo por favor” “Todo eso fue, simplemente lo que viviste, no se lo que sentiste, pero puedo decirte que, si fue igual de intenso a lo que yo sentí, fue mágico y maravilloso querida mía, ahora si quieres hablamos con el médico para que te permita irnos” Sophie asintió, se organizó su ropa, le dio un último abrazo a Valentín, y salieron de la fría habitación, ese mismo día hicieron que cremaran a su madre, era hora irse de nuevo para Charleston, aunque Valentín no había necesitado el tren para llegar hasta Manhattan gracias a sus poderes sobrenaturales, para regresar si tuvo que acompañar a Sophie en este, se puso sus gafas, su abrigo y su sombrero evitando por completo la luz del sol, y se fueron. En ese momento habían consolidado formalmente su relación.
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