Después de cuatro horas y media he llegado a Plymouth y camino hacia el portón. La casa es de dos pisos de color azul y con su bonito césped cercado. La puerta se abre y recostada del marco, se encuentra la madre de la hija ilegítima de Mohammed O'Sullivan. Es una belleza de mujer, madura, cabello oscuro hasta el mentón. —Te ves patético —la alcanzo y me reciben sus brazos. —No soporto más —me desahogo y nos abrazamos. Me sostiene el rostro, sus labios me reciben, nos besamos y entramos pegados, con la pierna empujo la puerta. Llegamos al mueble y nos tiramos, nos manoseamos por todos lados y de repente aparecen los ojos de muñeca redondeados y ese lunar apetitoso, consiguiendo que sobresaltado me aparte. —¡Joder, no puedo, perdóname! —me acomodo en el sofá y me cubro el rostro.