Todas las promesas

4990 Words
Sus ojos se cristalizan, su respiración se entrecorta mientras me susurra. — He soñado con esto desde el viernes — Me besa y continúa — no sabes lo bien que se siente, lo bien que nos siento, a los dos — toma impulso para penetrarme con fuerza, suelto un grito ronco que me deja sin respiración, besa mi cuello, hace a un lado mi vestido besando mis senos, me penetra con calma, pero con fuerza, cada embestida me acerca un peldaño a mi liberación, las mariposas en mi vientre andan sueltas y locas, los latidos de mi corazón se han perdido en el camino, mi cabeza palpita, mis ojos se cristalizan y mi respiración se entrecorta, crispo los dedos de mis pies, me sostengo fuerte a su cuello mientras él aumenta sus embestidas. Ahora está más agitado, errático y desesperado, penetrándome más duro. Yo lo sigo, me levanto y desciendo sobre su pene con fuerza, voy a su encuentro con cada movimiento y cada cambio. En algún momento siento que muero del calor, pongo una de mis manos sobre la ventanilla del auto y siento que no puedo respirar más, Chris hace un movimiento circular con su pene que me lleva de súbito a un orgasmo, que me hace ver literalmente las estrellas, no sé dónde estoy, no sé quién soy, solo sé que soy una masa de emociones y sensaciones. Siento la humedad de una lágrima deslizándose por mi mejilla, escucho a lo lejos el gruñido de Chris y siento como se desborda dentro de mí, caliente, palpitante. Chris toma mi cara entre sus manos, ese gesto cada vez me encanta más, desciende mi cabeza y posa mi frente contra la suya, me besa, sonríe, me vuelve a besar y luego me abraza. Se siente tan bien que me gustaría quedarme aquí con él, en nuestro pequeño mundo. Después de un momento intento levantarme y Chris me abraza más fuerte. — Quédate así, solo un minuto más, loquita mía — sonrío y le devuelvo el abrazo, luego me sienta en la silla con delicadeza y trata de organizar mi cabello, es una tarea perdida, debo hidratarlo para que vuelva a un estado decente. — Te ves muy chistosa así — Se burla dándome un beso. — No te rías — Lo golpeo en el hombro derecho. — ¡Auch! — Se recuesta en el asiento y se vuelve mirándome intensamente — No me río, ¡me encantas! — Muero de la vergüenza y cubro mis ojos con mis manos — Sobre todo, cuando subías y bajabas sobre mí y te dejabas penetrar fuertemente — abro los ojos y lo miro sin saber qué decir — Cuando estás así, tan natural, vulnerable y excitada ¡Me encantas el doble! — Lo miro con la boca abierta mientras enciende el coche, me da un corto beso y continúa conduciendo hacia su casa. Al llegar, nos falta tiempo para quitarnos la ropa y hacerlo en la sala, en su habitación, y su bañera. Gracias a Dios estamos solos. No cenamos, nos dedicamos a venerarnos. — Despierta loquita — Siento pequeños besos sobre mi vientre que me hacen cosquillas. — No quiero ¿Quién eres tú? ¿El hombre mañanero? — lo acerco a mi cuerpo y lo siento trepar llenándome de besos, pero no logro abrir los ojos. — Nena, tienes que levantarte o vas a llegar tarde a tu trabajo — ¡mierda! Si estamos a miércoles, creo que tengo una cita a las nueve de la mañana con la señora loca, perdón, con la mamá, del chico con esquizofrenia. ¡Mierda! Me levanto tan rápido que tiro a Chris al suelo, él se ríe de mi desesperación y me enseña la puerta del baño. — ¡Hay toallas limpias! — Grita. — Es tu culpa — le respondo mientras veo en el espejo mi cabello echo un desastre — por tu culpa no tendré tiempo de hidratarme el cabello. — Déjatelo así — Se acerca a la puerta del baño — Te da un aire de recién follada, magnífico. — ¡Te odio! — Vuelvo a gritar mientras intento recogerme el cabello. —Te entiendo — sonríe — yo también te odio cuando no me follas. Llevo mis manos a mi cara y tratando de ocultar mi vergüenza. — Pareces un adolescente, solo piensas en sexo. — Solo cuando tú estás cerca — Entra a la sala de baño, se detiene detrás de mí y me mira a través del espejo — Sus ojos dicen tanto que me da miedo, esto es tan intenso y ni siquiera ha pasado una semana desde que nos conocimos — Cuando estás cerca, pienso que todo puede ser posible, creo en las promesas — me besa en el cuello y sale de la habitación, y yo solo puedo pensar que a mí me pasa igual y que creería ciegamente en todas sus promesas. Definitivamente, tengo las neuronas fundidas. Llevo toda la mañana trabajando y no veo la hora de terminar esta asesoría, la chica no va a denunciar a su esposo a pesar de que casi la masacra, estoy segura de que si el tipo mañana le envía un ramo de rosas y le dice que lo siente, lo va a perdonar y no va a denunciarlo. Mi teléfono vibra y solo espero que sea Chris. — Doctora — me dice la chica — ¿usted cree que si lo denuncio lo van a meter en la cárcel? — Eso es lo más seguro — le contesto evitando mirar mi teléfono — Mis hijos no me van a perdonar si yo envío a su papá a la cárcel. Prefiero no responder mientras mi colega continúa hablando con ella, me desconecto de la conversación, si su marido la asesina, no creo que vayan a perdonarlo y en ese caso, ellos solo tendrían la opción de visitarla en el cementerio. ¡Cómo me enfurecen estos casos! Por fin, pausa de almuerzo y lo primero que hago es revisar mi teléfono. AMOR DE MI VIDA: Loquita, quédate en mi casa esta semana. No quiero dormir sin ti. EVA: No puedo, no lograré llegar a tiempo a mi trabajo. AMOR DE MI VIDA: Te prometo que te haré llegar ... Cada noche. EVA: ¡Idiota! AMOR DE MI VIDA: Duerme conmigo esta semana. — ¿Con quién hablas? — me pregunta Aída, una compañera de trabajo. Me pongo nerviosa y escondo mi teléfono. — Con un amigo — me pongo sería y trato de prestar atención a mis colegas. AMOR DE MI VIDA: Duerme conmigo... EVA: No puedo AMOR DE MI VIDA: Quiero follarte. Inmediata me siento húmeda y observo a todos en la mesa, tengo la impresión de que saben de lo que estamos hablando. EVA: ¡Christophe! AMOR DE MI VIDA: ¡Eva María! AMOR DE MI VIDA: ¡Por favor! EVA: Quédate conmigo, en mi casa AMOR DE MI VIDA: Hecho EVA: Qué rápido AMOR DE MI VIDA: No, será muy lento esperar para verte correr. EVA: cállate. MAFLE: ¿Te está doliendo el chiquito, Eva? ESTEBAN: ¿De qué me he perdido? HELENA: La negra tiene levante francés. ESTEBAN: Cuenten, cuenten CAMILA: Espero que te hayas protegido. ¡Mierda! No sé cómo hemos olvidado la protección ¡Parecemos unos malditos adolescentes con las hormonas alborotadas! No me lo creo. Llamo a Camila mientras me dirijo a mi casa — Cami, ¿Crees que todavía puedo tomar la pastilla del día después? — No jodas Eva ¿No se protegieron? — No recuerdo esa parte — trato de reflexionar — creo que en la casa sí, pero estoy segura de que en el auto no. — ¿Lo hicieron en el auto? — Camila se ríe — Jodidos ados. — ¿Se puede o no? — Tienes 72 horas para tomarla, pero no estoy segura si la efectividad es la misma. — Eso me vale, te dejo — deshago mi camino y entro corriendo a una farmacia para comprar la dichosa pastilla. — Tienes que contarme qué tal el franchute — ¿En serio? ¿Seguro es Camila? — Cuéntame de tus tríos y entonces comparamos — se queda callada, le envío un beso y cuelgo. Estoy concentrada en la nota informativa que explica como tomar las pastillas, no logro entender lo de las 72 horas, no entiendo por qué no hacen dibujitos de colores. — ¡Loquita! — Con el lío de las pastillas, se me había olvidado que Chris se quedaría los días que faltan de la semana conmigo. Está con un morral, sentado en las escaleras. Se pone de pie y como hace siempre, toma mi cara entre sus manos, me besa suavemente y me abraza. — Pensé que llegarías más temprano — Me ayuda con mi bolso y la bolsa de la farmacia, creo que ha leído el contenido de la caja porque se detiene, suelta mi mano, para pasarla por su cabello. — ¡Putain de merde! — Se restriega los ojos con los dedos de la mano, cuando entramos y cierra la puerta, se queda mirándome a los ojos — Olvide protegerte, ¿verdad? Solo soy capaz de asentir con la cabeza, él se sienta en el sofá, estira las piernas y se inclina hacia atrás mirando hacia el techo, se sienta derecho, extiende su mano hacia mí y cuando me acerco me sienta en sus piernas, me abraza y deja su cabeza en mi regazo. — Lo siento, por ser tan irresponsable — Acaricio su cabello. — No es solo tu culpa, los dos somos responsables — levanta su cara y me mira, — Estoy seguro de que si llevaras un hijo mío en tu vientre sería el hombre más feliz de la tierra, pero también sé que ahora no es el momento — Me mira con tristeza. — No te preocupes, voy a tomarme las pastillas y todo estará bien. — ¿Te harán daño? — Pregunta ansiosamente. — Creo que no, tal vez tendré algún pequeño cambio hormonal, pero nada grave — Me acerco a él después de tomar la primera dosis, lo abrazo y beso, Chris acaricia mi cabello y luego lo besa. — ¿Quieres comer algo? — Le pregunto, espero que se sienta más tranquilo — ¿Puedo utilizar la ducha? — Se está quitando la camisa blanca que tiene puesta y camina hacia la habitación. — Dale, pediré algo de comer — Le digo. — Gracias, loquita — Entra en la habitación y luego escucho el agua de la ducha. Es extraño sentir este tipo de intimidad con alguien que conoces después de tres o cuatro días, a veces siento como si lo conociera de toda la vida, como si tuviéramos un estrecho lazo que no se puede romper y que se alimenta de nuestras promesas. Siento mucho calor y mi v****a húmeda, necesito alcanzar algo, pero no sé qué, los dedos de mis pies se crispan y luego siento una boca húmeda que besa y chupa mis labios vaginales, ¡Dios!, quiero más. Extiendo mis manos y tiro de su cabello, lo acerco a mi clítoris y luego lo alejo, estoy tan desesperada que al final no sé qué quiero, siento la vibración de una risa en mi v****a y me mojo completamente, empiezo a retorcerme en la cama y abro los ojos de repente. Por la ventana se logra ver la luz de una lámpara, miro hacia abajo y siento, dos manos que aprietan mis caderas y hacen más fricción, tengo mucho calor, necesito llegar urgentemente. Empiezo a moverme desesperadamente mientras que Chris chupa, muerde, succiona, frota y no me da la opción de respirar, me encuentro sobre una ola de calor que me deja sin energías, creo que he gritado fuerte al sentir mi orgasmo y estoy segura de que no estoy soñando. Chris se monta sobre mi cuerpo y me penetra con potencia mientras besa mis labios; no tengo fuerzas para resistirme y solo le paso la mano por su espalda, con cada penetración siento como su m*****o se ensancha y una urgencia increíble de llegar de nuevo. Las sensaciones son tan fuertes que no puedo controlarme y le araño la espalda, envuelvo mis pies en sus caderas y empiezo a moverme con el objetivo de encontrarlo en mi camino, escucho nuestros gemidos, el choque de nuestros cuerpos y nuestras respiraciones forzadas. El cabello de Chris cae sobre mi frente, — ¡Mírame! — Me exige mientras me penetra una y otra vez, quiero cerrar los ojos por lo bien que se siente, pero Chris no me permite hacerlo — ¡Mírame! — Repite y solo puedo mirarlo mientras sigue penetrándome rápido y fuerte haciéndome llegar a un orgasmo increíble. Lo aprieto fuerte contra mí y respiro contra su cuello, no tardo en escuchar su ronco gemido al venirse, besa mi cuello e intenta sostenerse en sus antebrazos para no aplastarme. Le aparto el cabello húmedo de la frente y beso su mentón, él me mira, se acuesta a mi lado, suspirando y cerrándome contra su cuerpo. — Buenos días, loquita — cinco segundos después está dormido, como si fuera un niño, sonrío mientras suena el despertador de mi celular ¡Es hora de levantarme para ir a trabajar! Hoy es jueves y tengo el día full. Me siento cansada y adolorida porque anoche nos acostamos tarde mientras tratábamos de comprobar cuanto nos duraba un paquete de condones. Espero que no los hayamos olvidado otra vez, bajo la vista y observo el pene de Chris protegido por el preservativo ¡Gracias a Dios! Me siento extraña, pero creo que no puedo dejar al pobre con esa cosa en su… Ok, intento quitarlo sin despertarlo o derramar todo en la cama, dos minutos después me dirijo a tomar una ducha, luego de vestirme, me preparo un café con tostadas y miel, vuelvo a la habitación y veo a Chris totalmente dormido. Sus clases ya terminaron, así que no tiene mucho que hacer hasta tomar su vuelo el sábado; no quiero pensar en despedidas, le escribo una nota y le dejo las llaves de la casa en la mesa de la sala. Me quedo observándolo dormir como si fuera una acosadora, pienso en todo lo que hemos hecho en menos de una semana y lo más peligroso, pensando en lo que siento. Me acerco a él, beso su mejilla y salgo de la habitación. Creo que me estoy enamorando, pasar estos últimos días con Chris ha sido genial, fuimos al cine, a comer y a un concierto de jazz, la verdad no es que sea mi tipo de música preferida; sin embargo, estuvo genial, sobre todo por los besos y las caricias, que me ponen todo el tiempo a mil. Hemos reído y llorado mirando la televisión, vimos dos capítulos de Outlander y después Chris no resistió escucharme decir lo hermoso que era Jamie y me folló como loco en el sofá, para demostrarme que Jamie, no podía hacerme sentir nada parecido entre mis piernas. Lo molesté durante toda la cena, diciéndole que estaba celoso de un personaje de ficción, me respondió haciéndome el amor con toda la dulzura del mundo en mi cama. Creo que he tenido más sexo en estos dos días que en mis últimos 5 años, lo hemos hecho fuerte, lento, suave, pegajoso, rudo, rápido y no sé de cuántas formas más y siento que nos ha faltado tiempo. Sé que pronto se irá y a veces me encuentro encerrada en el baño intentando aguantar las lágrimas, él dice que nos veremos pronto, que me invitará a visitarlo apenas yo tenga unos días de vacaciones. Me ha contado sobre su familia, que al parecer es una familia de tradición en París muy reconocida y famosa, lo que me da un no sé qué, de solo pensar que tenga que interactuar con sus integrantes. — ¿Cuántas personas de piel negra hay en tu familia? — le pregunto mientras le estoy pintando las uñas de color rosa en el sofá. Son las seis de la tarde del viernes y mañana a esta misma hora debe estar trasladándose al aeropuerto ¡Siento que no puedo respirar! — Ninguna — Me responde, al parecer apenado — Ni siquiera mestiza. — ¿Entonces ustedes no se mezclan?, son como dice el refrán: una sangre pura. — Si nos mezclamos, solo que hasta ahora ninguno de mis antepasados se ha relacionado sentimentalmente con una persona de piel negra o mestiza. — Hasta hoy, que te has mezclado conmigo — No sé por qué su respuesta me molesta tanto. — No me he mezclado contigo — me mira a los ojos — me he enamorado de ti. Dejo de pintarle las uñas y me pongo de pie, empiezo a caminar y de pronto me giro, me acerco a él y lo abrazo, empiezo a llorar y no puedo parar, Chris me devuelve el abrazo y trata de calmarme. — Shiiiiii — Acaricia mi cabello — Te prometo que todo va a estar bien — levanta mi mentón con su mano derecha y me besa — Jamás había sentido algo así y me da igual lo que haya pasado con mi familia antes, yo sé que es muy rápido, pero estoy seguro de querer tenerte cerca de mí. Trato de calmarme y lo beso — Vamos loquita, tú estás metida aquí — muestra su cabeza — aquí — se toca el pecho, cerca del corazón — Y acá — Señala hacia su polla y me hace reír, trato de alejarme de él, pero tira de mis brazos — Sobre todo, estás en mis sueños y en mis anhelos de un futuro contigo — Toma mi cara entre sus manos — Te prometo, que siempre estaré a tu lado y que la distancia no nos va a separar, porque si tú lo deseas, podremos empezar a construir una vida juntos. Esta noche, hemos salido con mis amigos y algunos de sus amigos, veo a Jean-Luc, sin embargo, estoy segura de que no conozco a los otros. Hemos venido a una discoteca muy grande, a las afueras de la ciudad. Tienen un código de vestimenta estúpido, sin camisetas, exigen camisa a los hombres, lo que en mi opinión eso es una chorrada, pero como no es mi problema, me da igual. Tengo puesto un vestido de cuero café tostado y unos botines del mismo color, antes de partir de casa, Chris me empujó contra la puerta de la entrada y me follo de pie, rápido y con la ropa puesta, estoy segura de que si alguien, que no sea él se me acerca, sentirá el olor a sexo. — Hueles a sexo, pervertida — Mafle se sienta a mi lado y toma un cacahuete de la mesa — ¿Dónde lo hicieron esta vez? Las chicas me han sacado la información a las malas, tuve que contarles lo del auto porque Camila les dijo que tuvieran cuidado, que en los autos uno olvidaba fácilmente protegerse y luego todas se interesaron por tener más detalles de la vida s****l que he tenido la última semana, me dijeron que ya entendían por qué caminaba tan extraño ¡Son unas acosadoras! — ¿En serio se siente muy fuerte? — trato de oler mi cuello y axilas. — ¿Qué haces? — me dice Esteban, quien acaba de llegar y se sienta a mi otro lado — Toma, es de Mafle — me entrega un pequeño frasco de loción que saca de su bolsillo, vuelvo mi cara hacia Mafle de manera interrogativa ¿Qué está pasando entre estos dos? — Seguro que un poco de eso te ayudará a quitarte el olor a sexo — Esteban se levanta y saluda a una chica que pasa cerca de nosotros, Mafle pone mala cara. — ¡Imbécil! — Susurra, pero yo logro escucharla. — ¿Ey? Puedes contarme — le digo mientras tomo sus manos entre las mías. — No es nada, uno que no deja de chocar con la misma piedra — Me abraza y de un salto se pone de pie — Ven, vamos a bailar, Aplícate eso rápido antes de que transpires feromonas y llegue el franchute y te franchute su cosita en una pared sucia y oscura de la disco. — No es una cosita — Es la única cosa que logro refutar de su comentario, me estoy volviendo estúpida. — Guauuuu — Mafle se ríe y abraza a Helena y Camila que acaban de llegar — La negra nos salió “garosa”, le gusta grande y grueso. No puedo creer que sea amiga de estas taradas, ellas se ríen y me dicen que disfrute esta noche, yo busco a Chris que se encuentra hablando con sus amigos sin dejar de mirarme, me excito de inmediato, sé que está recordando lo que me hizo contra la puerta antes de salir de casa, le sonrío y en respuesta, hace un brindis con su copa. Me distraigo cuando veo a una chica, alta, de cabello n***o y liso acercarse a él y darle un beso en la mejilla, Chris la mira y le sonríe y empiezan a hablar, yo siento un retortijón en mi vientre y un súbito dolor de cabeza, tengo ansiedad y solo quiero saber quién es ella y de que están hablando. — ¡Hey! — llamo la atención de las chicas — ¿La conocen? — Pregunto señalando hacia la chica, todas niegan con la cabeza — No, pero seguro es una Zorrita más — Dice Mafle — ¡Esa boquita, Mafe! — le dice Camila — No se trata de esa manera a nuestro propio género. — A las Zorritas, sí — Le responde Mafle — Ni te estreses, que quien se lo va a follar esta noche eres tú. ¡Y quién se va a quedar mañana llorando como una idiota cuando se vaya, también eres tú! Pienso sintiendo que me falta la respiración, soy una idiota, hasta salir con Flavio hubiese sido menos traumático, con garrapata y todo incluido. — ¡Loquita! — Chris me abraza desde la espalda y besa mi cuello, yo paso mis manos por su cabello y reposo mi cabeza contra su pecho, balanceándome con la música. — ¿Ya te cansaste de hablar con tu amiguita? — Juro que no pensaba decir nada al respecto, pero es que no he podido resistirme. — Era una compañera de clases, loquita, deja los celos — me gira y toma mi cara entre sus manos — Yo solo tengo ojos para ti — me da un beso apasionado que me deja sin respiración. — ¿Te has acostado con ella? — Soy tonta, lo sé — ¡Eva! — me habla en tono de advertencia — ¿Sí o no? — le susurro con los dientes apretados, hay mucho ruido, pero sé que me escuchó. Se pasa las manos por su cabello, gira un poco y mira hacia donde se encuentra la chica y luego centra su mirada en la mía, vuelve a tomar mi cara entre sus manos, desliza su mano derecha por mi cuello y siento un escalofrío, como siempre que hace lo mismo, acerca su boca a mi oído y me susurra — Todas las que estuvieron antes de ti, incluida ella, fueron solo un ensayo. Nadie me besa, ni me folla y mucho menos, me hace sentir como lo haces tú. ¡Mierda! Tengo ganas de follarlo ya, en este momento. Me mira intensamente y luego se gira para continuar hablando con sus amigos. — Si con la mirada y los besos te pudieras quedar embarazada, ya estarías esperando gemelos — Me dice Mafle al oído. — ¿Qué dices? — Empiezo a reír por sus ocurrencias. La noche continua y nosotras cuatro seguimos bailando y bebiendo alcohol, Chris habla con sus amigos y solo se acerca para darme una bebida, besarme y preguntarme si estoy bien. Me gusta que me da mi espacio con mis amigas, estamos juntos, pero no me siento asfixiada ni ignorada, sé que él está cerca, siento todo el tiempo su mirada, que me sigue a donde vaya. En un momento de la noche suena la canción Calentura de Tego Calderón y ChocQuib Town, estoy segura de que Helena se le ha pedido al DJ, las cuatro gritamos y comenzamos a bailar y a sobarnos las unas a las otras, me río y giro hacia donde se encuentra Chris, pero no lo veo, luego siento unas manos que se posan en mi cintura y un cuerpo duro que se mueve conmigo al ritmo de la música, por un instante pienso que es Chris, pero se siente diferente ¡No es él! Me giro para poder alejarme, solo que no alcanzo a hacerlo porque en ese momento la persona es empujada hacia atrás, al mismo tiempo que escucho a Helena gritar y a Chris hablar fríamente. — Ne la touche pas — Leo se encuentra cerca de Chris y a sus compañeros intentan agarrarlo para que no se acerque o golpee a Leo, quien levanta sus manos y sonríe con tranquilidad. — Calme-toi, mon pote — Leo tira de su camisa. — Je ne suis pas ton pote ¡Conard! — Le responde duramente Chris, Camila está a mi lado e intenta traducirme lo que están diciendo, según ella, Chris le ordenó a Leo que no me tocara, y este le pidió que se calmara y lo llamó algo así como “parcero” ¿Eso existe en francés?, en todo caso, al parecer Chris no toleró que Leo lo llamase así. Y ese fue el fin de la traducción porque estos dos se han agarrado a golpes y Camila ha corrido a llamar a Esteban. Estoy estática mirando como los amigos de Chris tiran de su brazo y le hablan, Chris recorre el sitio sin prestar atención a sus amigos, sé que me está buscando, sigo clavada en el mismo lugar, no soy muy rápida reaccionando cuando se trata de una crisis y menos cuando es por mi culpa. Me mira y le dice algo a sus amigos para luego caminar hacia donde me encuentro, de lejos puedo ver como Esteban, Camila y otros chicos están llevándose a Leo, no sé dónde están Mafle y Helena, pero cuando Chris llega a mi lado, siento que vuelvo a respirar. — ¡Nena! — Me toma de la mano y me lleva hacia la salida. Cuando estamos afuera, tomo consciencia de lo que acaba de pasar y suelto su mano. — ¿Por qué hiciste eso? — Le pregunto enojada, no veo la razón para llegar a golpear a alguien, no es como si Leo supiera que Chris y yo estamos juntos. — No quiero hablar de eso — Intenta detener un taxi, no hemos traído el auto porque los dos queríamos beber. — Pues yo si quiero — le grito — Sube al auto — Un taxi acaba de detenerse a nuestro lado, yo no quiero subir, pero me da pena con el taxista que se encuentra esperando. Chris trata de ayudarme y yo lo evito. — ¡Eva! — Me dice cuando se sienta a mi lado. — Solo dime que pasó ahí — Trato de calmar mi tono de voz para que el taxista no nos escuche. — No pasó nada importante, déjalo estar — me repite. — ¿Ah sí? ¿Igual que dejo pasar lo de tu amiguita voluptuosa restregándose encima de ti? — Finalmente mi control se va al carajo y termino gritando. — Mais, qu’est-ce- que tu dis ? — Lo miro haciéndole comprender que no entiendo y se pasa las manos por su cabello — Nena, ya te dije que no es importante, en cambio, él… — ¿En cambio, él qué? — No lo dejo terminar, estoy furiosa — En cambio, no ha pasado nada con Leo, ni pasará nada con él — Le digo. — Pero lo besaste frente a mí la otra noche y querías irte con él — levanta un poco la voz, el taxista tose secamente. — ¿Perdón?, a ti te acababa de besar tu superamiga y lo de Leo no viene al caso — Refuto. — Claro que sí Eva, claro que viene al caso — vuelve a bajar la voz, pero yo no puedo controlarme. — Pues no, no viene al caso — Le grito — Yo no me he acostado con él, en cambio, tú sí que te has cogido a tu amiguita de la U. — El taxista vuelve a toser y eso me hace enfurecer más de lo que ya estoy. — ¿Le importa? — le grito al taxista — Ocúpese de conducir y no se meta en la vida ajena — El taxista vuelve a toser, pero no me dice nada, siento como nos mira por el retrovisor. — ¡Nena! — Chris intenta calmarme y tomarme de la cintura, pero rechazo sus manos. — ¡Nena nada!, ve y dile nena a tu amiguita — Me giro hacia la ventana y no le hablo más, tengo rabia conmigo misma porque sé que he exagerado, también sé que en menos de 18 horas debe tomar un avión que lo alejará de mi lado para siempre, a pesar de sus promesas y no puedo calmarme e intentar disfrutar de estas últimas horas con él, estoy hecha un lío y solo quisiera que me abrace y me diga que todo va a estar bien, que me ama, que va a volver por mí, que esto no se termina aquí. Las lágrimas comienzan a deslizarse por mis mejillas y siento cuando él me toma en sus brazos y me abraza. — No quiero que te vayas, ¡Nunca! — Le digo abrazándome contra su pecho. — Tampoco quiero irme, loquita mía — Me besa el cabello mientras sigue estrechándome entre sus brazos.
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