— Matilde hermosa, j'ai faim — Me giro hacia la voz y observo a un chico guapísimo, no tan alto como Chris, salir de una de las habitaciones, en pantalón de pijama y sin camisa, salir de una de las habitaciones, ¡Oh Dios Mío! ¡Está como quiere! Siento que lo he visto en alguna parte, pero no logro acordarme ¿Será el señor Leblanc?
— Señor Gerard, el desayuno está servido en la terraza — Ahhh ya, no es para mí y con esta hambre que tengo.
— ¿Hola? — El señor Gerard me observa extrañado y luego larga una carcajada — Y finalmente te quedaste aquí Eva — Yo lo miro mientras camina hacia la terraza — ¿Ya desayunaste?, imagino que no, ven siéntate y ¡aliméntate mujer!
No sé qué hacer, aunque últimamente ando más perdida que Nemo, raro sería que supiera algo. Me debato entre continuar mi camino hasta la terraza y arriesgarme a preguntarle el nombre al señor Gerard y aprovechar para averiguar el nombre del señor Leblanc o simplemente salgo y desaparezco para siempre.
Mientras que me encuentro en medio de mi debate interno, escucho el sonido de un teléfono fijo, ¿todavía existen? Al parecer sí, porque Matilde lo toma y empieza a hablar en voz baja ¡No entiendo un carajo!
— Señorita Eva — gracias por lo de señorita Matilde — el señor Leblanc quiere hablar con usted — ¡Aleluya! Por fin podre preguntarle su nombre, ahora el problema es saber cómo hacerlo sin herir sensibilidades, porque si pasé la noche en su habitación, no creo que vaya a sentirse bien cuando sepa que no lo recuerdo.
“Hola querido amante nocturno, yo sé que pasamos la noche juntos en tu magnífica cama, porque de verdad es genial y sé, que tal vez logramos conocernos de manera bíblica y no tan bíblica, pero mira, no sé por qué motivo no logro recordar cómo te llamas o quien eres, así que ¿podrías decirme tu nombre por favor? ¿Y de paso contarme qué hicimos ayer?" Vale, tal vez no deba preguntarle lo último.
— ¡Señorita Eva! — Vuelvo a escuchar a Matilde que tiene el teléfono inalámbrico en la mano y está a mi lado mirando mi cara de tonta.
— Ahhh sí, gracias Matilde — tomo el teléfono y lo miro como si fuera una serpiente venenosa — ¿Hola? — digo con temor a no reconocer a la persona que está al otro lado de la línea.
"¡Eva!" — Suspiro, esa voz profunda y ese acento espectacular lo conozco, pero no puede ser posible que él sea el señor Leblanc — "Eva, ¿Estás ahí?"
— S…s…s… Sí — Logro contestar
"Bien. Espero que no tengas mucha resaca, pídele a Matilde que te prepare algo, ella hace una bebida excelente para la resaca" — La línea se queda en silencio y luego siento que él suspira — "Eva, puedes hablarme, no muerdo y menos por teléfono"
Toda la rabia de ayer me llega de repente y solo quiero entrar por el cable y ahorcarlo ¡Es que es un idiota!
— Muchas gracias, señor Leblanc por su interés, espero que tenga un buen día, hasta luego — hablo tan rápido que no tengo ni idea de si logró entenderme.
— "Eva, espera, yo…" — Cuelgo la llamada y deposito el teléfono con más fuerza de la debida, levanto la mirada y descubro que tengo a dos espectadores interesados en mi exabrupto comportamiento.
— ¡Pardon! — Me dice Jean-Luc, por fin he recordado su nombre — No sabía que ese teléfono funcionaba.
— Al parecer se encuentra en excelentes condiciones — respondo al escuchar que suena de nuevo — ¡¿Qué?! — Grito, contestándole a Chris.
"¿Podrías calmarte?" — Me responde Chris al otro lado de la línea.
— ¿Por qué? — vuelvo a gritar — Ve y pídele a tu noviecita la rubia, con la que imagino que debes andar revolcándote a estas horas, que se calme — ¿Pero qué rayos me pasa? Eva cálmate que el chico solo te besó anoche, no es tu novio ni nada por el estilo — Vete a la mierda — continuo, claramente muy calmada — A mí ni me llames, ni me hables y, ya que estamos, ni me vuelvas a besar — ¡Bravo! Arriba la calma.
"¿Ya terminaste?" — ¿Qué si ya terminé?, pero ¿Qué le pasa a este idiota?
— Sí, ¿Por qué? ¿Tienes algún problema? — No quiero mirar a Matilde que sigue parada sin moverse de la sala y mucho menos a Jean-Luc que se encuentra en la terraza frente a mí.
"Después de tu desconcertante ataque de celos"— ¿Perdón? — "Solo quería asegurarme de que te encuentras bien; esta mañana Camila me ha contactado y le expliqué que tu teléfono se apagó y que perdiste las llaves de tu casa y dormiste en mi habitación sola" — Hace una pausa — "Para tu tranquilidad y tu preservada castidad, yo dormí en el sofá" — ¡Ah bueno! Gracias a Dios no durmió con la rubiecita. Espera, ¿ha dicho preservada castidad? — "Así que, cuando quieras irte, solo dile a Matilde y ella llamará a uno de nuestros choferes de confianza"
— ¿Tienes choferes de confianza? — me estoy convirtiendo en una tarada.
"Sí, Eva" — Chris suspira — "Ya sabes, tenemos dos o tres que nos han trasladado hasta casa cuando no podíamos conducir y hemos guardado sus números"
— Ok, pero no te preocupes, puedo irme en Bus — le digo con toda la tranquilidad del mundo.
"No lo creo, estás en Pance y no sé si en realidad pasen buses por esa zona" — Me responde hablándome como si yo fuera una niña.
— ¡¿En Pance?! — le grito — ¿Por qué vives a las afueras de la ciudad? — El taxi me va a costar una barbaridad, debo atravesar casi toda la ciudad para volver a mi casa
"No grites, por favor" — Me habla entre dientes — "Solo dile a Matilde cuando te quieras ir"
— Vale, como ordenes — y le hago una peineta al teléfono ¡Muy maduro, Eva!
"Esta noche pasaré por tu casa a eso de las siete de la noche, podemos cenar juntos"— No estoy interesada ¡Qué iluso!
— "Tengo tus llaves" — Me quedo en silencio — "Las olvidaste en el baño de mujeres del bar y afortunadamente logré que las personas que hacen la limpieza en la mañana me las entregaran"
— Pues gracias — Entonces durmió en el sofá y luego se fue a buscar mis llaves ¡Qué lindo!, pero sigue siendo un imbécil con una novia rubia.
"¡Vale loquita! Camila me ha dado tu dirección, nos vemos esta noche" — Cuelga la llamada. Me quedo con el teléfono en la mano, con un fuerte dolor de cabeza, un hambre terrible y dos idiotas mirándome fijamente.
Me paso todo el día pensando en qué podría decirle a Chris cuando lo vea y bueno, también escuchando música, comiendo helado, viendo más Outlander, chateando con mis amigas y amigos, etc. El caso es que finalmente comprendí que no debo decirle nada, al fin y al cabo, él tiene a su novia, la rubia.
Son las 6 de la tarde y no tengo ánimos de cambiarme para recibirlo, así que cuando mi celular vibra informándome que tengo un mensaje del grupo, soy la primera en leer. Tengo tanto sueño y flojera que empiezo a dormirme y olvido que estaba leyendo los mensajes, es que escriben demasiado rápido estos perdidos.
CAMILA: ¿Todos bien?
MAFLE: Si, mamá… Cami, deja ya la cansadera que todos somos adultos
CAMILA: Claro, sobre todo Esteban y vos ¿Para dónde se fueron anoche?
MAFLE: …
CAMILA: Cochinos
FLAVIO: Dejen dormir, desocupadas
MAFLE: Pon el grupo en silencio, analfabeta
FLAVIO: Ilumíname Mafle ¿ya andas de amores con Esteban?
MAFLE: Que le dieron anoche a Flavio, anda en las drogas
EVA: ¿Pueden dejar de escribir?, trato de concentrarme
MAFLE: Otra analfabeta, me voy de este grupo que no aporta nada
MAFLE salió del grupo
CAMILA: ¿Quién va a meterla otra vez?
EVA: Yo no soy administradora y si lo fuera, no me daría la gana de meterla de nuevo ¡Que se aguante!
FLAVIO: Anda alzada la manzana del edén
EVA: Que te jodan pipipipi
FLAVIO: ¿Ayer no la calibraron o qué?
CAMILA: Donde anda Helena
EVA: Tengo una cita con Chris a las 7, ¿qué me pongo?
HELENA: ¿En serio? Está muy lindo Chris, ponte el conjunto rojo.
CAMILA: Estoy de acuerdo, deja tu cabello suelto y solo lo hidratas
EVA: Cami, tendrás que venir mañana a desenredarlo porque el lunes no puedo ir a trabajar así
HELENA: Negra, no sea cansona, así se ve linda
FLAVIO: Estoy de acuerdo
EVA: Cállate Flavio
ESTEBAN: onddd esta Maaal
HELENA: ¿?????
EVA: se salió del grupo, métela
MAFLE ingresó al grupo
MAFLE: ¿Ya cambiaron de tema?, resumen
ESTEBAN: De nada
MAFLE: No me pongas de mal genio, Esteban
FLAVIO: ¿pero qué hicieron anoche?
MAFLE: No hicimos, acá el señor se quedó dormido
EVA: ¿Seguro que el vestido rojo me va bien? Acabo de medírmelo y creo que es algo exagerado
MAFLE: ¡Póngaselo y ya!
EVA: ¡Pero si ni siquiera sabes de qué va la cosa!
MAFLE: Me vale, te lo pones y listo
EVA: ¡Mierda! Ustedes no ayudan en nada, ya llegó este tipo y yo en tangas.
No me quedo a mirar las respuestas de mis amigos, tengo puesto el vestido rojo y el cabello suelto e hidratado, mi cabello es crespo, pero mucho, y debo hidratarlo constantemente si quiero dejarlo natural y suelto. Gracias a Dios ha funcionado y pues nada, no tengo tiempo de más, nada de maquillaje.
— ¡Hola! — Me quedo sin aire, Chris tiene unos jeans azul claro y una camiseta negra, pero parece un modelo de pasarela y ahora puedo ver claramente el azul de sus ojos, creo que puedo morir aquí mismo de excitación o de una convulsión espontánea, voy a preguntarle a Helena si eso es posible.
— ¡Hola, loquita! ¿Puedo pasar? — lo dejo entrar y trato de mostrarme muy calmada ¿Es posible adelantar el postre o es de mala educación?
— ¡Las llaves! — Le exijo extendiendo mis manos, es mejor evitar toda tentación.
— Quedamos en salir esta noche a cenar — me dice mientras se acerca y me toma de la cintura.
— Quedaste tú solito — trato de alejarlo, hace mucho calor — No veo la necesidad de cenar, gracias por las llaves, eres un amor, pero creo que la obra del día ya está hecha por hoy.
— Te has arreglado para la cena — mira mi enterizo de pantalón rojo.
— Ah, no, es que hoy es sábado — logro alejarlo y me siento en el sofá — Deberías irte temprano, para que tu novia, la rubia, no se ponga celosa.
— Para que tú no te pongas celosa — Se sienta a mi lado
— ¿Yo? ¡Estás loco!
— Por ti, loquita — Me toma de la mano y me hace levantar, toma mi bolso de la mesa de entrada y las llaves y me empuja hacia la puerta — vamos, tengo reservación y no quiero llegar tarde.
— Me importa un comino, tu reservación, ve con tu novia la rubia — me detengo en la puerta y no doy un paso más.
— Yo no tengo novia, loquita — Se acerca y toma mi cara entre sus manos y me da un beso que me sabe a cielo — yo solo te tengo a ti.
— Y a las rubias que te besan apasionadamente — le digo intentando alejarlo, él me abraza y reposa su cara en mi cuello, se está riendo — no entiendo por qué te ríes —Intento empujarlo, es un idiota.
— Porque te ves muy linda cuando estás celosa — Me besa una vez más y siento ese escalofrío que no deja de sorprenderme, me siento extraña, como si mil mariposas volaran dentro de mi vientre y solo puedo desear seguir besándolo.
— ¿Vamos? — Me toma de la mano y cierra la puerta de mi apartamento.
Nuestra primera cita es genial, el restaurante es magnífico, la comida excepcional, mejor que la de Flavio, pero eso no lo admitiré ni ante un juez, hablamos de todo y de nada.
Chris me cuenta que vino a Colombia para pasar unos meses sabáticos con dos amigos y que después de meses de viaje, decidieron quedarse en mi ciudad, que se va pronto, el próximo fin de semana para ser exactos, que Manu alias “la rubia” es una amiga de la universidad que vino a visitarlos, pero que hace mucho tiempo habían tenido un rollo e insistió en hacer énfasis en el pasado; que sentía que me había conocido muy tarde, pero que quería que yo fuera a París y lo visitara ¡Claro! ¡Cómo yo soy banquera!
No me habló de su familia o de su trabajo, pero si hablamos del mío, de mi familia y mis amigos, nos dimos millones de besos y luego cuando llegamos a mi casa, yo no quise seguir, yo sé que se irá pronto y debería aprovechar al máximo, pero algo me retiene.
El lunes es uno de los días más pesados en mi trabajo, así que intentaremos vernos el martes. Cuando por fin puedo dormir, me siento feliz y tengo el presentimiento de que esta semana va a ser genial.
— ¡Desembucha! — dice Mafle golpeando mi brazo, ella es linda, en serio, pero muy bruta y nada delicada — deja de mirarme como si no tuvieras ni idea de lo que hablo.
— Eva, has salido con el papacito francés y no nos has contado absolutamente nada — Dice Camila y si ella habla, toca aceptar que tienen la razón
— Nada, no ha pasado nada — suspiro y me acuerdo de la maravillosa cita — ¡El señor Leblanc es increíble! — Y sorbo un poco de mi chocolate caliente.
Se preguntarán por qué tomo chocolate caliente con este calor, pero es que me regula la temperatura y cuando hace más de 28 grados centígrados, es muy necesario.
— Me he perdido completamente — Dice Helena dejando sus gafas como diadema y tomando un poco de su sorbete de limón — ¿Quién es el señor Leblanc?
— No se dice así, la “e” se pronuncia como una “o” pequeñita o algo así. No entendí muy bien — respondo
— ¿De qué habla? — Mafle toca mi frente y niega con su cabeza, para decir que no tengo fiebre y luego me golpea de nuevo en el brazo
— ¡Ay, bruta! — acaricio mi brazo — Eso duele.
— Y te va a doler más si no dejas de decir idioteces — Toma un trago de su cerveza fría. Sí, ella es algo alcohólica, pero nunca se le puede decir de frente — ¿Quién es el señor Leblanc?
— Chris — respondo tranquilamente
— ¿Se llama Christian Leblanc?
— Christophe Leblanc — corrijo
— ¿Christopher? — Dice Mafle — me gusta
— No, tonta — aprovecho y me desquito de los golpes que me ha dado — Christophe, sin “r” y no se puede pronunciar la “e” al final.
— ¿Y entonces para qué la escriben? — Responde Mafle con toda la lógica, yo pienso igual, eso de quedarme a la mitad entre el sonido de la “f” que se escribe “ph” y la “e”, me supera.
— Ni idea — respondo — pregúntale a la real academia de la lengua francesa.
— No jodas con la puta lengua diplomática — responde Mafle.
Helena y Camila, que está bebiendo un granizado de fruta de la pasión, nos miran como si estuviéramos locas.
— Venga, en serio — nos mira Camila — no puedo creer que estén hablando y criticando un idioma que ni siquiera conocen — ella si habla francés — Christophe, se dice Christophe y ¡ya! Concéntrense — ¡mierda! En serio, parece una mamá 24/7 — ¿Qué pasó en la cita?
La miro con cara de enamorada y recuerdo todos los besos, caricias, susurros de ayer y por supuesto, que luego, de idiota me fui a dormir.
— Nada, comimos superrico. Ustedes conocen ese restaurante en el sur…
— No lo conocemos — me interrumpe Helena
— Y no queremos conocerlo — me dice Camila
— ¡Continua! — Mafle mueve su mano como si me autorizara a seguir hablando.
— ¡Pues gracias! — Es que son muy pesadas — nos besamos muchísimo, ese tipo besa como los dioses — siento un escalofrío de solo recordarlo — nos sobamos bastante, pero no hicimos nada, no sé qué me pasó y lo mandé a su casa.
— Pero la sobadita fue con puntita o sin puntita — me pregunta Mafle, demasiado seria.
— ¡Mafle! — le decimos las tres — ¡Qué asqueroso!
— Ahhh sí, ahora es asqueroso — nos mira a las tres — Pero cuando les están metiendo tremendo paquete y no solo la puntita, ahí si no dicen nada.
— ¡Cállate! — Dice Helena y sonríe débilmente a los chicos de la mesa del lado que nos miran extrañamente.
Me tapo los oídos y elevo mis ojos al cielo, Camila sigue tomando su bebida y Helena está roja como un tomate ¡Es que es tan blanca!
— Entonces, no hubo nada de nada — cierra el tema Camila — Mafle, tu turno ¿Qué pasó con Esteban? — ahhhh, eso sí que lo quiero escuchar.
— Nada, el idiota me calentó como un motor y luego se quedó dormido — las tres lanzamos una carcajada que hace que algunos clientes de nuestro café habitual volteen a mirarnos, un día de estos van a echarnos.
Ya es martes y ha sido un día extremadamente pesado, solo saber que voy a ver a Chris esta tarde me hace sentir en las nubes, sonrió todo el tiempo y saludo a todo el mundo, mis compañeros de trabajo me miran raro, porque normalmente yo tengo un genio del culo y hoy ando de una dulzura anormal. Dulzura que se llama “Chris”.
Me meto al baño para poder responder a su mensaje, me escribió hace unas horas y me tiene alucinada.
AMOR DE MI VIDA: Hola mi loquita ¿Qué tal tu día?
Espero que nunca revise mi teléfono y mire el nombre con el que guardé su número.
EVA: Pesadísimo, no veo la hora de que termine
AMOR DE MI VIDA: ¿No quieres verme?
EVA: Solo quiero que se termine mi día laboral
EVA: y tu día, ¿cómo ha ido?
No sé por qué no puedo hacer un texto normal y debo enviar un mensaje por cada frase, es culpa de este estúpido teléfono.
AMOR DE MI VIDA: Bien, terminando clases, esta semana al ser la última, es supertranquila.
Chris está realizando con sus amigos un curso de español en una muy buena y cara universidad de la ciudad.
AMOR DE MI VIDA: Loquita, ¿a qué horas paso por ti?
EVA: A las ocho, ¿te parece bien?
AMOR DE MI VIDA: Moriré de hambre
EVA: Come algo en tu casa
AMOR DE MI VIDA: Lo que quiero solo me lo puedes dar tú y estoy famélico.
Me quedo pensando que responder, cuando alguien entra al baño, estoy todavía sentada en el váter y no sé cuánto tiempo ha pasado desde que entré aquí.
— ¿Eva? — Puta vida, casi tiro mi celular al agua del susto, es Ana, mi jefa — sé que eres tú porque veo tus zapatos.
— Ehhh, sí, soy yo, termino y salgo —Esta mujer no deja pasar una.
Respondo rápidamente el mensaje a Chris.
EVA: yo igual
EVA: rendo que ilme
¡Mierda!, ya lo vio, no puedo borrarlo.
AMOR DE MI VIDA: ¿???
EVA: Tengo que irme
Guardo mi teléfono en el bolsillo trasero de mi pantalón y descargo el baño, aunque no he hecho nada.
Al salir veo a mi jefa limpiándose los ojos, ¿estaba llorando?
— ¿Estás bien? — no sé qué más hacer, este tipo de situaciones me superan, como la mayoría de cosas en mi vida, solo quiero una vida tranquila.
— No te preocupes — me mira y sonríe — Creo que tenía algo en el ojo, pero ya he logrado sacarlo.
— Claro, bueno, seguiré trabajando — Eso solo se lo cree ella, pero dejémosla tranquila, igual no creo que pueda con sus problemas de ropa o de reservaciones de restaurante ¡Cállate Eva!, ella también sufre.
— Vale, creo que tienes al chico problemático y su mamá en la recepción esperándote.
— ¿En serio? Pero si no tienen cita — Trabajo en una oficina de asesorías legales, es pública, no somos un bufete de abogados, solo tratamos de ayudar a la gente que no tiene dinero para pagar uno, yo soy tutora de estudiantes de derecho, pero también llevo personalmente algunos casos, como este del chico con problemas de salud mental y su mamá, que, si me preguntan y sin ser psicóloga, pienso que está más loca que él.
— Pues te están esperando — intenta regalarme una sonrisa de ánimo, porque los conoce y sabe lo que me espera.
— Gracias — le sonrío — nos vemos.
Súper, este día seguirá siendo genial, no voy a permitir que dos personas ajenas a mi vida privada me lo echen a perder.
Sonrío y le doy la bienvenida al chico, que en realidad me cae muy bien y a su mamá, que me genera un estado de estrés y ansiedad permanente durante toda la hora de asesoría.
A las ocho en punto, abro la puerta de mi casa y me quedo sin respiración, Chris es tan hermoso que a veces me pregunto que puede ver en mí. No es que yo sea fea o poco atractiva, pero él es tan hermoso que uno se siente inmediatamente poquita cosa a su lado.
Creo que tengo una estatura y un cuerpo normal, mido 1,65 m. Aunque al lado de Chris parezco su llavero, siendo sincera no me cuido mucho, pero al menos tengo el vientre plano y con eso soy feliz.
Soy mestiza, mi mamá es una mujer hermosísima de piel negra y mi papá de piel blanca, aunque el pobre cambia mucho de color; los dos son unos excelentes padres, ¡Los adoro!
Tengo piernas largas, gracias a mi mamá y también gracias a ella mi cabello es supercrespo, con el tiempo he logrado aprender a manejarlo y a hidratarlo constantemente, creo que es lo mejor de mí. Además de mi piel canela y ojos color de miel.
Me quedo mirando a Chris como si fuera mi postre de chocolate blanco, que deseo comer inmediatamente, él sonríe y toma mi cara en sus manos para después dejar en mis labios un beso lento, medido, lleno de promesas.
— Hola, mi loquita hermosa ¿Estás lista? — tomo mi bolso, cierro la puerta y bajamos rápidamente para subir a su automóvil.
Les juro que le dije que podía llegar a su casa en transporte público, pero él no quiso. En mi bolso llevo un cambio de ropa porque mañana trabajo temprano y él vive tan lejos, que no quiero sorpresas, aunque él no sabe nada.
Chris toma mi mano mientras conduce y no deja de acariciar mis nudillos, la sensación es genial y solo puedo pensar en estar sobre él y atacarlo a besos.
La música que se reproduce en su automóvil es desconocida para mí, me dice que son algunos grupos de rap e hip hop franceses, no tenía ni idea de que le gustaba ese tipo de música, no me incomoda, además de que no presto mucha atención porque solo quiero sentirlo dentro de mí.
¡Ay Dios Mío! En un movimiento brusco llevo mis dos manos a la cara, me muero de la vergüenza, Chris deja de mirar el camino y me mira con una media sonrisa.
— ¿En qué estabas pensando loquita? — me pregunta mientras vuelve su mirada al camino.
— En nada — respondo demasiado rápido.
— ¡Ya! En nada — vuelve a tomar mi mano y la acaricia lentamente, me mira, se muerde un lado del labio inferior y vuelve a concentrarse en la ruta — Yo también estaba pensando en nada — Susurra.
— Entonces estamos en la misma sintonía — Le digo respirando más tranquila.
— Por ejemplo, pienso en que nada se interponga entre mis manos y tu cuerpo desnudo, entre mi boca y tus senos — Mi corazón se salta un latido — Entre mi boca y tu vientre — dejo de respirar — Que nada se interponga entre mi pene y tu v****a mientras entro suavemente en ella — Estoy sudando, estoy húmeda, lo miro y no puedo creer que siga mirando a la carretera, conduciendo como sí nada, mientras me susurra estas cosas — Que nada se interponga entre tú y yo mientras te follo duro contra todas las superficies de mi casa.
Suelto su mano y la llevo a mi vientre, siento la necesidad de descenderla, pero me retengo, hace calor en el auto y siento un eco en mis oídos
— Nena, tócate — giro bruscamente y lo miro, está observándome mientras se muerde los labios.
Estamos en un semáforo en rojo, no puedo soportarlo más y lo tomo del cuello para acercarlo a mi cuerpo y besarlo con todas mis fuerzas.
Este beso es diferente, más rápido, más crudo, más lascivo. Escuchamos el claxon de varios coches y dejamos de besarnos, nos miramos a los ojos y retornamos a nuestras posiciones.
No puedo creer que me sienta tan excitada, con tantas ganas, que no me importaría hacerlo aquí en el auto, en el semáforo, a la vista de todos.
— Estoy esperando — vuelve a tomar mi mano y besa el torso de esta.
— ¿cómo? — mis neuronas se han fundido por completo.
— ¡Tócate! — Suelta mi mano y no sé qué hacer ahora con ella, finalmente, la dejo en mi regazo
— ¿Aquí? ¿Ahora? — le pregunto algo incómoda, pero superexcitada.
— Aquí. Ahora — repite y vuelve a mirarme.
Siento que no puedo negarle nada, mis manos viajan por mi vestido corto y comienzo a subirlas por debajo de este, siento mi corazón palpitar a mil por hora, Chris alterna la mirada entre la ruta y yo, se muerde los labios, sus ojos se entrecierran y respira con más dificultad, al igual que yo.
Retiro hacia un lado mi braga y empiezo a jugar con mi clítoris, lentamente al principio, pero comienzo a necesitar más, y mientras me toco cada vez más fuerte, solo puedo girar mi cara y mirarlo, respiro más fuerte, me quejo y me muevo en mi asiento sin control, no puedo parar y el hecho de que me mire continuamente hace que me excite mucho más; no sé dónde estamos, pero la ruta es más oscura, no escucho ningún auto, aunque tampoco es que pueda concentrarme en eso.
Cuando siento que ya no puedo más, Chris toma mi mano y la presiona contra mi clítoris, luego introduce un grueso dedo en mi v****a y es todo lo que necesito para explotar. Un grito ronco sale de mi garganta y no paro de temblar, siento palpitar mi cabeza y acelero mis movimientos.
No sé en qué momento Chris ha detenido el auto, me ha quitado el cinturón de seguridad y ha corrido su silla hacia atrás para luego sentarme sobre su regazo.
Toma mi cabello con fuerza y empieza a besarme como si estuviera desesperado, sediento, estoy sentada sobre su erección y la siento crecer cada vez más, sube sus manos por mis piernas, lo ayudo a quitarme las bragas que están completamente empapadas e introduce dos dedos dentro de mí, lo miro a los ojos, me mira como si estuviera adorándome, lo sé porque yo también lo miro igual, adorándolo. Respiro sobre su boca y sonrío, él sonríe y comienza a mover sus dedos dentro de mí, suelto un quejido de satisfacción y rodeo su cuello con más fuerza.
— Estás loco — Susurro, sintiendo cada penetración — muy loco.
— Loco por ti— Su voz ronca me estremece.
Trata de levantarse un poco y comprendo que quiere liberar su erección, le ayudo desde mi posición que no es nada cómoda y cuando veo su pene grande, grueso, y hermoso, mi corazón palpita más rápido y pienso que tal vez estoy distorsionando su tamaño por la excitación.
Chris deja una mano en mi cuello, y rodea con la otra mis caderas para ayudar a levantarme; me besa lentamente, mirándome fijamente a los ojos, mientras su pene se introduce poco a poco en mi interior, no he distorsionado nada; es grande, grueso, puedo sentirlo profundamente por la posición en la que nos encontramos, se introduce por completo, cosa que no hubiese creído posible, pero estoy tan húmeda que en este momento, nada es extraño.