Son más de las doce de la noche cuando finalmente llegamos a la casa y por algún motivo entramos de manera sigilosa para que ninguno de los empleados se despierte y nos vea llegar juntos. Es muy tonto, pero las circunstancias en las que nos encontramos viviendo no son las mejores para que nuestra relación sea algo que todos sepan aún. —recuerda que no podemos confiar en nadie. — me susurra al oído antes de permitirme subir la escalera. Me doy la vuelta para verlo a los ojos y sonrió —lo sé, solo confió en ti. — afirmo. —No me hagas las cosas más difíciles princesa…— me dice con un tono de voz más grave que lo usual y roza mis mejillas con mis dedos —me encantaría que durmiéramos juntos, pero supongo que todos se darían cuenta y por ahora no es posible. — se explica. Sus palabras me ha