El principio

4769 Words
El principio — Anda, levántate que ya nos vamos — Mafle tira de mi mano derecha, yo estoy acostada en el sofá beige que compré de segunda mano, pero que adoro ¡Es tan confortable! En Netflix estoy viendo por enésima vez la primera temporada de "Outlander", es que me encanta Sam Heughan: su mirada, su media sonrisa, su cabello a medio peinar, sus ojos... ¡Yo quiero uno igualito para mí! Siempre he tenido debilidad por los hombres rubios, musculosos y altos; porque puedes sentir cuando sus brazos te rodean, estar así creo que es la posición más romántica que puede existir... — ¡No me jodas! Flavio llega en 10 minutos – Mafle susurra mientras mira fijamente su teléfono portable. Vamos a salir, nuestras amigas nos están esperando en un bar y yo ni siquiera me he vestido. — ¿Flavio? ¿La chica garrapata lo ha soltado? – No sabía que él vendría a buscarnos. Flavio es un superamigo de toda la vida de Helena, y Helena es mi mejor amiga y me presentó al grupo con el que salgo ahora, yo conozco a Flavio desde hace aproximadamente dos años, y estuvimos saliendo juntos porque era mi vecino y vive súper cerca, así que era fácil pasarla bien con él, además que es Chef de cocina y tenía cenas gratis y estupendas. Pero ahora solo somos amigos, sale con una señora 15 años mayor que él y que es algo intensa, no lo deja respirar. — Muévete, no seas floja – María Fernanda, alias Mafle, que es otra chica del grupo que me presentó Helena, me hala fuertemente — No sé cómo se puede llegar a ser tan perezosa, arriba, tienes 5 minutos. — ¡Mierda! – Yo corro por toda la casa, buscando mis cosas y mi teléfono celular que siempre dejo en silencio. Soy abogada y hoy he tenido una larga jornada de trabajo, pero es viernes y deseo distraerme. Cuando salgo de mi habitación me encuentro con Flavio y Mafle en la sala, viendo en la tele, atentamente al buenorro de Sam Heughan. — Los viajeros… ¡Nos vamos! — Hermosa — Flavio me abraza y trata de besarme — Quita, quita que hueles a garrapata — me safo de sus brazos y tomo mi bolso carriel que está en la mesa de entrada – ¿Nos vamos? Mafle, es la más joven del grupo de amigos, tiene 21 años y está terminando química pura, es la primera de su clase, y tiene muy pocos amigos jóvenes como ella, prefiere gente como yo que tengo 25 años. Al llegar al bar-discoteca, me encuentro con mi mejor amiga, Helena. Ella está haciendo un doctorado en psicología, la mayor parte de su vida se la ha pasado estudiando, le encanta salir a bailar y más ahora que está pasando por una ruptura, ya que hace poco encontró a su ahora exnovio con una de sus viejas amigas y anda en modo “despecho mix” Por lo que ha bebido bastante alcohol. — ¡Querida! — Helena me abraza fuertemente. — ¡Como te quiero mi negra! — ¡Eh, sí!, me habla a mí, casi todos me dicen negra – Ven, conocimos a unos papacitos, que ni te imaginas. Helena no tiene muy buen gusto, así que los papacitos, tal vez no lo sean. — No te olvides de las mamacitas – Esa es Camila, Es bisexual, abierta y sincera, te dice las cosas en la cara, sin filtro y asume las consecuencias ¡Ya quisiera yo ser como ella! — ¿Y los chicos? — le pregunto seriamente, la verdad es que en lo referente hombres, prefiero su opinión a la de Helena. — ¡Sublimes! Hoy tengo una duda existencial, tremenda, chicos o chicas – Yo río fuertemente, Camila siempre me hace reír ¡Vamos a ver como termina la noche! — ¿Qué estás bebiendo? — Le pregunto, el bar se encuentra en una terraza y por eso me encanta, puedes ver el cielo y como hace calor, es genial que haya brisa, hay mucha gente, pero todos son tranquilos y la música es genial. — Mojito, ¿quieres? — Miro a mi grupo, Flavio está besando a una chica alta de cabello rubio, que imagino acaba de conocer. Mafle está bailando supersensual con Esteban, otro chico de nuestro grupo, ellos dos tienen una historia extraña de amor y desamor, que nadie entiende. Helena está cantando a viva voz Calentura de Tego Calderón y ChocQuib Town porque adora los ritmos africanos a pesar de que es bastante blanca. — Vale, tomaré lo mismo – vamos al bar y pedimos dos mojitos y dos chupitos de tequila ¡Esta noche va a estar movida! Han pasado aproximadamente 3 horas desde que llegué a este lugar, durante las cuales, Camila nos ha presentado a un grupo de jóvenes franceses con los que hemos pasado el rato, aunque yo no he prestado mucha atención, porque me la he pasado chateando con otro chico francés que conocí en Tinder, yo no hablo su idioma, pero utilizo el traductor Google. El chico se llama Leo y está con sus amigos muy cerca del bar, y nos hemos quedado de ver más tarde aquí. Estoy cansada y tengo sueño, pero voy a esperarlo ¡Me emociona muchísimo poder conocerlo! No sé dónde se han metido Mafle y Esteban, no los veo desde hace un poco más de treinta minutos. Camila baila con un chico y una chica del grupo de franceses. Helena sigue a mi lado, pero habla con un chico que igual que ella utiliza gafas ¡Es lindo! En el grupo de los franceses hay un tipo de cabello n***o y ojos claros, no logro ver si son azules o verdes, es muy alto y desde que nos presentamos no ha parado de mirarme, pero no se ha acercado, se llama Chris y al parecer es muy serio, lo que si he notado es que se ha pasado casi todo el tiempo mirándome. — Mira, Chris, no ha parado de mirarte — Me dice Helena, lo obvio. Me vuelvo a verlo y me doy cuenta de que sigue con sus ojos fijos en los míos, me hace sentir rara, incómoda, como si su mirada pudiera ver más allá de lo superficial ¡Estoy alucinando! — Anda, no seas malita, regálale una sonrisita al pobre — me dice Helena Lo miro y le sonrió, pero mi teléfono vibra y prefiero concentrarme en el mensaje que acabo de recibir. — Los chicos llegan en 30 minutos — le digo a Helena, quien continúa hablando con el chico lindo de gafas — ¿Quiénes? — se inclina para poder hablarme, la música está fuerte y es difícil entenderse — Leo y sus amigos — ella frunce el ceño — El chico de Tinder — le aclaro — Ahhhhhh — gira sonriendo y su expresión cambia — el guaperas francés viene hacia acá — giro bruscamente y veo que, el hombre en mención se acerca a nosotros, no tengo muchas ganas de hablar con él e intento irme, pero Helena tira fuertemente de mi brazo. — Hola Chris, ¿cómo vas? ¿Te gusta el lugar? — Lo saluda — No está mal – le contesta sin dejar de mirarme — Tranquilo papi, que acá lo que sobran son las niñas buenas —le dice el chico que está hablando con Helena, ¿papi?, pero de dónde sacó a este tipo, como alguien que usa gafas, habla de esa manera, pensé que era un intelectual. — Solo me interesa una — responde el francés sin dejar de mirarme, esto empieza a parecer acoso. — ¿Ah sí? Pues papi, si ya la vio y está sólita, cáigale de una — Cierro los ojos al escuchar la respuesta del chico. — Helena, ¿De dónde sacaste a este tipo? — Ella me sonríe y me abraza. — ¿No es lindo? —¡Está loca! — Vamos a bailar — la llevo hacia la pista para que no siga diciendo barbaridades, dejamos a los chicos solos, empezamos a gritar y a saltar ¡Me encanta pasar estos momentos con ella! — Es lindo — Me repite — Ya ni me acuerdo del apestoso — “Apestoso” es su ex, le ha costado mucho olvidarlo, ella dice que es muy difícil conseguir un tipo con sus mismas cualidades: Inteligente (estoy de acuerdo), hermoso (difiero mucho) y que lo tenga grande y que sea una bestia en la cama (... puntos suspensivos, porque no tengo ni idea) — Vale, nena. Nada de asquerosos hoy — la consuelo y la abrazo, Helena me abraza más fuerte y besa mi mejilla — Disfruta que solo lo has hecho con el asqueroso y él no cuenta — Le digo. — ¡Te adoro! — Se ríe y se va a buscar al chico de gafas. — Hola — giro rápidamente y estoy a punto de caer sobre Chris, que se ha acercado a mí, por la espalda y logra sostenerme con sus fuertes brazos — ¡Te tengo! — Gracias — No puedo dejar de mirarlo, está sonando Calma de Pedro Capó y yo adoro esa canción — ¿Quieres bailar? — Le pregunto. No sé por qué le he dicho eso, pero ya de perdidos al río ¡Toca divertirse! Él me sonríe y pasa sus brazos por mi espalda, yo paso los míos por su cuello y me inclino para poder ver sus ojos. Soy pequeña, mido un 1,65 y no tengo tacones, creo que Chris me saca como treinta centímetros, él se inclina y me canta al oído con su hermoso acento: “Calma, mi vida, con calma Que nada hace falta si estamos juntitos andando Calma, mi vida, con calma Que nada hace falta si estamos juntitos bailando…” — Te sabes esta canción – le digo impresionada — ¿Te gusta? — Me gustas tú — me responde mirándome a los ojos y no tengo ni idea de que decirle, siento un escalofrío – Tranquila, no te sientas obligada a responder. No digo nada y no soy capaz de pensar en algo, he dejado de bailar y me he quedado en blanco, cosa muy rara en mí. Él vuelve a abrazarme y continúa bailando, mientras acerca su boca a mi oído, siento como mi cuerpo se estremece. — El reguetón no es mi género favorito, pero desde que llegué a Colombia he escuchado esta canción infinidad de veces y me ha comenzado a gustar y ahora más. — A mí me encanta — logro responde — Creo que es una de mis canciones favoritas ¡Hablas muy bien español! — Exclamo y Seguimos bailando muy pegados. — Vale, hagámoslo a tu manera — Lo miro extrañada, él se ríe, pero no me aclara su comentario — Aprendí el español en el colegio y luego viajando, siempre me ha gustado. —Lo hablas muy bien — repito como idiota. — Gracias, ya me lo habías dicho –Mis neuronas se han fundido, desde que lo escuché cantar, no logro coordinar una frase. — Yo… — Él no deja de mirarme y estoy supernerviosa. — Quiero besarte — me dice mientras mira mis labios fijamente, hemos definitivamente parado de bailar. — No es necesario — respondo, ¡mierda! Definitivamente, mis neuronas se han extinguido. — ¡Lo es! — Él sonríe y toma mi cara entre sus manos — Porque tú también lo quieres. — ¿En serio? — sigo preguntando como idiota. — De verdad — me dice divertido. — No lo creo, porque yo… —Acerca sus labios a los míos y me roba un pequeño beso. — Deja de hablar — me susurra, mientras se acerca de nuevo y posee mis labios como si fuera un sediento que acaba de encontrar un oasis, se aleja un poco sin dejar de mirarme a los ojos, yo solo puedo pedirle más de sus labios, quiero poseerlos, que agote hasta el último de mis suspiros. En un impulso me acerco más a él y capturo fuertemente sus labios, le doy el beso que siempre quise que me dieran, olvido mis miedos y restricciones y me entrego como nunca, nuestros dientes chocan, mis ojos se cierran, sus brazos se cierran posesivos en mi espalda y me acercan más a él, tan cerca, que puedo sentir los latidos de su corazón, que están a mil por hora, mi corazón late igual o más deprisa que el suyo, me siento tan caliente y excitada que solo quisiera que me quitara la ropa, ¡ahora! En este lugar, delante de todos. Él enreda su mano izquierda en mi cabello y me acerca más, siento que no puedo respirar, pero tampoco puedo parar; Desciende por mi cuello, con calma, como la canción. Sus manos me tocan por todas partes hasta llegar a mis muslos, agarrándome el culo, me levanta un poco y acerca mi pelvis a su erección, se siente grande, fuerte, palpitante. Mi corazón se salta un latido y de repente tengo muchísimo calor, más de lo normal. Ya no sé quién soy, solo sé que mi cuerpo solo lo siente a él. — ¡Ey, tortolitos! —Siento como alguien me abraza y me alejo rápidamente de Chris, él no me suelta de inmediato, lo que hace que casi caiga al suelo del impulso; Chris me gira y deja un brazo en mi espalda, los dos miramos ahora al idiota que estaba con Helena. — Helena ha estado mucho tiempo en el baño, ¿podrías ir a verificar, por favor? Está muy borracha — me dice. — ¡Claro! — Le respondo. No puedo mirarlos a los ojos, a ninguno de los dos, me siento incómoda, no entiendo que ha pasado y cuando no entiendo algo, prefiero escapar. — Te acompaño — Chris me toma de la mano y nos dirige a los aseos. Al llegar, vemos una larga cola de chicas y todas, al verlo, se lo comen con la mirada “Ey, yo estoy al lado, me toma de la mano, dejen de ser ofrecidas” pienso, aunque no digo nada. Helena no está, le digo a Chris que intentaré entrar y que me espere con los otros chicos, él acepta y toma de nuevo mi cara en sus manos besándome suavemente, antes de dejarme ir. — Por supuesto, que si querías — me dice mirándome a los ojos — Y estoy seguro de que, como yo, quieres más – Yo trago saliva y le sostengo la mirada. — Tengo que buscar a Helena — Él sonríe, indicándome con un gesto que me vaya. Entro al baño sin prestar atención a las protestas de las chicas que están esperando en la fila. Helena se encuentra abrazada al váter y está llorando y llamando al asqueroso, lo que ha sucedido con mucha frecuencia los últimos días, después de que el asqueroso la engañó. — Lena, vamos nena que el asqueroso no se merece una lágrima más y menos que abraces el baño como si se te fuera la vida en ello — Ella se ríe y me abraza. — ¡Eeeeeeev!— Le ayudo a levantarse y salimos de los aseos — Te amo amiga, eres la mejor amiga del mundo, si tuvieras pene te dejaría hacerme cositas — empieza a reír y luego como si estuviera enloqueciéndose, solloza — Tú no eres como la ingrata esa que decía ser mi amiga y se acostaba con el asqueroso — me dice con su voz de borracha, perdida. — ¡Nunca Jamás! — Le respondo. — Noooooo, si a ti te gustan los franceses y el asqueroso de francés no tiene ni su casita, perdón, cosota — Se ríe como una histérica. Trato de llevarla hacia donde se encuentran Flavio y Camila, pero mi teléfono vibra y de manera muy inteligente, intento leer el mensaje mientras sujeto a Helena. — ¡Mierda! — digo al leer que Leo, el chico de Tinder, acaba de llegar con sus amigos y está buscándome, intento llegar hasta Camila que me ha visto y se acerca a ayudarme, cuando soy consciente de una chica rubia y muy alta que sonríe mientras se dirige directamente hasta donde se encuentra Chris hablando con los chicos franceses, se acerca a él y le da un beso, que parece muy apasionado, se lo está casi que comiendo frente a todos. No puedo dejar de mirarlo, hace solo unos minutos el mismo francés me succionaba todo el aire y me decía que quería hacer otras cosas conmigo “hijo de P…”. Camila me mira impresionada y yo no sé qué hacer. Chris se hace hacia un lado y busca algo con su mirada, tal vez quiere estar seguro de que yo no he visto nada. Camila y yo llegamos con Helena hasta donde están todos y la chica se gira y nos saluda, sigue pegada a Chris como una lapa, pero él no está abrazándola, tiene una cerveza en una mano y la otra la pasa por su cabello, me mira a los ojos y siento que quiere decirme algo, pero en ese momento escucho mi nombre. — ¡Eva! — Un chico alto y rubio se acerca y me abraza — Tu es là, ma chérie — No entiendo lo que dice, pero es Leo, el chico de Tinder, así que no importa. — ¡Leo! Que bien que hayas venido — logro responder y le devuelvo el abrazo — Ma chérie, por ti voy hasta el fin del mundo — Su acento es chistoso, muy marcado, nada que ver con el acento de Chris, a quien casi no se nota; levanto mi mirada y precisamente me está mirándome de manera penetrante y seria, como si estuviera enojado. — ¡Chris! — grita la chica rubia – Tu te rappelles Léo ?, c'est l’ex – copain de Laurine. Je ne crois pas que tu sois aussi à Cali —dice en francés mirando a Leo, por lo que imagino que le habla a él. Leo le sonríe — C’est vachement un sacre coïncidence. Tu ne crois pas Chris ? — No entendemos nada, por lo que miro a Camila que estudió francés en el colegio, tal vez haya entendido algo. — No lo recuerdo, Manon y estoy seguro de que puedes hablar en español Manon — responde Chris al parecer muy enojado. — ¿No lo conoces? — le digo mirándolo a los ojos, mientras tomo a Leo de la mano — Pues te lo presento, Leo, Chris, Chris, Leo, mi novio — Giro y le estampo un beso a Leo, quien se aprovecha del momento y pasa sus brazos por mi cintura acercándome más a él. Estoy muy enojada con Chris y no logro controlar mis emociones, lo que no comprendo ¡Acabo de conocerlo! — Pero, ¿Qué haces? — Camila se acerca a mí y me aleja de Leo — ¿Estás loca? Pero si no lo conoces. — Déjame tranquila — tiro de Leo y voy a la pista con él, quien me ofrece una cerveza que tomo en dos tragos, para luego quitarle la suya de sus manos. — Ey, ey, ey, Calme-toi — Lo miro y lo beso, se siente bien, no me dan escalofríos, como hace un momento con Chris; sin embargo, siento un pequeño calor en mi vientre y por ahora, eso es suficiente ¡Maldito Chris! — Je veux coucher avec toi ; mon amour — Leo mira lascivamente, lo que me hace sentir incómoda, a pesar de eso solo sonrío y sigo besándolo, la verdad es que no entiendo nada de lo que me dice, aunque lo imagine y no me importa. He bebido tanto que empiezo a sentirme muy mal. — Eva, nos vamos — Escucho la voz de Camila que se acerca a la pista de baile y me habla al oído, la pobre lleva un buen momento cuidando de Helena — Flavio nos está esperando. — No me quiero ir, estoy bien con Leo, ¡me encanta Leo! — Camila me mira a los ojos y me habla seriamente. — Deja la bobada, ese tipo está superdrogado y bebido. — ¿Quéeee? Pero que dices, yo no he visto a nadie con drogas — Intento centrar la mirada y comprender lo que me dice ¿De qué drogas está hablando? — Tú no ves, ni entiendes nada — tira de mi brazo — ¡Nos vamos! — ¡He dicho que no! — le grito y tiro de mi brazo con fuerza, no pienso irme. — Yo la llevo — Escucho la voz de Chris, que se acerca a Camila y le habla tranquilamente, ella le sonríe. Pero ¿Qué le pasa?, Si acabamos de conocerlo también y además anda con su novia. — Vale, gracias — se vuelve hacia mí y me habla como si fuera mi madre y yo fuera una niña pequeña y traviesa — Eva, quédate con Chris, no te vayas con ese Leo, estoy hablando en serio, está drogado — voltea a mirar a Flavio que sostiene a una Helena completamente dormida — Debo irme, Helena no está bien — Me da un beso en la mejilla y se va. — ¿Qué buscas? — Chris me pasan un brazo por la espalda y me empuja hacia la salida. — A Leo — No sé en qué momento lo perdí, recuerdo que estaba a mi lado cuando Camila llegó — ¿A dónde ha ido? — Tal vez ha encontrado otra novia — me dice serio — No, no lo creo, ¡Quiero irme con él! — Tengo la impresión de que la expresión de Chris ha cambiado, aunque no logro descifrarla cuando me lleva directamente a la salida. — No sabes ni lo que dices ¡Nos vamos! — Pareciera que esta noche todos quieren darme órdenes y tratarme como una niña pequeña. — ¡Déjame tranquila! — Estamos bajando las escaleras, pero tomo su brazo porque siento que puedo caerme fácilmente. — YO.. PU...E... DO...HA... CER...LO...QUE...YO... ¡Ahí! — No puedo terminar de hablar, porque Chris me hace entrar sin ningún tipo de cuidado en un Audi, que en mi borrachera alcanzo a reconocer por los aros. — Eres un bruto — Le digo cuando Chris entra al auto. — De nada — Me responde y me mira sin sonreír — ponte el cinturón. — No me des órdenes y solo déjame en mi casa — No me gusta su tono de voz, ni como me ordena las cosas. — Ponte el cinturón Eva — Susurra. Tengo mucho sueño y no entiendo por qué quiere que me ponga el cinturón ¡Lo ignoro! Y trato de acomodarme en la silla. — ¡Je ne le crois pas! — Susurra con los dientes apretados — ¡Ponte le putain cinturón de merde! — Levanta la voz, yo brinco porque me toma desprevenida, lo miro y se nota bastante exasperado — Eva, es muy tarde, he bebido y estoy cansado — trata de hablar con tranquilidad — ¡por favor! Ponte el cinturón — Me mira a los ojos y me pierdo en su intensidad. — Ok ¡Vale! ¡Vale! —intento ponérmelo, pero me siento nerviosa y mis dedos se resbalan, finalmente lo logro y le sonrío como una idiota. — Dirección — No es una pregunta, pero asumo que está pidiendo la dirección de mi casa, me siento tan mareada que no la recuerdo, pero estoy segura de que puedo llegar. — ¡Este! No la recuerdo, pero llamaré a Camila — busco mi teléfono y no tiene batería, no tengo nada para cargarlo y tampoco veo las llaves de mi casa, ¿las habré perdido? — ¿Tienes cargador de teléfono? — ¡Claro! Mira en la guantera — Reviso y tiene solo cargador para iPhone — No le sirve al mío — Me vuelvo a mirarlo, el ambiente se siente tenso, creo que comienza a estresarse — ¡Toma! Llama a Camila — me entrega su teléfono portable. — No me sé su número — solo conozco el número de mis padres y no podré llamarlos a las tres de la mañana. — ¡Mira! — Intento hablar lo más claro posible, o eso creo, comienzo realmente a sentirme mal — Te indicaré donde está mi casa y me dejas ahí, algún vecino llegará de la calle y me dejará entrar. — ¡Estás loca! — Pero ¿Qué dice? No veo el problema — ¡Te llevo a mi casa! — ¡Ahhh no! — empiezo a verlo doble — Deja de multiplicarte que igual diré no. — ¿Multiplicarme? — Me pregunta. Siento que estoy flotando ¿Nos estamos moviendo? — Sí, multiplicarte como los peces — me rio tontamente — Señor pez, ¡Qué lindo estás! — Intento abrazarlo, pero hay cuatro iguales, así que no logro hacerlo — Quiero besarte, porque ¿sabes?, besas genial, maravilloso ¿me besas? — intento acercarme, pero me siento muy cansada. No sé cuánto tiempo ha pasado, pero creo que me he quedado dormida en el auto, espero no haber tenido la boca abierta, babeado o roncado. — ¡Hemos llegado! — Escucho su voz grave. No sé qué pasa, pero siento todo pasar en cámara lenta, borroso, creo que alguien me carga, Chris, él me lleva en sus brazos, huele tan fantástico y se siente tan bien que solo quiero recostarme contra su musculoso pecho y perderme en él. ************************************************************* Seriamente, debo hablar con mis vecinos que son encantadores, pero se levantan los fines de semana súper temprano. — Silencio, por favor. Que alguien se compadezca de mí ¡No puedo creerlo! — susurro mientras continúo escuchando el ruido. Normalmente, nadie viene a pasar la aspiradora a mi casa, pero se siente tan cerca, que empiezo a dudar de que sean mis vecinos. Además, también escucho música ¡Música! — ¡Camila! — La llamo a gritos, porque ella es la única que podría levantarse a limpiar a estas horas y encima poner música — ¡Camila! — Vuelvo a llamarla, seguro se quedó en mi casa. Intento levantarme y observo la habitación — ¡Esta no es mi habitación! — No estoy en mi casa, me miro y descubro que solo llevo la tanga y una blusa básica, no recuerdo como estaba vestida ayer — Pero ¿Dónde carajos estoy? — ¿Necesita algo, señorita? — ¡Mierda! Qué puto susto — Pensé que me había llamado, lo siento por la aspiradora, pero no sabía que estaba aquí, el señor Leblanc ya se fue. — ¿El señor Leblanc? — ¡Dios Mío!, yo no sé cómo hago para meterme en tanto lío, no tengo ni idea de quién será ese tal señor Leblanc — Sí, señorita. Imagino que llegó con él porque usted está en su habitación y sus otros amigos no meterían a nadie más aquí — La chica me habla como si yo fuera estúpida. — Claro, claro — quiero levantarme, pero recuerdo que ando en bragas — Gracias por la información, ya salgo. — Su ropa está en el sofá, señorita — Me señala un hermoso sofá berenjena que se encuentra cerca de la puerta. — Gracias... — Espero que me diga su nombre. — Matilde — Termina ella — Gracias Matilde, es usted muy amable, le diré a … — Espero que se ilumine su cabecita y me diga el nombre del señor. — Al señor Leblanc, gracias señorita — ¡Es inútil! Le sonrío y ella sale de la habitación sin revelarme el nombre, ¿Por qué nunca me intereso por los apellidos? Cuando salgo de la habitación, ya ha pasado al menos una hora, he aprovechado y he tomado un baño relajante en una inmensa y magnífica bañera y he chismorreado toda la habitación. Recuerdo ligeramente que Chris se había ofrecido anoche a llevarme a mi casa, pero hasta ahí llegan mis recuerdos. El idiota mínimo está enredado en las sábanas de su novia, la rubia ¡imbécil!, porque no creo que viva en un lugar tan lujoso como este. Tengo que averiguar lo que pasó. El apartamento puede hacerte flipar de lo lujoso y hermoso que es, yo creo que mi apartamento entero podría caber solamente en la habitación. Las puertas ventanas están abiertas y en la terraza, que igualmente es supergrande, puedo ver un increíble desayuno servido sobre una impecable mesa ¿Será para mí?
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