En el momento que el sonido de los tacones invadió la sala de reuniones, todos los hombres que estaban sentados alrededor de la larga mesa de madera maciza se giraron para ver a la hermosa mujer de rojo que entraba por la puerta. Entre ellos habían japoneses, árabes, americanos y europeos. Solo estaban presentes los mejores inversores de la industria petrolera y todos seguían a Karim fielmente en cualquiera de sus nuevos proyectos, pero con Rania la situación era diferente. La chica se presentó y los árabes la ignoraron por completo continuando con su charla como si ella no estuviera mientras que los demás la miraban con curiosidad y expectación. Rania no era solamente muy bella, sino que era también muy joven, algo que para ellos no era habitual en aquel mundillo tan exclusivo de