—Aquí no hay nada en este lugar, Dusán. –Gruñó Karim abriendo la última puerta que estaba cerrada en un palacete abandonado que había pertenecido a su abuelo. –Mi hermana no está aquí y dudo mucho que haya estado en algún momento. —Lo siento mucho, majestad. Estábamos seguros de que esta vez sí la encontraríamos. –Lamentó el asistente personal del príncipe. Karim había descubierto una propiedad antigua de su familia en la frontera con Yemen. El palacete estaba abandonado y por eso podía haber sido un lugar que el Emir podría haber utilizado para esconder a Farah, pero cuando el príncipe llegó a la propiedad con sus hombres perdió por completo las esperanzas. En la entrada del palacete no había nadie y ni en los alrededores. El príncipe con sus hombres irrumpió en el lugar sin ningún p