Capítulo 9

2118 Words
Carolina y Deiby, empezaron a salir juntos, claro como amigos. Iván al cine, cada viernes era de pizza y cerveza. Cómo grandes amigos, sin que pasara algo entre ellos, pero por supuesto acercándose cada día más. Carolina le confesó a Deiby que después de su mala experiencia con el matrimonio con Orlando no tenía planes de casarse . —Pero sí me gustaría tener un hijo un día, tal vez dos. Deiby la miró sorprendido. —¿De veras no espera casarse para eso? ¿Será usted madre soltera entonces? ¿Y cómo tendrá a sus hijos? ¿Pondrá un aviso en el diario o algo así?—bromeó. Carolina sonrió. —No lo sé... Podría ir a uno de esos lugares de fecundación pero no me atrevería. —Bueno, necesitará ayuda para tener hijos, no puedes hacerlos tú sola. Ella bebió cerveza. —¿Y tú? ¿No quisieras tener hijos, una familia? Esperaba que se riera o lo negara de plano, no había hombre más solterón y menos preocupado por entablar un compromiso que Deiby, esa era la verdad, no se engañaba. —Bueno, mi tío César, me aconsejó que me casara, que buscara una buena esposa y sembrara amor para cosechar más amor. Sus ojos adquirieron un brillo especial. —Su tío César, era un hombre sabio, o temía que usted se convirtiera en solterón. —Tal vez sí... Es que nunca fui como mis hermanos ni mis primos que a los treinta tenían esposa, hijos, una nueva esposa al año siguiente... Sus confesiones y la cerveza despertaron su curiosidad. —¿Y nunca ha estado comprometido? —No... He tenido novias en la adolescencia, y a los veinte salía con una chica que quería mucho pero luego... Peleamos. Una tontería. Suele pasar. Sí, había salido con algunas mujeres, había tenido una novia formal pero no estuvo tan enamorado como para casarse. Esa era la verdad, o al menos no pensaba que fuera el momento, era muy joven entonces y quería vivir la vida, disfrutar del sexo... Ella sonreía y lo miraba embobada, todas sus historias le parecían graciosas, apasionante, quería saber más de él... Y él se moría por besarla, por hacerle el amor y cuando la llevaba a su casa detuvo el auto y se miraron. Ella no quería marcharse y se lo dijo con la mirada, cuando se acercó y lo besó. El efecto de la cerveza había pasado y quería estar con él, hacer el amor, atreverse... Deiby atrapó sus labios y luego la rodeó con sus fuertes brazos. Se moría por hacerlo y cuando abrió su blusa y atrapó sus pechos sintió que volaba, como una adolescente... Vaya, nunca había llegado tan lejos con un chico siendo adolescente, jamás permitió que la tocaran en un auto ni..... Pero eso era diferente, era adulta y podía hacer lo que se le antojara sin rendir cuentas a nadie... Orlando, ya no era su marido, y nadie la señalaría por hacer lo que muchas hacían en esa oficina; dormir con su jefe. Estaba húmeda y lo deseaba tanto pero una vez más lo rechazó, lo detuvo a tiempo, a tiempo de que la invitara a ir a su apartamento. Solo fueron unos besos, unas caricias y luego... Huyó a casa de su tía Margarita y le agradeció esa cena. Él se quedó hirviendo y frío a la vez preguntándose qué rayos le pasaba a esa mujer. ¿Por qué siempre lo rechazaba? Sabía que se moría por estar con él pero... Carolina huyó y lloró. No podía decirle lo que le pasaba era un tema íntimo. No se atrevía a hacerlo con él, temía defraudarlo o... La excitación llegaba con sus besos y luego el miedo lo arruinaba todo. Estaba asustada, nunca antes había vivido algo como eso. Y a pesar de desearlo comprendió que no se sentía preparada para irse a la cama con su jefe. Porque ahora era su jefe. Él tuvo la astucia de mantenerse alejado y no insistir. Intuía que ella todavía no quería hacerlo. ¿Sería de las que necesitaban alguna palabra o promesa para irse a la cama? Bueno, no importaba eso, había regresado a la oficina y era mejor así, no deseaba asustarla y que huyera como la última vez. Supo que se había mudado a un apartamento que era de sus padres, así que iba a tomarse unos días para la mudanza y demás. Deiby no tuvo inconvenientes en darle ese tiempo y mucho más porque sabía que cada día estaba más cerca de lograr su objetivo... Seguía espiándola pero a discreción y fue entonces que supo que su ex había regresado y temió que ese cambio de domicilio fuera para reunirse con su antiguo marido a escondidas. —Señorita Carolina. ¿Se siente bien?—le preguntó él porque ese día no hacía más que equivocarse en casi todo. Estaba mal, angustiada y se disculpó pidiendo permiso para retirarse antes. No sabía qué le pasaba, luego de aquella salida se habían distanciado y él se moría por preguntarle, por seguir sus pasos pero se rindió; no haría nada eso. Solo esperar, no podía hacer nada más. Carolina, no estaba pasando un buen momento, creyó que al mudarse a un apartamento de sus padres en el barrio San Germain, un lugar muy chic, muy animado, lleno de artistas, músicos, pintores y turistas se sentiría mejor y durante unos días disfrutó de la rara paz de levantarse en las mañanas y observar la vista magnífica de París, sabiendo que estaba sola, hasta que él llamó. Orlando, había regresado no solo a Francia, sino que esperaba que ella regresará con él esperaba... La llamaba todo el tiempo, la buscaba y hasta se había atrevido a esperarla a la salida de su trabajo. Como si ella pudiera olvidar todo y perdonarlo. Pues ya tenía el divorcio, su abogado le había avisado, su libertad. Su libertad para rehacer su vida. Luego de haber sufrido durante meses una horrible depresión. Suspiró. Era un día hermoso de verano y se acercaba el cumpleaños de Deiby y toda la empresa ansiaba darle una fiesta sorpresa porque él, como buen solterón; odiaba las fiestas de cumpleaños. Bueno ella también... Sin embargo tenía algo para animarse; le darían no solo un festejo sorpresa con un inmenso pastel de cumpleaños sino también una muestra de baile... y ella bailaría con un subalterno de otra sección junto a otros oficinistas. Sería una fiesta muy divertido y solo faltaban dos semanas. Pensar en Deiby le daba ánimos. Había regresado animada de la oficina pensando en la fiesta cuando al llegar a su apartamento escuchó una voz. —Carolina—dijo Orlando. Su ex. Maldita sea, no podía creerlo, ¿Cómo diablos la había encontrado? Lo miró con sorpresa y curiosidad, parecía cambiado... Triste. Desesperado. Vaya, había tardado bastante en dar señales de vida y no tenía ningún sentido que apareciera y le dijera que quería volver y hablar... —Orlando, por favor... No hay nada que hablar, tengo una nueva vida ahora, un trabajo nuevos amigos, no voy a volver contigo, ¿Entiendes? Deja de llamarme. Lamento tener que decirte esto pero has estado llamándome y... De pronto miró hacia la otra calle y vio un auto n***o familiar. Era Deiby, no podía creerlo, ¿Pero qué hacía allí, espiándola? —Déjame hablar por favor, tengo algo importante que decirte—insistió su ex. Carolina estaba furiosa y tensa, toda la alegría de esa jornada se había esfumado al ver a su ex, y todo el afecto que llegó a sentir por él se había convertido en rabia y odio. Él la miró suplicante, le rogó que lo escuchara... —Mírame Carolina, por favor, hay algo que tú no sabes... Todo esto, siempre supe que había algo que no encajaba, lo teníamos todo mi amor, íbamos a tener un hijo. ¡Vaya! ¿Y ahora se acordaba que estaban felizmente casados e iban a tener un hijo? —Tú no querías al bebé, nunca mostraste entusiasmo, afecto... Fingías que te interesaba. —Estaba asustado, no... Quería esperar un poco, tenía miedo Carolina, tú me conoces, nunca te habría engañado, siempre te fui fiel y no... Yo te amaba como eras, te adoraba mi amor, y luego... Fue como una pesadilla, todo lo que pasó, ese video... alguien lo mandó a tu celular para que tú lo vieras. —Escucha Orlando, no importa eso, tú dormiste con esa zorra, lo hiciste, no me digas ahora que fue una trampa, lo hiciste porque querías, porque yo no quería hacerlo, estaba a quietud, temía por mi hijo. Y tú hiciste que lo perdiera. —¡Eso no es verdad! Las cosas no fueron así... Carolina, el doctor dijo que lo perdiste porque estaba débil, no estaba bien formado y dicen que la naturaleza es sabia, que cuando un bebé no está sano... Esas palabras la dejaron más furiosa que antes, y herida perdió los estribos y lo empujó. —Cállate Orlando, vete al infierno, ¿Por qué no buscas a tu zorra rubia y me dejas en paz? No voy a hablar contigo, no me interesa lo que puedas decir, déjame en paz o te denunciaré por acoso, perdí seis años contigo, ni un minuto más. Él la siguió desesperado, quiso convencerla de que había caído en una trampa, que esa chica lo buscó fingiendo estar enamorada, loca por él... ¡Maldición! Perdió la cabeza esa noche, había bebido, de lo contrario jamás se habría acostado con ella. —Fue solo una noche, por favor, y no quise hacerte daño, no me odies Carolina, por favor, fui débil sí pero jamás habría filmado eso para lastimarte, alguien más lo hizo. Estoy seguro. Carolina estaba llorando y no lo escuchaba. ¿Qué importaba? ¿Una trampa? ¡Vaya! Eso sí que era grande, así que una furcia le tendía una trampa, lo hacía beber y le daba una paliza en la cama y él, pobrecito, decía que todo fue preparado y que él jamás quiso acostarse con ella. ¡Pues ya estaba hecho! De no haberse enterado con ese video jamás lo habría creído y tal vez habría vivido engañada mucho tiempo. —Orlando, basta, no puedes volver el tiempo atrás y decirme que fue una trampa, que nada pasó porque sabes que no es verdad. Lo hiciste, te fuiste con esa zorra y luego seguiste con ella en Hollywood, vi las fotos, no mientas. Has cambiado, al parecer la fama te ha cambiado y lo lamento. No te odio... ni te deseo ningún mal, solo te pido que te alejes, que sigas tu camino, ahora que eres libre aprovecha y disfruta con todas las actrices bonitas que te gusten. Pero no esperes que te perdone ni me vengas con cuentos de que te tendieron una trampa por favor porque fuiste tú quién lo hizo. Los ojos oscuros de Orlando, brillaron con intensidad, quiso tocarla, besarla porque pensaba, sentía que ella no lo había olvidado. Ella lo amaba y él fue un grandísimo imbécil al perderla. —¡Déjame en paz! No me toques Orlando, no te atrevas, se terminó ¿Lo oyes?. Se terminó hace tiempo y hoy ya tengo el divorcio, ¿Lo sabes?. Y no puedes venir a mi apartamento a molestarme, a pedirme que vuelva contigo porque no lo haré y al demonio con lo que dices, no hubo ninguna trampa, la zorra te quería a ti, pero tú ya sabes cómo es. Tal vez te usó un tiempo para trepar, es lo que hacen esas mujeres. Orlando,vse le quedó mirando y se alejó con el pensamiento de que descubriría quién lo había hecho. Lo haría. Descubriría quién había filmado mientras tenía sexo, porque ella juró que no había sido quién envió el video. Y que todo fue un descuido; dejó abierta su portátil con la cámara web y luego dijo que no notó la filmación y que un maldito hacker captó el video y lo vendió en la web... Pero días después ese video fue enviado al celular de su esposa ¿Y si ella no fue quién demonios lo hizo? Eso lo había vuelto loco, porque alguien vió el video y lo mandó, parecía un plan siniestro para destruir su matrimonio y su vida. Pues lo descubriría. Regresó a su auto furioso sin notar que otro auto se alejaba con velocidad. “Descubriré quién lo hizo, ella dijo que había dejado abierta la portal parecer había llegado tarde, ella no lo perdonaría ni quería saber nada de él, debía asumirlo y aceptarlo. Maldita sea, no podía hacerlo, no podía resignarse a perder a la única mujer que había amado, lucharía por ella, castigaría al culpable.
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