Karim llevó a su esposa a un pequeño oasis en medio del desierto, donde habían dos tiendas con toda clase de lujos y comodidades preparadas para recibir a los príncipes. Una de las tiendas era enorme, donde pasarían el resto del día y la noche, y al lado había otra menor, donde Karim solía pasar el tiempo leyendo. Rania ya estaba embobada con la belleza del lugar y al bajarse de la camioneta mucho más. Era hermoso y muy íntimo. —Por Alá esto es bellísimo, Karim, jamás había visto un lugar tan hermoso. Un pequeño paraíso en medio de la nada, un oasis. —Habló Rania mirando todo lo que les rodeaba. —Es un oasis artificial, ordené que lo hicieran hace años, pues necesitaba un lugar para mí… para huir de todo, estar tranquilo con mis estudios y con mis pensamientos. —Reveló. Rania sint