Capítulo 5: Ilusiones Rompecorazones.

3617 Words
Capítulo 5: Ilusiones rompecorazones "Me duele lo que pudo haber pasado, incluso más que lo que no pasó" - La bella y la bestia, Reik - Morat. Metí la mano en el bolsillo de mi pantalón con muchos nervios, ¿Y si me había hablado?. Tome mi celular muy despacio, lo desbloquee y miré la notificación que había llegado con mis pelos de punta.  Julieta Martinez te etiqueto en una publicación. Mirala ahora.  — ¡Nooo, mamá! pensé que Sara me había hablado.  — Deja de ser tan iluso, esa muchachita no te va a hablar, demuestrame lo valiente que creí que eras y hablale, no pierdes nada.  — Pierdo dignidad, deja de reirte de mi mamá — cruce mis brazos enojado.  — Es que me acordé de tu grito de hoy cuando Javier te puso la inyección.  Maldito Javier.  —Es que si dolió mucho la verdad y no sirvio para nada porque el dolor no se me ha quitado.  - Ay mi amor, y porque no me has dicho nada.  - ¿Pero mamá tu que puedes hacer?  - No lo sé, pero unos mimos de mamá siempre caen bien.  Llegamos a nuestra casa, vivíamos en una unidad muy bonita, yo llevaba viviendo prácticamente toda mi vida en este barrio y como era un poco apartado del centro de la ciudad nos gustaba mucho.  Era una casa de tres pisos aunque el tercero era una especie de altillo y allí era mi cuarto.  La casa la habíamos dividido en dos porque era muy grande solo para tres personas, así que en el primer piso  vivía una pareja de casados. Según decían ellos por el momento no querían tener hijos así que les servía un piso pequeño. No necesitaban más. En el segundo piso en la habitación que antes era la de mis padres, la habíamos remodelado y ampliado uniendola con la pieza de al lado. Así quedaba un espacio muy grande para que fuera cocina, comedor y sala y también teníamos allí el cuerto de lavado.  A la salida de la sala comedor cocina estaba el baño que usaba mi madre y mi abuela y seguido de eso habían dos habitaciones mas, una era de mi mamá y la otra era de mi abuela donde dormían ella y su perro, pegaso. Era un perrito criollo más tierno y noble de la vida. Era demasiado consentido y era muy apegado a mi abuela así que poco estaba conmigo. Pero era un perro bastante grande.  Y para finalizar en el tercer piso estaba mi cuarto, era pequeñito. Yo parado tenía que doblar la cabeza para entrar pero yo amaba mi cuevita secreta.  Era lo suficientemente espacioso para que entrara mi cama, un armario,  un escritorio donde tenía mi computador, tenía un sofá cama para cuando me visitaban mis amigos y un tv de plasma que me había dado mi abuela la navidad pasada.  Había una puerta que dirigía a un baño, que era solo para mi.  Lo que más me gustaba de mi cuarto era las vistas que tenía, se veía una gran parte de la ciudad y era maravilloso.  En alguna casa de por ahí debía de estar Sara. Suspire tirandome a la cama, mire hacia el techo y al instante me quedé dormido.  Me desperté como a las dos de la mañana, tenía que tomarme una pastilla para el dolor así que debía de bajar a la cocina porque había olvidado subir un vaso de agua. Tenía tanto dolor que tuve que bajar sentado y me hizo gracia recordar cuando era pequeño y mantenía bajando así las escaleras.  Ya que estaba despierto decidí desayunar a esa hora así que me preparé un plato de cereal, Pegaso entró a la cocina. Él siempre era mi acompañante en las madrugadas.  — Hola, hombrecito volador. ¿Quieres comer algo?  —   Pegaso empezó a mover la cola hacia los lados —muy rápido y casi empieza a ladrar pero le tape la boca antes de que lo hiciera   — Shhh, no nos pueden oír.  Él se sentó como si me entendiera y espero a que yo le diera las galletitas con forma de perro.  Ambos nos quedamos sentados comiendo mientras mirábamos hacia el piso.  — ¿Tu estas enamorado?  —   Pegaso me miró y ladeo la cabeza al escuchar mi pregunta.  —   Enamorarse es que te gusta un chica, en tu caso una perra o también te puede gustar un perro. Oye, ¿Existen los perros gays? Nunca había pensado en eso  —  Pegaso puso su trompa en mi brazo - Bueno, el caso es que cuando tu te enamoras no tienes ojos para nadie mas y te la pasas pensando en ella y oyeee no te duermas que te estoy hablando.  Pegaso me mordio cuando le hale una oreja para que me escuchara.  — Esta bien, vamos a dormir. Ya tenemos que irnos a la cama y mira la hora que es — miré el reloj que colgaba de la pared 02:35 am.  Abrí la puerta de la habitación de mi abuela para que él entrara.  — Hasta mañana bonito. Al subir las escaleras me obligue a hacerlo apoyando los dos pies, el dolor aun no se me pasaba del todo y apoyar el pie provocaba que maldijera a cada una de las escaleras hasta mi cuarto.   Cuando pude estar en mi alcoba me coloque la férula porque la venda la tenía puesta desde por la mañana, busque ropa para dormir y me cambie tirando lo que me acababa de quitar al piso.  Me senté en mi cama y miré hacia la ciudad.  A la mañana siguiente escuché un grito de mi mamá seguido de una maldición.  — ¡José David levantate ya!  —   tiro de mis cobijas y las quito de mi cama  —   por Dios, hace cuanto que no limpias acá, esto ya parece un nido de ratones — Tape mi rostro con una mano cuando ella abrió las cortinas que yo había cerrado en la madrugada después de estar mirando la ciudad un buen rato - destape un poco mi ojo para mirarla, ella estaba mirando directo a mi escritorio, vi como respiro hondo antes de mirarme  v ¿Sabes cuanto llevamos buscando todos esos vasos? Mi mamá estaba furiosa pensando que nos habían robado. Baja eso ahora mismo Jose David si no quieres tener problemas conmigo o con ella.  Mire mi coleccion de vasos, habían unos cuantos pares de ellos amontonados. Mi madre se acercó a ellos y tomó uno, lo llevo hacia su nariz.  — Ma, no deberías de hacer eso  —   ví con horror como hizo una arcada y casi vomita encima de mi computador —   ¡MAMÁ QUE ASCO!  — ¿¡MAMÁ QUÉ ASCO!?  Qué asco tu José David, ¿Cómo puedes tener por tantos días estos vasos acá arriba? Están oliendo fatal, levántate ya y no quiero ninguna excusa.  — No má, dejame dormir un poco más, aún es muy temprano y me acosté muy tarde.  — Ese no es mi problema, además ¿hoy no trabajas o qué?  — Si, pero no entró hasta las cuatro de la tarde  —   Suspiré y me di vuelta en la cama quedando boca abajo, puse un cojín debajo de mi pierna para que no quedara colgando.  — No te acomodes mas Jose David, te paras ya. Es una orden.  — No me digas así mamá, sabes que lo odio.  —   Me volví a dar la vuelta en la cama quedando boca arriba, lleve mis manos sobre y mi cabeza y bostece para quitar la pereza de mi cuerpo, eso era lo que mi mamá siempre decía.  Me senté en el borde de la cama mientras veía a mi madre levantar la ropa del piso.  — Me llevo esto para lavarlo y es la última vez que te lavo la ropa y deja de tirar todo al piso, ahora casi me mato porque no ví que eso estaba ahí y me enrede ¡Y no te rías de mí!  — Perdón, perdón  —   Me acerque a ella,  bese su frente.  —   buenos días gruñoncita  —   — En cinco minutos bajas que ya está la abuela sirviendo el desayuno.  — Okay mamá.  — Y por favor hazlo en serio, no quiero volver y ver que te duermas de nuevo  —   Ella miró hacia mi cama donde yo me estaba volviendo a parar antes de que se diera cuenta pero fracase en el intento  —   ¡Hijo por favor! — Ya mamá ya, ahora si me levanto de verdad.  — Te espero abajo, en dos minutos.  — Eran cinco. — Ya perdiste mucho tiempo.    —   Ya bajo entonces.  Entré al baño y cepille mis dientes, hice mis necesidades, lave mis manos y baje a desayunar. Esta vez no tuve que bajar sentado, era raro porque en las mañanas el dolor era casi inexistente.  Llegué a la cocina donde encontré a m abuela sirviendo tres tazas de chocolate caliente.  — Buenos días abuela  —   la salude a ella también con un beso en la frente.  — Buenos días mi niño adorado, ¿Cómo amaneciste?  — Muy bien ¿Y tu?  — Muy bien, y del dolor como estas? — Bien abue, no me esta doliendo nada.  — ¡Eso me alegra tanto! — Sus ojos se iluminaron como dos farolitos  —   Me dí cuenta que estabas en la madrugada por acá y eso solo significa una cosa.  Ayude a mi abuela llevando las tasas al comedor mientras seguía hablando con ella.  — Las noches no son buenas abuelita, pero los días sí y tengo que disfrutarlos.  — Y el día de hoy lo vas a disfrutar organizando tu cuarto  —   habló mi mamá llegando al comedor, mire a mi abuelita pidiendo ayuda.  — Déjalo descansar hoy, mira que más tarde tiene que ir a trabajar.  — No mamá, no te dejes convencer, si tu vieras como tiene su alcoba de cochina ¡Todos tus vasos están allí!  — ¿Ah sí?  —   mi abuela se acercó a mí y tiró de una de mis orejas  —   este muchachito desorganizado, ahora hazle caso a tu mamá, desayunas y subes a organizar esa pocilga. Y me traes mis vasos con mucho cuidado. Yo hoy voy a visitar a un amigo así que no almorzaré acá.  — ¿Y se puede saber con quién te vas a ver? No me habías contado que tenías un amigo  —   mi mamá la miraba con mucho interés mientras yo me metía un pan con huevo revuelto a la boca.  —  Lo conocí en el parque hace semanas cuando saque a pasear a Pegaso, todos los días nos encontramos, él tiene dos perritos muy lindos, son todos gorditos.  Mire a Pegaso que en ese momento entraba a la cocina bostezando.  —  Buenas noches dormilón,  veo que alguien se trasnocho  —    dijo mi mamá mientras le acariciaba la cabeza.  —  Nos trasnochamos, desayunamos a las dos de la mañana.  —  ¡Ah que belleza!  —    me reí de la cara que tenía mi mamá en ese momento, las cejas casi le llegaban al inicio del cabello.   —    Entonces mamá, cuéntame más de ese señor.  —  Su nombre es Miguel, es un militar ya retirado —  Me pasas por favor la mantequilla mamá. —  Shhh, cállate. De pronto tienes nuevo abuelo  —    Abrí mis ojos con sorpresa al escuchar sus palabras mientras recibía la mantequilla que me pasaba, mi mamá nunca me miró a mi siempre miro a mi abuela quien se había atragantado con un pedazo de pan.  — ¡Julieta no digas esas cosas por Dios!  —  ¿Por qué no mamá? Aun estas joven, te puedes volver a casar. A mi me gustaría verte de nuevo feliz. Si, es que definitivamente a ti lo que te falta es un buen revolcón.  —  ¡Mamá por favor, estamos comiendo!  —  Ay ya, no es para tanto.  —  Si lo es  —    Tome un pan y le esparcí mantequilla por un lado.   —  Bueno, el punto es que solo conocí a alguien y ustedes ya me están casando.  - Ella abuela, yo no.  - Pero apenas nos estamos conociendo, primero tengo que probar el terreno para ver si si será un buen esposo.  —  ¡Abuela!  —    un pedazo de huevo salio volando de mi boca  —   ¿A ustedes dos qué les pasa?  Yo no me había dado cuenta de que estaban tan desesperadas. Definitivamente se nota que son madre e hija.  —  Ay David por Dios, no te cohíbas ante nosotras por estos temas, o ni creas que no te hemos visto esas revistas que guardas por ahí debajo del colchón.  —    tapé mi rostro con mis manos.  —  Si si, yo las he visto también, esas mujeres si que tienen unos cuerpazos. Yo en mi juventud también era igual de bella.  —  No me avergüencen más, y esos son datos que no me interesan saber.  —  Pero de pronto a ese señor si, deberías decirle eso mamá, así lo tienes rendido a tus pies rapidito  —  levante una ceja antes las palabras de mi madre  —    por cierto mamá, dime que no es casado porque ahí si me estoy armando una película para nada, y dime su nombre también.  —  No, es viudo. Vive solo —    levanto y bajo sus cejas muchas veces, por Dios.  —    Su nombre es Miguel.  —  Bonito mamá, ahora en el almuerzo vas y le dices que lo queremos conocer. Vamos a preparar una comida bien rica y especial para mi futuro papá.  —  Gracias abuelita, estuvo muy rico el desayuno  —    me levante de la mesa, ellas aún no habían acabado por estar hablando, lave mis platos y cubiertos usados y cuando iba a salir de allí mi mamá me llamó.  —  ¿Si hablaste con Sara?  —  ¿Quien es Sara?  —    mi abuelita me miraba sonriendo como el Gato de Cheshire de Alicia en el país de las maravillas   —    Oh por Dios, no me digan que mi bebito tiene novia.  — No abuela, no tengo y no mamá. Tampoco he hablado con ella ¿Porqué?  —  Creí que  —    ella miró su celular  —   No, nada. Solo soñé eso.  —  Bueno  —    volví a mirar el celular de mi mamá  —    ¿Han visto mi celular?  —  Si, lo dejaste en la vasija de las llaves, eres tan despistado que no te diste cuenta que cuando dejaste las llaves también dejaste el celular  —    mi abuelita negó con la cabeza mientras señalaba el lugar en donde reposaba mi celular.  —  Gracias abue.  —  Con gusto y ahora sube y organiza ese chiquero.  —  Sí señora.  Fui a tomar mi celular y subir las escaleras para comenzar a ordenar mi desastre.  Prendí mi computador para poner música y así animarme mejor y sacar fuerzas de la música para poder con todo este mugrero.  Mientras el computador cargaba abrí mi celular para leer que habían dicho en el grupo de w******p pero una notificación llamó mi atención.  Sara Rivera quiere enviarte un mensaje.  ¿Sara? ¿Mi Sara? ¿Me había escrito?  Abrí la notificación rápidamente para leer su mensaje:  —  ¿Podrías darme la clave para olvidar más rápido a alguien? ¿Tu me podrías ayudar con eso? Enviado ayer 10:43 pm Yo y mi costumbre de no revisar el teléfono antes de dormir.  Y espera, ese mensaje... ¿Se refería a mi? ¿Ella quería olvidarme?  Lo siento pero yo nunca le iba a dar la clave para que me olvidara. Eso jamás pasaría.  Point Of  View  SARA  Cinco minutos después de enviar el mensaje seguía dando vueltas alrededor de mi teléfono esperando una respuesta. Pensaba en mil y un cosas que David me podía contestar. Quizás se alegraba de saber de mi o no me hablaría, ¿se habrá cansado de mi? ¿Habrá conocido a otra chica aparte de Alejandra y ya no querrá saber nunca de mi? Mi cabeza estaba pensando a mil por hora, creándose escenarios de qué podría pasar si me hablaba o en el peor de los casos que pasaría si no me hablara. Media hora después me detuve de mi caminata, imagine que de tanto dar vueltas podía hacer un hueco como lo hizo Timmy el niño de la gorrita rosa, del programa de los padrino mágicos. Aw, ese programa fue mi infancia. Me senté en la silla de mi escritorio porque no quería destender la cama aun y yo era muy estricta con el orden y no quería ver ni una arruga en el tendido de cama. Ya sentada en el escritorio aproveché para encender mi pc y terminar un trabajo de la universidad. Me puse a investigar y a escribir. Tenía que presentarlo con normas APA, con introducción de una hoja completa, el desarrollo del trabajo tenía que ser de mínimo 10 hojas y apenas llevaba 4 hojas en total de todo el trabajo. Se me fueron demasiadas horas haciendo el trabajo, cuando miré la hora ya eran las dos de la mañana y mi trabajo ya estaba totalmente terminado, con conclusiones y todo. Cerré mi portátil, me quite mis gafas que solo usaba cuando estaba en el computador o viendo tv  y fui al baño a cambiarme. Tenía ropa de deporte porque había llegado a las ocho de la noche del gimnasio, no era muy fan pero quería sacar curvas entonces estaba haciendo el esfuerzo tres días a la semana acompañando a mi hermano mayor que si era un adicto al gimnasio. Lavé mi rostro y lo seque muy suavemente, cepille mis dientes y me cambié allí mismo y tiré la ropa al cesto de la ropa sucia que la tenía en el baño para no hacer mucho desorden. Pase por la cocina a tomar un paso de agua. En mi casa solo vivimos mi mamá, mi papá y yo. Tenía dos hermanos mayores pero ellos ya vivían solos, uno de ellos ya hasta tenía esposa y un bebé en camino.Ya quería que naciera pronto mi sobrino. Estaba tan feliz de conocerlo Cuando mis hermanos se fueron de casa decidimos pasarnos a un pequeño apartamento en el norte de la ciudad, era pequeñito pero era muy bonito. Lo malo es que en el edificio no aceptaban mascotas y a mi perro se lo llevó mi hermano Santiago, él vivía con sus amigos de la universidad que ahora ya eran compañeros de trabajo pues habían montado su propio negocio de buffet de abogados. Santiago vivía muy cerca de nosotros por eso yo iba al gimnasio con él. Mientras mi hermano mayor, Sebastián, vivía en otra ciudad, muy cerca de acá pero un día fue a pasear allí con su novia y se enamoraron del lugar y decidieron vivir juntos en ese lugar. Sí, todos nosotros teníamos nombres que empezaban con la letra S. Entré de nuevo a mi habitación y me acosté en mi cama, tomé mi celular con miedo.  Lo estuve evitando por muchas horas pero era hora de ver si había alguna notificación.  0 No había nada, ni mi grupo de amigas había hablado. Tiré mi celular a un lado y me dormí. No tarde mucho en hacerlo ya que estaba muy cansada.  Me desperté a las siete de la mañana porque tuve un sueño rarísimo, soñé que estaba en la cafetería de la universidad y llegaba un señor de baja estatura y muy gordo a robarme y que de la nada aparecia un tipo con capa muy muy alto y con cabello castaño, llegaba a rescatarme y me quitaba de las garras de ese señor y me llevaba volando a un castillo.  Fue un sueño rarísimo.  Como ya no podía dormir me levanté a hacerles el desayuno a mis padres, no me moleste en revisar mi teléfono celular porque sabía que no iba a encontrar un mensaje.  Mire mi celular como si pudiera explotarlo con los ojos, mi curiosidad pudo mas así que desbloquee mi celular, tenía una notificación de i********:, mi corazón empezó a latir demasiado rápido. Abrí la notificación con mis dedos temblorosos.  Julieta Martinez te siguió. Oh por Dios.  Me empecé a reír sola mientras me dirigía al baño, jamás me pasó por la cabeza que esa señora me pudiera seguir, ¿Sabría ella quien sería yo? Seguía insistiendo en que era muy poco probable de que lo supiera.  Fui al baño y me metí a la ducha de una vez, lave mi cabello porque después del gimnasio no lo había hecho, al salir me puse de nuevo ropa de hacer ejercicio pero solo para que mi mente se animara un poco.  Llegué a la cocina y comencé a hacer el desayuno, me gustaba demasiado cocinar, eran de mis planes favoritas para hacer.  Busque en la alacena los ingredientes que necesitaba: Harina, huevos, leche, sal. Harpía unos pancakes, sí. podría utilizar la harina que ya venía lista y solo le ponías agua y ya pero busque por todas las partes y no había así que me tocaba empezar de cero.  Mezcle todos los ingredientes y cuando ya obtuve una masa perfecta, precalente el sartén con un poco de aceite y fue echando un poco de mezcla para hacer los pancakes, cuando veía que ya empezaban a versen burbujas les daba la vuelta.  Al mismo tiempo preparé café para mi papá y para mi mamá y para mi preparé jugo de naranja, aunque yo tomaba de los dos.  Piqué fruta en trocitos pequeños, había fresa, mango, kiwi y banano y las fui poniendo en tazones aparte, corte pan, saque los frascos de mermelada y prepare huevos revueltos con tomate y cebolla.  Prepare la mesa para que se viera muy bonita con todo el desayuno servido, mis padres entraron a la cocina en ese momento.  Ya estaban arreglados por lo que suponía que después de desayunar saldrían.  —  Buenos días hija.  —  Buenos días mami, ¿Cómo amaneciste?  —    mire a mi papá  —    Buenos día pá.  —  Muy bien hija ¿y tu? Pero por lo que veo creo que muy bien.  —  Tenía mucha energía esta mañana.  Mi papá se sentó en la mesa sin responder el saludo, ese hombre era muy raro así que a veces yo tampoco le hablaba. Vi cómo se llevó el café a la boca y tras probar un poco lo devolvió maldiciendo y derramó todo el café en el lavaplatos.  Probé mi café por segunda vez, antes de servirlo lo había hecho y sabía que había quedado muy rico, no podía simplemente botarlo, me pudo haber dicho que le pusiera más azúcar o algo mas porque a mi criterio el café tenia el azúcar en su punto ideal.  Mi mamá vio todo y no dijo nada, ella siempre evitaba los conflictos con él.  —  ¿Vas a salir hoy?  —   mire a mi mamá y deje de fruncir el ceño. — No, no tengo ganas. Me quedaré en mi cuarto estudiando próximos temas.  — Me parece muy bien  —   le sonreí a mi mamá y terminamos de desayunar en silencio, cuando ellos terminaron el desayuno salieron, no sé a dónde iban y tampoco me interesaba mucho saber.  Recogí los platos, los lave y organicé toda la cocina. Volví a mi cuarto y tomé mi celular.  Tenía tres mensajes nuevos.  David  Ramos te envió un mensaje:  No,  hasta el momento no sé el secreto.  Y sí lo supiera tampoco te lo diría.  Al menos no para que me olvides a mi.  Enviado hace 10 minutos.   
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