CAPITULO 10: Que inicien los juegos del hambre
Julia.
Martin continua frente a mi mirándome con una sonrisa gigante mientras espera una respuesta de mi parte, pero es que yo no tengo nada más que decirle. Me sorprendí mucho cuando escuché que había cancelado su matrimonio, esa había sido una de las razones de que estuviera tan furiosa porque me sentí usada por Jenkins. Me dolió haber pensado que me había dejado ilusionar por una noche y luego él ya no recordara nada, pero entonces su explicación fue sincera y ahora yo ya no sé que pensar.
No hay que olvidar que yo tengo una misión muy grande y tener a Martin de mi lado me ayudaría a poder vencerlo con facilidad y quedarme con el puesto de gerente. Realmente me conviene que él se enamore de mi para así poder hacerlo a un lado solo por amor.
—Yo… Tienes que dejar que lo piense bien —le digo —porque realmente me ha molestado mucho ver eso y me sentí usada y engañada, entiende que no has sido una de mis personas favoritas en el mundo y creer que me habías engañado fue un golpe muy fuerte para mi ego.
—Pero ahora sabes que no fue así, yo jamás te haría eso.
—Pues tengo que estar segura, Jenkins, no es tan fácil confiar en ti, al menos yo no puedo hacerlo con facilidad, solo te pido que me des tiempo, que nos podamos conocer poco a poco y que dejes de decir esas cosas delante de toda la oficina porque me avergüenzan mucho. Quiero poder estar en paz por un tiempo, demuéstrame que no siempre quieres hacerme enojar y ya veremos que sucede, por ahora solo quiero que me dejes en paz y a solas para pensar muy bien las cosas.
—Bien, si eso es lo que quieres así lo haremos —concede y yo le doy una mirada de agradecimiento.
Se despide de mi y sale de la oficina sin hacer escandalo alguno y agradezco eso porque no tengo ánimos para aguantar miradas y escuchar murmullos de mis compañeros.
Continúo trabajando, hago una cuantas llamadas concretando citas para la próxima semana y el tiempo se pasa volando, faltando un cuarto para las cinco, Erin entra a mi oficina muy despacio, sé que está temerosa por haberme dejado sola con Martin.
—Señorita Lloyd… —habla muy despacio temiendo mi reacción, enarco una ceja hacia ella y me cruzo de brazos.
—¿Necesitas que Jenkins este acá para yo irme?
Frunzo mis labios cuando ríe, ella ríe.
—Lo siento, pero… Mire, si usted estuviera en mi posición, también haría hasta lo imposible para ayudar a que dos personas queden juntos.
—¿De qué estás hablando?
—¿Acaso no se ha dado cuenta? Porque déjeme decirle que yo no lo había hecho, pero cuando me lo dijeron todo tuvo sentido, ¡Ustedes se aman! —suelto una carcajada muy fuerte —, vamos, ría todo lo que quiera, pero el día que usted se de cuenta, se acordará que yo ya se lo había dicho y es que no es imposible de creerlo, el señor Jenkins es muy él. Es guapo, muy inteligente, un excelente partido si me lo pregunta, no por nada me sentía atraída hacia él, pero yo no había mirado más allá y ahora con todo esto que están diciendo, es muy obvio que ese odio que supuestamente sienten el uno hacia el otro no es sino un amor reprimido y tiene que dejarlo salir porque no encontrará a mejor hombre que él.
—Hay muchos hombres mejores que él.
—Seguramente, pero ninguno encajará con usted tanto como él, pueden haber millones de hombres tratando de conquistarla, pero su corazón ya tiene dueño y es el señor Jenkins.
—Erin, yo te aprecio mucho, por eso no me molesta lo que estás diciendo. Sin embargo, sé que te estás dejando influenciar de él y nada de lo que dices es verdad. No hay ningún amor reprimido, entre él y yo no pasa nada…
—Porque no han dejado que pase, pero si tan solo… —interrumpo su interrupción sacudiendo mi cabeza. Ignorando el hecho de que sí que hubo algo, prefiero dejarlo solo entre Martín y yo, esperando que nadie se haya enterado de que aquella noche de la fiesta entre nosotros pasó algo más que una simple discusión como suele ser lo normal entre ambos cuando estamos en un espacio cerrado juntos.
—Somos solamente dos compañeros de trabajo que compiten por un mismo puesto y pronto no habrá lugar para los dos en este lugar, uno de nosotros se irá y ese será el fin de tus fantasías y de todos los demás de esta oficina que al parecer solo respiran por saber del chisme.
—Pero no todo se trata de trabajo, señorita Lloyd, ¿Qué importa quien gane? El amor está más allá de estas cuatro paredes, podrán ser muy rivales acá, pero amarse con locura fuera de este edificio. Y lo merecen, usted lo merece, además usted misma sabe que su temperamento no es muy agradable la mayoría del tiempo —ruedo mis ojos, pero le doy la razón porque eso es totalmente cierto —, y él es el único que consigue estar a su nivel y eso es perfecto de ver. ¡Son perfectos juntos!
—Nadie es perfecto, Erin. Mucho menos nosotros podemos ser perfectos juntos, eso sería como juntar a las dos bombas nucleares más potentes de la historia. Un desastre simplemente mundial e irreversible.
—Entonces sean casi perfectos, pero juntos.
Estoy comenzando a odiar la palabra casi.
—No Erin, deja a un lado esas raras fantasías y mejor trabaja que eso se te da mejor —ella suspira con pesar y yo me acomodo en la silla mirando la hora en el reloj que tengo en mi muñeca izquierda. —¿Ya llegaron?
—Aun no, pero venía a decirle que la sala de juntas ya está lista.
—Perfecto, gracias por tu ayuda Erin, ya puedes irte a casa a descansar por hoy, no te ocupo para nada más en esta tarde.
—¿La he ofendido con lo que le he dicho? —pregunta con timidez.
—No lo has hecho, Erin. Sé que soy prácticamente un ogro en este lugar, pero eres de las únicas personas que logran sacar mi lado bueno, si es que si tengo alguno, y nada de aquello me ha ofendido, respeto tu opinión y lo que piensas, pero no estamos en sincronía y no por eso voy a tratarte diferente o molestarme contigo. Es divertido saber que por los pasillos corre esa historia de un amor imposible.
Ella ríe acomodando sus lentes de pasta gruesa.
—Esta bien, me da gusto saberlo porque no quería volver esto incómodo, simplemente creí que podía abrirle los ojos y mostrarle que hay un gran hombre frente a usted pidiendo que lo mire.
«Y yo lo sé»
Pero simplemente tengo muchas cosas en la cabeza y en él solo puedo pensar en cómo poder hacerle jaque mate que en intentar enamorarme de quién es.
Erin se va a descansar y yo organizo las carpetas con las estrategias que ya tengo pensadas, supongo que Jenkins tendrá una carpeta igual y el cliente será quién decida cuál estrategia le parece mejor para su empresa. Respiro profundo antes de salir de mi oficina mentalizándome de que puedo con ello, cada que voy a cerrar un negocio me pongo muy nerviosa porque siempre quiero demostrar que puedo con ello y los nervios me hacen una mala jugada en la mente con pensamientos en donde caigo una y otra vez. Y yo no estoy para caer ante mis ideas, por el contrario, cada una de las ideas que me surge es mejor que la anterior y me convenzo de que si yo fuera un cliente, me elegiría sin pensarlo, pero todo siempre puede pasar.
Cuando llego a la sala de juntas, Jenkins ya se encuentra allí junto a su asistente quién organiza una mesa auxiliar con aperitivos y cafeteras llenas de café oscuro.
Él le da indicaciones de cómo debe organizar esto y lo otro y yo ruedo mis ojos. Podrá ser muy guapo y tierno, pero realmente me cuesta imaginar que yo pueda estar con alguien como él y es que es tan posesivo, tan dominante, tiene un ego por las nueces y se cree el dueño de todo. Yo no me veo con un hombre así, al menos no formalmente.
Ambos se dan cuenta de que ya he llegado y él me ofrece una sonrisa que yo no devuelvo.
—Hola, bienvenida. Justo estaba pensando en cuanto tiempo tardarías en llegar porque quisiera hablar contigo de algo importante antes de que lleguen las personas que esperamos.
Camino moviendo mis caderas con elegancia dejando que él sea consciente de cada paso que da mi cuerpo, veo que su manzana de Adán sube y baja mientras sus ojos recorren mi cuerpo.
Me siento a la cabeza de la mesa y lo miro con las cejas levantadas y apoyando mis cosas en la mesa.
—Tu dirás —comento para que comience a hablar.
—No he trabajado en ninguna idea para este proyecto —dice de repente dejándome helada.
—¡¿Cómo?! —mi sorpresa es inmensa, Jenkins no es un hombre que simplemente no haga su trabajo. Tal vez ha de estar enfermo, esta tarde vi como casi se desmaya y luego se metió medio sobre de azúcar a la boca casi provocándole un coma diabético. Me preocupa que él, siendo un hombre que no deja nada a media y no empieza algo que sabe que no pueda terminar, se está rindiendo tan pero tan fácil.
—El proyecto es todo tuyo y serás la única que tiene ideas que ya imagino que serán increíbles, así que solamente haré acto de presencia en esta reunión, pero ni escucharas ni una sola palabra mía.
—¿Qué diablos le ha pasado al Martín Jenkins que conozco y el que nunca se rendiría ante nada? Mucho menos ante mi.
—Solo tómalo como un regalo de mi parte, ahora que sé que vas a renunciar, puedes tener todos estos últimos contratos para recibir buena comisión y tener un buen ahorro mientras consigues otro trabajo, que no creo que tarde mucho ya que sé que eres muy solicitada en varias empresas que conozco.
El estómago se me revuelve al ver que realmente está feliz, parece una felicidad genuina y sincera, de esas que pocas veces se ven en la oficina. Él quiere darme todo esto para asegurarme de que yo tenga como vivir cuando ya no reciba mi dinero mensual porque conseguir trabajo no es tan fácil por muy solicitada que esté y bueno, me remueve el corazón pensar en la emoción que tiene porque él no tiene ni idea de que mi plan es totalmente diferente a lo que tiene en la cabeza y me está ayudando porque está seguro de que yo sí me voy.
A mi de esta empresa me sacan es en un ataúd, no me he luchado este puesto para simplemente regalarlo solo porque mi corazón siente que estoy siendo demasiado perra con Jenkins.
Pero esto es así, los negocios son negocios y yo no pienso tirar a la borda años de trabajo solo porque un hombre me ablandó el corazón. Eso jamás pasará.
—No tienes que hacerte a un lado, bien puedes seguir compitiendo conmigo y no creas que no pueden elegirme, puedo ganarme la comisión yo sola y sin tu ayuda.
Rueda los ojos.
—Por supuesto que tú no verías esto de manera positiva —murmura, pero lo alcanzo a escuchar.
—Eres tu y soy yo. ¿Qué esperabas?
—Esperaba que te dieras cuenta que me he estado esforzando por conocerte más allá de esta oficina, te he dicho lo mucho que te admiro desde siempre y quisiera conocerte de una manera más íntima, ¿Es tan difícil entender eso?
—Y yo te he dicho que pararas de hacerlo porque justo ahora tú no me inspiras nada bueno.
—Si tan solo te abrieras a mi y me vieras sin prejuicios todo sería diferente.
—Es que siempre ha sido así.
—Pero puede cambiar, Juls, es lo que quiero que veas, no quiero que me veas como un simple compañero de trabajo, quiero que me conozcas más allá de esta oficina y que puedas ver en mi un hombre al cual admirar, confiar y… amar.
Tengo, de alguna forma, que comenzar a hacerle creer que lo está logrando y por mis antecedentes, debo primero hacerme la incrédula y después empezar a dejarlo entrar y poco a poco enamorarlo hasta que por amor renuncie a su puesto y me deje a mi como la única candidata a la gerencia.
—Bien, ¿quieres conocerme realmente? —asiente con rapidez —, te daré una semana, solo una semana en esta oficina para que dejes de comportarte como un idiota y si veo cambios, aceptaré que me lleves a una cita.
—Hecho.
—Eres muy fácil, Jenkins.
—Ya he esperado lo suficiente por ti, no quiero seguir alargando más el tiempo.
—Bien, yo solo quiero ver qué puedes ser más que mi rival directo.
—Tu solo déjame demostrar quien puedo ser realmente.