Me tiemblan las manos al desdoblar el papel. Desde que me entere de todo el asunto de las cartas, siento ansias por abrir cada una de ellas para develar el misterio detrás de todo esto. Comienzo por leer e intento que mi mente no me juegue una mala pasada.
"Mi pequeña Valentina,
Si mi niña, siempre serás mi pequeña… Tu madre y yo sabíamos que cuando recibieras está carta ya estarías en un avión rumbo a Milán junto a Alessandro. El hombre que está sentado a tu lado es una víctima más de toda esta historia, pero también es quien te ayudara en todo lo que viene para ti a partir de ahora. Mi niña, nosotros no estamos más contigo físicamente, pero dejamos todo preparado para que cuando este día llegara, tu no estuvieras tan sola. Alessandro, es el hijo de Fabrizio Mancini, quien fue mi socio, mi mano derecha, y mi mejor amigo hasta el día de su muerte. Cuando el falleció, su hijo, que es como otro hijo para mí, tomo su lugar y se convirtió en mi mano derecha llevando a delante la empresa mientras que nosotros estábamos en América contigo.
Hija, Alessandro y tu irán recibiendo instrucciones específicas de todo lo que tienen que hacer ahora que no estamos. Sin embargo, dejamos a su criterio la manera en que se llevara a cabo todo el plan cuando vayan enterándose de lo sucedido.
Te amamos,
Tus padres."
Doblo el papel, y observo a Alessandro, se ve triste, decepcionado... sus ojos están llenos de lágrimas y no sé muy bien que fue lo que pudo haber leído en esa carta. —Alessandro, ¿Qué sucede? — cuestiono colocando una de mis manos sobre su hombro.
Él me mira y de sus ojos grises se desprendan lágrimas que parece ser dolor. —Sucede que me acabo de enterar que mis padres no murieron en un accidente de avión. — me dice y mi cara cambia completamente.
—¿Qué? — pregunto con un hilo de voz.
—Ellos también murieron en un accidente de auto, uno que fue provocado al igual que el de tus padres.— confiesa y estoy temblando.
—¿A ellos también los mataron? — pregunto con un hilo de voz.
—Si, y según lo que dice tu padre en esta carta; no me dijo nada para que no me llenara de odio hacia quien parece ser el responsable. Él no quería que tomara la justicia por mano propia. — explica.
Es en este preciso instante donde me percato que Alessandro y yo estamos sintiendo exactamente el mismo dolor. Uno que cala hondo, que nos llena de rabia, impotencia, y que dan ganas de arrancar del pecho, pero simplemente no se puede.
—¿Y dejo dicho quién es el responsable? — pregunto en medio de mi caos emocional.
—No, él dijo que aún no es momento que nos enteremos de eso, solo nos pide desconfiar de todos y solamente confiar el uno en el otro. — explica y para demostrarme que lo que dice es cierto; me muestra la carta.
Me resulta una locura que mi padre no nos quiera decir quién es el enemigo. Alessandro y yo estamos en peligro, y ni siquiera sabemos de quien debemos cuidarnos, «¿hay algo de normal en esta situación?»
Nos miramos el uno al otro e intentamos comprender como proseguir con todo esto, pero creo que ambos estamos igual de confundidos. —¿Lo habrá dejado escrito en alguna de estas otras cartas? — le pregunto y él encoje sus hombros.
—Valentina, si hay algo que tu padre sabía hacer muy bien era esconder información. No creo que el abrir esas cartas nos ayude de algo... Además, si no nos dice el nombre desde ahora; debe de ser por algo, ¿no? — me pregunta y solo lo puedo mirar queriendo comprender como puede mantenerse en calma después de haberse enterado de que la muerte de sus padres también fue provocada.
—¿Acaso no te da curiosidad saber quién ha matado a tus padres?—
Él asiente manteniendo sus ojos cerrados —mucha. — admite cuando finalmente abre sus ojos y los clava en mí. —pero, también sé que una de las cosas que tu padre me dejo encargadas es cuidarte, y si yo supiera ese nombre; no podré hacerlo.— me dice haciéndome sentir una sensación muy extraña por dentro.
«Es una especie de escalofrió que me recorre por dentro y me hace sentir nervios.»
—Tengo miedo, ¿Y si alguien quiere hacernos daño a nosotros también? ¿Y si todo esto es por dinero? ¿Por la empresa? — pregunto asustada.
—Tranquila. — dice y me toma por sorpresa cuando sujeta mi mano entre sus manos —tu padre jamás te pondría en riesgo. Él era un hombre inteligente y que amaba a su familia por sobre todas las cosas. Si estamos juntos en esto, te aseguro que las cosas saldrán bien; solo debemos confiar en el otro. — me dice mirándome fijamente y asiento.
—Confiare en ti. — digo finalmente y sonríe.
—Y yo en ti Valentina, iremos descubriendo todo esto juntos y buscaremos la mejor solución. Te prometo que no dejare que nada te suceda. — me asegura y me roba una sonrisa.
Por primera vez comienzo a sentir que no estoy tan sola. Yo no sé muy bien que nos espera a nosotros dos en Milán, pero sé que tiene razón; mi padre jamás hubiera hecho algo para ponerme en riesgo.