Del jacuzzi, hemos pasado al camarote y el estar desnuda sobre el en esta cama, se vuelve mi aventura favorita. Soy yo quien tiene el control de la situación esta vez y el moverme a mi antojo haciendo que su cuerpo siga mi ritmo, es de las mejores sensaciones del mundo, sobre todo cuando sus manos se encuentran en mi cintura y por momentos suben hacia mis pechos provocándome aún más.
Los movimientos de mis caderas siguen un ritmo perfecto que me lleva al placer, uno que también veo reflejado en su rostro y me hace echar mi cabeza hacia atrás por momentos para poder absorber un poco toda esta locura que recorre mi cuerpo.
Escucho sus gemidos que se unen con los míos haciendo eco en este lugar y solo le puedo volver a mirar mientras subo y bajo de el con un poco más de premeditación sabien
