—¡¡Estás ensuciando el nombre de mi familia maldita ramera!! –Exclamó Fátima con rabia y Rania agarró el periódico para verlo sin entender lo que estaba ocurriendo. La chica estaba cansada de la madre de su esposo, cada vez que veía la cara de Fátima Al Thani recordaba su noche de bodas, aquella horrible humillación que la mujer le obligó a vivir. Entonces se levantó de la silla y la encaró sin importarse con la noticia del periódico. —¿Desde cuándo demostrar que soy una mujer segura de mí misma y trabajadora significa manchar la reputación de alguien? –Rebatió Rania y tanto Fátima como la princesa Samira y las criadas de la Emira se escandalizaron con su actitud, era una afronta. –No hay nada de malo en ser una mujer de verdad y no apenas un trofeo al lado de un macho, como ciertas mu