Alexander Seguía abrumado, estaba entrando en un punto crítico, sabía que meterla acá fue mi idea, pero todo fue porque ella siempre subía su tono de voz, todo el tiempo intentaba llegar a más, siempre quería terminar con la última palabra y me negaba a que ganara. Pero la situación se salió de control, la seguía oliendo, su olor permanecía en el ambiente, opacando el aromatizante de lavanda que puso Mavis porque decía que relajaba, pero que a mí no me lograba calmar. Ahora las cosas se habían salido un poco más de control, su olor a dulce seguía invadiendo mi sistema, podía sentir su dedo picando mi pecho, sus facciones arrugar, el gesto duro por el enojo. La pequeña mujer me sacaba de mis casillas, simplemente ponía mi mente en un corto qué resultaba ser bastante irritante, pero a l