El mundo le daba vueltas y Rania no sabía cómo asimilar tantos sentimientos, se sentía feliz y al mismo tiempo totalmente perdida. — ¿Majestad necesita ayuda? —preguntó uno de sus guardaespaldas. —Necesita que la llevemos a la empresa en una de las camionetas. —No, no Simon yo puedo manejar, no se preocupe. —contestó haciendo un gesto con la mano. —Por favor avisa a los demás que ya nos vamos, necesito darme prisa mi esposo me necesita. En la empresa, cuando Rania vio a Karim hablando con Nader y su asistente personal, sintió el impulso de correr hacia él y refugiarse en sus brazos. Quería sentirlo cerca y no reprimió ese deseo. —¡Ey! —exclamó el príncipe desconcertado cuando notó los brazos de su esposa rodeándolo y su pequeño cuerpo chocando con el suyo. —¿Amira estás bien? —cu
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