Era media noche mis padres, mi hermano y yo nos quedamos en la casa del alfa, ya que éramos invitados especiales, pero yo no me sentía nada especial lo único que quería era salir corriendo de ese lugar era invierno en la manada de la pradera, pero para nosotros el lugar era muy caluroso, ya que nosotros estamos acostumbrados a temperatura por debajo de los menos cincuenta grados si como lo leen somos perros de hielo
daba vueltas en mi cama sin poder conciliar el sueño tenía demasiado calor frustrada me acosté boca arriba di un resoplido muy agotador frustrado me destapé llevaba puesto un conjunto de algodón muy liviano de color n***o el short me quedaba ajustado al cuerpo, ya que mi figura era monumental gran trasero y grandes piernas cintura diminuta senos medianos
no llevaba sujetador y mi remera era de tirantes finos mi cabello estaba atado en una coleta alta y en el pelo suelto llevaba una trenza me coloque mis zapatillas y salí de mi habitación tratando de no hacer ruido camine por el pasillo y llegue a una gran puerta roja era la biblioteca entre y me dirigí hacia la izquierda de la habitación abriendo la gran ventana de cristal salí por él hacia un gran balcón
camine hacia la barandilla de concreto y recosté mis codos sobre él encendiendo un cigarrillo y dándole una larga calada liberando el humo en un largo suspiro miré a mi alrededor el inmenso bosque que había cubierto con un poco de nieve comencé a sentirme algo incómoda como si alguien me observara me enderece y fue cuando note las manos que había al rededor de mi cintura que sujetaban el borde de la baranda dejándome entre medio
baje mi mirada hacia los enormes brazos que me rodeaban cuando estaba a punto de darme vuelta comencé a sentir la presión de un cuerpo contra el mío empujándome hacia el barandal podía sentir todo su cuerpo presionándome era un hombre alto y muy grande sus manos se acercaron hacia mi cuerpo su mano izquierda estaba sobre mi bajo vientre presionando mi cuerpo contra el de él y su mano derecha subía acariciando mi figura hasta mi cuello haciendo que tire mi cabeza hacia atrás
sentí su fría nariz rozar mi cuello hasta detrás de mi oreja si cálida respiración hacía que mi piel cosquilleo y se erizarán mis bellos de la nuca un jadeo y un pequeño quejido salió de mí al sentir su lengua recorrer mi hombro hasta mi cuello mi mano izquierda se posó sobre su muñeca sujetándola tratando de apartarla y mi otra mano fue a la mano en mi cuello la cual comenzó a apretar un poco más a medida que me intentaba soltar de él
~ Suéltame, déjame ir, por favor... ~ traté de decir, pero él evitó que hablara.
Su mano se apretó aún más haciendo imposible que dijera algo más ladeó mi cabeza hacia un lado haciendo que mi cuello quedé aún más expuesto a él trate de liberarme, pero no podía moverme su cuerpo era muy grande y me presiona con fuerza seguía lamiendo y oliendo mi cuello haciéndome retorcer de placer bajo su fuerza
~ ¿Qué es lo que quieres de mí? Suéltame, déjame ir, te lo advierto~, trate de amenazarlo, pero apenas escupí esas palabras, me congelé por completo.
Una oscura risa hizo que su pecho temblara. Haciéndome temblar, jamás había escuchado una voz tan oscura e imponente. Sentí miedo por un momento de tratar de luchar, pero sentía cómo mi fuerza y mi voluntad dejaban mi cuerpo con cada toque de su cuerpo en mí.
~Contesta, desgraciado que quieres, de mí te arrepentirás de esto, acaso no saber quién soy ~lo amenace ya cansada de este ridículo juego.
~Sé perfectamente quién eres y no me interesa lo que hagas, pero no te librarás de mí.~ Su voz calentaba mi oído.
Su voz es gruesa muy varonil daba miedo de solo escucharlo mi cuerpo templo cuando su cálido aliento rozo mi oído cuando susurro esas palabras la amenaza en su voz hacía que mi cuerpo se helara temía por mi vida no entendía cómo yo una gran guerrera podía temerle a un hombre supuse que por la posición en la que me encontraba estaba inmovilizada de modo que mi dignidad y también mi fuerza desaparecieron
~ Déjame ir, es una orden ~ya es suficiente, me estoy cansando de esto.
~ Tú a mí no me das órdenes y si quieres salir con vida de esto, quédate quieta y déjame saborearte, conejita ~dijo en un tono de despreocupación que me hizo temblar de rabia.
¡CONEJITA! Este maldito perro, quien diablos se creía para llamarme de esa ridícula manera, soy todo menos una débil e inútil conejita. Este maldito sabrá con quién se está metiendo, se arrepentirá, pero primero debo liberarme.
Su mano soltó mi cuello y enredo mi trenza en esa mano haciéndome voltear coloco su rodilla entre mis piernas y sujeto mi mano izquierda detrás de mi volviendo a inmovilizar mi cuerpo tiro de mí hacia atrás haciendo que me recueste un poco sobre el barandal recorrió con su nariz fría mi cuello bajando por mi clavícula oliendo mi pecho que se agitaba desenfrenado por la sorpresa de su rapidez y agilidad
me levanto con su rodilla haciendo que me siente sobre el barandal dejándome más Cerca de su rostro, pero seguía aún debajo de su altura en tanta oscuridad no veía bien, pero se veía enorme en verdad su tamaño era imponente y tenebroso mi mano estaba en su pecho tratando de apartarlo, pero él no dejaba de lamer mi cuello de pronto en un movimiento brusco tiro de mi cabello hacia adelante acercando mi cuello a sus labios aún más
~¡¡Mía!!~ Gruñó haciendo que mis ojos se abrieran como platos antes de sentir sus colmillos, clavarse en mi cuello. El dolor era insoportable, se quedó aferrado a mí hasta que perdí el conocimiento.