Britney
El sol alumbra todo el lugar, el pasto verde brilla, el celeste del cielo, lo blanco de las nubes, sus ojos apagados. Me gustaría que no fuese así, pero lo era, tenía que decirle esto, ser sincera.
Sus ojos marrones me observan y no puedo evitar pensar en las palabras de mi madre y Sam, esas que se repiten una y otra vez, aquella pequeña palabra de siete letras y con un gran significado "anónimo".
Aquella singular palabra que dejaba a la persona en cuestión en la nada, esa que había implementado mi familia en un intento de dejar en claro la poca importancia que tenía una persona en la vida de uno.
Sabía que papá y el resto intentaban dejar de lado sus celos, dejarnos tener las experiencias que quisiéramos, evitar que hiciéramos alguna tontería cuando nos fuéramos a estudiar lejos de casa.
Con mi hermana mayor —Emma —no tuvieron ese problema. Ella decidió estudiar aquí, en Seattle. Yo por mi parte estaba a un paso de irme a Harvard, quería tener mis propios logros y salir del foco.
No solo cargaba con el apellido de mi padre, también el de mi madre, pero sobre todo con el legado de mi difunta madrina, Britney.
Tenía su nombre, mis padres habían decidido ponérmelo luego de que ella falleciera en un accidente, una situación trágica que la arrebató de nuestras vidas antes de que pudiera conocerme, pero que dejó en mí un nombre cargado de recuerdos, buenos recuerdos.
Sin embargo, ya no podía ser otra cosa que todo lo contrario a ella, siendo sincera, tenía mucho a mi familia, lo sabía, porque sabía cómo era Bri.
Al menos eso creía.
Había buscado alguna que otra vez en la biblioteca del estudio de casa libros para entretenerme, sabía mucho de matemáticas, ciencias, tecnología, pero siempre me fascinaron los libros de anatomía de mi madre.
Fue cuando supe que quería ser doctora, iba a seguir sus pasos, pero también los de ella, aunque la obstetricia no era lo mío, me imaginaba con algo mucho más complejo. No es porque ser obstetra fuera algo fácil, para nada, traer niños al mundo debería ser una de las cosas más difíciles que podrías encontrar sobre la faz de la tierra.
No obstante, a mí me motiva otra cosa, el cerebro. Quería saber cómo funcionaba cada parte de él y arreglarlo, aquella pequeña zona que si tocabas mal acabaría con una persona en cuestiones de segundos, pero que si sabías manejar, podrías dar años de vida.
En fin, me estoy desviando del tema —como siempre —, una tarde, mientras buscaba un nuevo libro para leer, encontré una novela. Me pareció raro hallar eso en la biblioteca de casa, sobre todo porque mi madre no solía leer esas cosas y papá definitivamente no iba a leer una novela romántica.
Fue cuando me di cuenta de que la historia era de ella, mi madrina, Bri contaba su vida y su relación amorosa con Thomas Anderson, el esposo de Barbie. Ese sujeto al que le decía tío y qué era mi padrino.
Puedo asegurar que sentí náuseas al leer la forma en que ellos dos tenían sexo o incluso el tamaño de su m*****o, me costó un poco verlo a la cara después de eso, pero a la vez sentí admiración por él. Por lograr salir, por permitirse amar.
Que hiciera aquello que a mí me parecía casi imposible, pero qué quería descubrir, porque si hay algo que tenía bien marcado en mi personalidad, era lo tenaz y terca que podía ser.
Entonces, mi padre había usado la carta de "tengan todas sus experiencias", "Sí, pueden salir con chicos". Yo sabía que lo decía de la boca hacia afuera, algo así como querer ser un padre chévere que comprendía a sus hijas mujeres y acepta que ambas pueden tener novios en algún momento.
Uno diría que cuando le presentaras a alguien, todo estaría bien, pero no, el sujeto pegó el grito del cielo. Al parecer lo había dicho porque estaba segura de que no formaríamos pareja hasta ser más grande.
Sin embargo, no esperaba que fuera yo —su hija menor —la primera en traer a un muchacho a la casa, mi madre parecía divertida, mi padre apuntó que se le salieran sus ojos de las órbitas y que le explotara la cabeza.
Duró un momento, se calmó cuando mi madre le dijo que no era nada más que un "anónimo". No tenía que preocuparse de nada, pues solo sería una experiencia, no me acostaría con él y más allá de unos besos y quizás algún toqueteo no habría.
En fin, las madres son sabias, hubo besos, un poco de toqueteo, pero nada más y no porque no lo quisiera, sino porque no me producía esa parte de fogosidad para que yo intente acostarme con él.
Porque después de los besos y los momentos cachondos que había entre nosotros, todo se volvía nulo, nada más pasaba y ahora tenía que cortar con ese hielo, pues estaba a un paso de viajar a Boston y cuando me fuera, no me iba a ir saliendo con alguien.
No tendría una relación ni mucho menos alguna obligación sentimental con un sujeto del que seguramente no me acordaría de llamar, entonces cómo le dices a alguien que no estás interesada en seguir con él y quieres terminarlo todo, sin hacerlo sentir mal.
Si fuese como mi tía Bri, le diría que no interesa, mi mamá seguramente usaría terminologías como tú y yo, somos como el agua y el aceite, o quizás algo así como soy un repelente y tu mosquito, vete.
Papá usaría su rol para decir que no me permite salir con alguien y que abandone la casa antes de que lo mande a la cárcel por abusar de su niña, pero no estábamos haciendo ninguna de esas cosas ahora.
Solamente era yo mirando al sujeto frente a mis ojos y rogando a todo lo que conocía que no llorara o intentar arrojarme, porque lo más probable es que mi discurso de diez segundos se fuera al drenaje.
— Bri ¿En serio? —parpadee —, te estoy hablando —joder, me había perdido de nuevo.
— Lo siento, me distraje —tomé aire.
— Pensé que querías que habláramos solos —junté mis cejas.
— Estamos solos —señaló detrás de mí.
Gire mi cuerpo y abrí bien mis ojos cuando me percate de que Aarón, Oliver, Mateo, papá, George, Ben, Andrew y mi padrino están detrás de mí.
— Gracias a dios no está Bruno —balbuceó.
— ¿Qué? —Dylan habló y gire para verlo.
Bruno bajó del auto con mis primos y quise morirme, ellos no podían estar haciéndome esto, era demasiado pedirles un poco de privacidad, en serio lo harían.
— ¿Qué hacen aquí? —gruñí mirando de nuevo al grupo de hombres.
— Esperábamos a Bruno —el tatuado se acercó.
— Llegó, a dentro —Marcelo saludo a Dylan con una sonrisa come mierda.
— Un gusto —gruñí de nuevo.
— Bruno, hablábamos de que la casa parece ceder en este sector —Oliver marcó una parte del suelo.
— ¡SE VAN! —grité y me miraron.
— Vaya, alguien está sensible hoy —papá señaló la casa —Entremos mientras ellos hablan. —tomé aire.
— Lo lamento —mire a el chico frente a mis ojos.
Sus vista fue hacia atrás de nuevo, junto sus cejas molesto y miro mi rostro
— ¿Qué era lo que querías hablar conmigo? —abrí la boca —y ¿Por qué estamos en la entrada de tu casa? —joder —, se supone que tus padres tendrían que estar esperándonos en el patio —carraspeo un poco llevando mi mano hacia mi boca.
Me está intentando analizar, pero no hay mucho para analizar, por lo que entrelazó mis dedos por la parte delantera de mi cuerpo para mirarlo al rostro.
— Dylan, sé que hemos pasado buenos momentos juntos, pero ya no siento lo mismo por ti —mi voz salió tranquila —te agradezco todo lo que vivimos, pero eso es todo, gracias —sonreí.
Su boca se abrió y miró para atrás de nuevo, giré mi cuerpo para ver a todos festejando en la ventana.
— ¿Es broma? Están escuchando lo que estoy hablando —sus ojos se abren.
— Ves, de aquí se ve el descuadre —Aarón marca la ventana.
— Es lo que le dije —Oliver sigue —creo que se ha descuadrado un poco, quizás el piso cedido.
Mi padre toca el ventanal y todos afirman despacio como si estuvieran prestando atención a eso.
— Hola —me acerqué para golpear el vidrio —, los acabo de ver festejando —mire la puerta abierta —. Se supone que esto es una charla privada —un carraspeo me hace volver la vista hacia el otro lado.
Dylan me miraba con sus ojos furiosos.
— Le contaste a tu familia que ibas a terminar conmigo y ahora ellos están viendo cómo lo haces —abrí la boca y la cerré antes de levantar el dedo y bajarlo.
Sí, le había dicho a mi familia que iba a terminar con él, no les había dicho que podían salir a escuchar cómo lo hacía, simplemente les dije que acabaría con cualquier tipo de relación que tuviera para viajar tranquila.
Pues no me interesaba estar con él.