—Rania ha demostrado ser digna de su esposo, con eso ya puedes estar tranquilo. –Anunció Hana, la esposa de Idris bajando la cabeza delante de su esposo y él esbozó una gran sonrisa. —Con eso estoy más cerca de lograr todos mis objetivos. –Susurró. Los dos estaban hablando en un rincón del jardín en mitad de la noche. Idris no hablaba sobre sus planes dentro del palacio pues sabía que el Emir lo vigilaba e incluso lo veía capaz de haber puesto micrófonos en su habitación. —Rania solo tiene que dar un hijo al príncipe para afirmarse a su lado. Después de eso obligaré al Emir a darme un puesto en el Consejo Supremo. –Reveló Idris y su mujer lo miró preocupada, en sus ojos había demasiada ambición. —¿No crees que estás presionando demasiado al Emir, mi marido?–Preguntó y Idris la miró