Tres meses después
Narrado por Michel
—¡Me muero! ¡Me muero! ¡Llámame a tu amigo el papacito ese de cardiología, el de la barbita roja ya! — exclama en un drama, el usual, mi hermana Carol.
—A quien llamaré será al amigo que tengo en psiquiatría ¿te parece mejor? — les respondo introduciendo una nueva perdida en el documento Excel que estoy editando en mi laptop.
Carol en lugar de maestra debió ser actriz, porque dramáticamente se tira en el sofá en el que estoy sentado. Lo hace boca abajo y con su brazo derecho guindando, ese del cual no suelta el celular.
—¿Está igual de guapo ese? — responde con su voz bloqueada por el mueble.
Resoplo ante su comentario necio y sigo en mi tarea. En nuestra tarea de los últimos tres meses. La cancelación de mi boda con Ana. La razón de la supuesta muerte de mi melliza es que otro p**o realizado será una perdida absoluta. El del salón de eventos, este era uno de los pagos más grandes realizados, no era extraño ello porque se trataba de una hacienda, sí, una maldita hacienda. Por algo las burlas de mis hermanas eran así de intensas con los planes de boda.
La boda de acontecerse sería la siguiente semana, pero los organizadores al conocer sobre la cancelación dieron por perdida todos los pagos. Fue cuando intenté salvar algo de lo invertido, mis hermanas y yo pudimos recuperar una parte de las flores, de la comida y postergar las fechas de la luna de miel, solo postergar. Del resto perdida.
—No puedo creer que vayas a perder semejante dineral — levanta su rostro Carol — ¡para eso me lo hubieses regalado a mí! ¡USUREROS!
—¿Carol no te enseñaron a no gritar en una casa que no es tuya? — le regaño y disimulo el dolor que ciertamente me causa perder tanto dinero. Era una lástima. Podía comprarme un auto del año con ello.
—La casa de mi hermana, es mi casa. Y la mía, lo es de ella. Más claro que el agua ¿a poco no? — contesta sentándose en el sofá. Dice eso porque nos encontramos en la sala de la casa de Elle.
—Tomando en consideración que vives en la casa que nos dejaron nuestros padres… pues… legalmente lo último sí. Lo primero, para nada.
A Carol no le gusta mi respuesta y me lanza uno de los cojines al hombro. Quiere lanzarme otro y le bloqueo con una de mis manos enfocado en los números rojos que hieren este corazón gélido.
—¿Es que no están muy viejos para estar peleándose ustedes dos?
Esa línea la dice Elle que… aparece en el área llevando un vestido blanco, muy elegante y con zapatos altos. Carol y yo la vemos extrañados porque posa como si se tratase de una modelo de pasarela. Luce como gente, en otras palabras, no luce como mi hermana.
—¿Ustedes por qué me miran así? — nos pregunta mientras delinea su cintura, creo que está ¿presumiendo su vestido? — me veo hermosa y estilizada ¿no es así? Lo común en mí. Soy elegante hasta cuando respiro.
Se ríe con torpeza, y nos hace a Carol y a mí vernos con preocupación.
—Cuando dije que mi cuñadito la volvería loca un día de estos, no me refería a loca loca — dice consternada Carol — ¿quién se va a encargar de ella? Los niños están tan pequeños.
—No cuidaré enfermos mentales, no es mi especialidad — respondo.
Por su lado, Elle se ve herida, molesta y dispuesta a soltar veneno por la boca.
—Por lo menos yo no regalaré dinero en cancelaciones Michel — sonríe en una eterna maldad y yo debo tocar mi pecho para apaciguar el dolor causado.
Escucho que ambas se ríen y mi hermana mayor se sienta en la mesa baja frente a nosotros.
—¿No ablandaron a los de la hacienda? — cuestiona desanimada.
—Para nada hermana. Fue como lo de la Luna de Miel, o reprograman las fechas o pérdida total — responde Carol.
—¿Y lo de nuestra familia? ¿Siguen en las mismas? — interroga Elle
A eso debo asentar, para recibir un sonido cansado de ella. Sobre los invitados, Ana cancelaria su porción de invitados, que eran el 70%, de ellos, y yo por mi parte el 30% restante, que consistía en tíos y primos que vivían en otros estados y países.
Les comunicamos hace unas semanas pero la mayoría había ya comprado boletos aéreos y reservado hoteles cerca. La solución a la que llegamos los tres fue organizar algún tipo de celebración juntos.
Algunos de ellos creían que esto era un juego, y que me reconciliaría con Ana. Llevábamos años juntos, pero no lo haría. ¿Si me traicionó antes de la boda qué me garantizaba que no lo haría después? Yo no deseaba esa clase de matrimonio. Deseaba un matrimonio con una mujer en la pudiese confiar a ciegas, deseaba un matrimonio sólido como el de mis padres, deseaba que mis hijos tuviesen un buen concepto del matrimonio.
Con Ana, eso era imposible porque una vez la confianza se rompía, rota quedaba. Por supuesto que me dolió, por supuesto que lloré y por supuesto que dude al ella pedirme volver, sin embargo, no debía hacerlo.
—Cambiando de tema a algo más gracioso — lanza Carol — ¿a qué se debe toda tu elegancia hermanita?
Elle cruza las piernas lentamente y se echa el cabello para atrás, sigue en su rol de modelo. Pobre, ser madre de trillizos jugo en serio con su salud mental.
—Es que la elegancia está dentro de mí. Por si no lo creen todavía.
Carol entrecierra los ojos y chasquea los dedos, para después verme a mí.
—Lo tengo. De seguro Doris viene a la casa — asegura Carol. Para recibir una expresión de molestia infantil de mi hermana mayor.
—¿Doris? Esa no tiene nada que ver con mi innato sentido de la moda.
—¿Doris? ¿Quién es esa mujer? — pregunto curioso.
—Es la ex de Aidan de- quiere terminar Carol pero Elle la interrumpe.
—De hace seis largos y eternos años.
—Y la rival de modas y amor de Diego —le reta Carol para recibir una mirada asesina de Elle.
—Me visto mucho mejor que ella en la actualidad, si tuviese un asesor de modas, como ella debe tener, uff mucho mejor. Pero soy autodidacta e independiente. Y lo de mi hijo, esos no son juegos, es un niñito cuyo primer amor, soy yo, su madre, no una aparecida cualquiera.
Esto es divertido y confuso al mismo tiempo. ¿Doris? Primera vez que escucho en mi vida ese nombre. O siquiera de una ex del esposo de mi hermana.
—¿Por qué la ex de Aidan vendría a tu hogar Elle?
Ella se contiene en un mojin que no es digno de su edad.
—Porque trabajan de vez en cuando juntos. Con el bufete de su familia, Córcega Aguilar. Están en unos trámites para la apertura de algunas nuevas sedes de Bryrne Holdings, y… pff.
Debo pestañear mucho para no burlarme de esos celos infantiles de mi hermana. Aidan no era un santo de mi devoción pero si algo sabía de él era que solo tenía ojos para ella. También que Elle se mostrase así, era una mujer muy segura de sí misma, suponía que debieron tener algo especial, para que estuviese así.
¿Córcega Aguilar? Busco ese nombre en mi cabeza y doy con ellos, es uno de los bufetes más importantes del país. Se han involucrado en litigios polémicos, y ganado. Sabía que era una familia de generaciones de abogados y creo que tenía a varios jueces con conexiones a este. En pocas palabras, gente de la misma calaña que los Bryrne. Mal presagio, mal agüero. Si por mí fuera alejaría a Elle y los niños de esa familia, si lo encerrábamos en una jaula, el cuervo podía acompañarnos.
Unos pasos se escuchan en el suelo, y al ver quien los produce, se trataba de Diego, que estaba más bien corriendo agitado hacia las escaleras. Tenía el cabello desastroso y una rosa roja en la mano.
—¡Diego! ¿A dónde corres niño? — le grita Elle—ven a saludar a tus tíos.
Diego se acerca a nosotros corriendo con una sonrisa gigantesca que hace relucir sus ojos azules.
—¡Hola tíos! ¡Adiós tíos! — pretende irse pero su madre lo toma del brazo.
—¿Esos son tus modales hijo? ¿A los tíos no se les abraza?
Diego hace un gesto de cansancio pero complace a su madre, va a abrazar a Carol y le pregunta por su prima. Ella le contesta que está en clases de natación, y cuando me saluda a mí lo hacemos chocando puños.
—¿Tus hermanos? — le pregunto.
—Gabo está afuera y Adrián en su cuarto leyendo.
Noto la rosa en su mano y la curiosidad me invade.
—¿Y esa rosa? ¿Se la regalarás a alguien?
Automáticamente Diego se sonroja, y ve para abajo.
—Es para… —me revela al oído su secreto — mi novia.
¿Diego tenía una novia con 9 años? Más importante ¿Elle lo sabía? Con lo celosa que era de sus trillizos lo dudaba. Guardo su secreto y le hablo bajo al niño también.
—¿Ella sabe que es tu novia?
—Todavía no. Pero se lo voy a pedir hoy — me vuelve a susurrar y yo debo reírme ante la inocencia del amor. Le acaricio la cabeza con cariño y una melancolía poderosa me invade, quería buscar tener hijos con Ana pronto. No se podría para mi desgracia.
De una sonrisa penosa el rostro de Diego pasa a una sonrisa gigantesca al ver algo o alguien entrando en la estancia. Sigo su mirada para observar qué le causa semejante impresión, y al hacerlo, mi garganta se cierra en nervios.
—Esa de allí, es mi novia, bueno quiero que lo sea tío — me revela en voz bajita mi sobrino.
Pero no proceso muy bien la situación porque frente a mí está una mujer vestida con una falda larga ajustada y una blusa profesional, en su mano un maletín lleva. Se encuentra a cierta distancia charlando con Aidan y con otros dos hombres más en trajes. Podría ser cualquier mujer en el mundo, aun así era la mujer con la que me acosté en ese hotel.
....
Ay Michel, quizás por eso el sexo casual no sea tan bueno. ¿Cómo creen que reaccionará Michel ante semejante situación? Mañana estaré publicando más capítulos, así que no se lo pierdan. Tampoco dejen de seguirme por mi i********: @paola_yuu para conocer cómo lucen Michel y Doris. Abrazos!