Los dos gimieron de placer y sus gemidos resonaron por toda la suite cuando la cabeza de su pene entró en ella, alargando su agujero hasta ajustarlo a su tamaño. Rania recibió los primeros centímetros con dificultad y antes de llegar a la mitad ella comenzó a clavar las uñas en su espalda mientras que Karim sentía la tensión en su abdomen. Ya estaba duro antes de penetrarla, pero cuando aquellas paredes estrechas empezaron a cerrarse alrededor de su m*****o sintió que iba a explotar. Notaba incluso sus ventas más hinchadas. —No puedo con todo Karim, me duele. –Dijo jadeando por el dolor. —Es muy grande. —Mírame amor, mírame. —Pidió acariciando su rostro, dejando varios besitos suaves en sus labios. —Mírame a lo ojos. —No puedo, siento que me estás rompiendo… —Ya me has tenido d